Cada
vez que nos arrepentimos de hacer algo, es porque quizás tuvimos la oportunidad
de hacerlo de otra manera, y puede ser que tal vez hubiéramos obtenidos
resultados diferentes. Es cierto que somos responsables de cada acto que
cometemos, pero muchas veces nos queremos justificar, diciendo que en ese
momento nos dejamos llevar por la ira, la envidia, la maldad, la incomprensión,
el engaño, la torpeza, y quien sabe cuántas cosas más.
Aunque
existen muchas personas que no son capaces si quiera de meditar en eso; sino, que,
a cambio de reflexionar, lo que hacen es que culpan a los demás; No debería ser
esa nuestra primera opción, pero, tristemente en más de una ocasión lo hacemos
de forma automática.
Debemos
pues, tomarnos unos minutos de nuestro valioso tiempo, diariamente, para
ponernos a reflexionar en torno al tema de las obras que realizo cada día. A la
hora de acostarnos es buen momento para que tomemos unos minutos y platiquemos
con nosotros mismo sobre todo lo que hicimos durante todo el día; en qué
ayudamos, cómo cooperamos, que hicimos por nuestro prójimo, a quienes
alentamos, a quienes escuchamos, a quienes acompañamos, como ayudamos a
resolver situaciones difíciles, cuantas personas socorrimos, etc.
En
ese momento de intimidad y comunión con nosotros mismos, debemos de (luego de
haber reflexionado) invitar a nuestro Dios a que sea parte de esa actividad,
para que nos ayude a entender cómo podemos mejorar en nuestra relación con los demás,
como podríamos mejorar en nuestra forma de obrar, de hablar, de ayudar; Es
importante que depositemos todas esas carencias, dudas y debilidades en las
manos de Dios y que aceptemos humildemente que Él nos transforme con su divino
poder.
En
el libro del evangelio de Juan nos dice cuál es el trabajo del Espíritu Santo: “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que
yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; más si
me fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de
justicia y de juicio. (Juan 16:7-8)”. Él tiene a su cargo el convencernos a
nosotros de pecado y hacer que nos acerquemos más a nuestro padre Celestial.
Recordemos
que toda obra que hagamos en esta tierra será traída delante de nosotros para
juicio, sea esta obra buena o mala; esto está escrito en el libro de Eclesiastés
12:14 “Porque Dios traerá toda obra a
juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala.”
Esto
no quiere decir que seremos salvo por las obras, recordemos que las obras y el
cumplir los mandamientos, son la respuesta a una vida de devoción a Dios y de
agradecimiento por su perdón.
Te
invito a que meditemos en esto hoy, y recordemos que el que está en Cristo es
nueva criatura, y todas las cosas son hechas nuevas. Que tengas un excelente día.
Bendiciones.