martes, 20 de mayo de 2025

El jardín del alma...

 


En las últimas semanas he estado leyendo un libro titulado "Jardines del alma", escrito por Debbonnaire Kovacs; este libro es un devocional que me ha ayudado mucho a entender ¿cómo crear una relación más íntima con Dios?, es un libro que me ha ayudado a entender que todo lo que yo creía que tenía que hacer para estar y sentirme en la presencia de Dios, puede ser mejorado; este devocional lo he considerado como un manual donde he encontrado diversas formas de mejorar mi vida espiritual, a la luz de la Biblia.                

La autora relata su vida en el camino de transformación de lo bueno a lo excelente, describe los momentos más bajos y oscuros de su relación con Dios, hasta aquellos donde, al igual que el salmista te preguntas “¿A dónde iré Señor sin ti?” (lee el Salmos 139) … es una manera práctica de mostrar cómo podemos cultivar una relación de amistad con nuestro Dios?, y cuidar nuestra vida espiritual, así como se cuidan las flores en los jardines; ella llama a Dios “Master Gardener” (Maestro jardinero).

El paralelismo de lo que existe en un jardín con lo que tenemos en nuestro propio jardín espiritual, nos invita a reflexionar en ¿Cuáles son aquellas cosechas que nosotros esperamos enseñarle a nuestro Dios, ¿Qué quiere Dios ver en nuestro jardín?, ¿Qué debemos sacar, eliminar de nuestro jardín?, ¿Qué debemos sembrar?...

El propósito es “Aprender a colocar a Dios en el centro de nuestras vidas”, no como lo hacemos hasta ahora, no es ir a la iglesia cada día de culto, no es aprenderse todos los himnos y canticos o coritos de la iglesia, no es diezmar ni ofrendar, no es sonreír y ser amable en la iglesia o darle las gracias a los predicadores por el sermón tan emotivo que expuso; no es sentir una emoción de segundos o minutos, en la cual pienso estar en la real presencias del Espíritu Santo…. No es nada de eso.

Es analizar que estoy haciendo, reconocer lo que estoy haciendo mal, arrepentirme y abandonar aquellas cosas que no le agradan a Dios (que pueden estar formando parte de mi carácter, de mi vida cotidiana, etc.), reconocer que necesito el perdón de Dios (diariamente), entender que no soy perfecta, enfocarme en ser mi mejor versión; y esto no es tarea fácil.

Para hacer todo esto, primero necesito conocer realmente a Dios (no lo que me han contado, ni como yo creo que es), conocerle como realmente Él es, a la luz de las Escrituras; Saber ¿Cuál es la naturaleza de Dios?, ¿Qué cosas le desagradan?, ¿Cuál fue el propósito de la creación de este mundo a la luz de sus ojos?, ¿Qué pide Dios de mí? (te invito a leer Deuteronomio 10:12-22 y Miqueas 6:6-16) ...

Puedes saberte muchos versículos de la biblia de memoria, podemos estar estudiando un manual de iglesia, podemos estar participando de actividades de evangelización, podemos ser miembros activos de una iglesia en particular, podemos creernos que estamos cumpliendo los mandatos de Dios…. Pero todo eso es solo justificación humana; Dios es más que eso; la relación con Dios es algo que se vive, que se siente y que se transmite por medio de las palabras, pensamientos y acciones. Todos estos elementos deben estar íntegramente conectados a la voluntad de Dios Padre Todo Poderoso.

Es ver y reconocer a Dios como un Padre amoroso, perdonador, misericordioso y bueno; sin pretender estar pecando y pidiendo perdón deliberadamente, o pecando pretenciosamente (pensando siempre “no hay problema Dios me perdonará”). Cuando entiendes cuál es el propósito de tu vida aquí y ahora, y comprendas que ese propósito está diseñado por Dios desde el inicio, entonces querrás estar con Él de verdad, caminar con El, esperar en El…

La invitación del día de hoy es para que nos sentemos a meditar sinceramente en lo que ha sido, en lo que es y en lo que queremos que sea nuestra vida, y que nos preguntemos ¿qué quiere Dios de nosotros?; esta última pregunta debes hacérsela directamente a Él, te aseguro que El te contestara (si lo haces sinceramente).

Oración del día: Bendito Dios, Padre Todo Poderoso, grande en misericordia, que repudias el pecado, pero amas al pecador. Hoy vengo a tu presencia para depositar todos mis pecados, aun aquellos que no soy capaz de reconocer como pecado. Te ruego que traigas a mi mente todo aquello que no te gusta, que no te agrada y que me aleja de ti; ayúdame a poder cultivar una relación de amor y perdón contigo, así como un jardinero cuida de las flores de su jardín. Pon en mí la entereza de no sentirme mejor ni superior a nadie, de no querer las cosas de este mundo, de no estar pendiente de las vidas de los demás más que de la mía propia. Reconstrúyeme desde todas aquellas partes de mi ser que están rotas y que hoy son la causa de que no pueda yo reflejar tu rostro ni tu amor. llévame por el camino de la perfección para poder ver tu rostro, te lo ruego, entendiendo y reconociendo que no tengo méritos para pedírtelo, sino que lo hago reconociendo y aceptando la sangre de Jesús derramada en la cruz del calvario por mí. En el nombre poderoso de Jesucristo oro. Amen.

                                                                                                     

 

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