La necesidad de aprobación se refiere al
deseo o impulso de obtener reconocimiento, aceptación o validación (en alguna
forma visible y/o palpable) de los demás. Esta necesidad es natural hasta
cierto punto, ya que los seres humanos somos seres sociales y buscamos
pertenecer a un grupo. Sin embargo, cuando esta necesidad sobre pasa los
limites naturales del ser y se convierte en una excesiva obsesión, puede
manifestarse y/o desencadenar en dependencia emocional, inseguridad, o una
constante búsqueda de validación externa. Las personas con una alta necesidad
de aprobación pueden, podemos llegar a invalidarnos a nosotros mismos; esto
puede llevar a manifestaciones como:
- Modificar
su comportamiento para agradar a otros.
- Temer al
rechazo o al conflicto.
- Evitar
expresar opiniones propias por miedo a ser criticadas. Entre muchas otras.
Desde una perspectiva de desarrollo
personal, una dependencia extrema de la aprobación externa puede limitar la
autonomía, la autoestima y la autenticidad de una persona; puede llegar a dañar
ese diseño perfecto que Dios creo en ti y en mí. Y esto definitivamente sucede
cuando no estamos en armonía interna.
La Biblia habla sobre la necesidad de
aprobación
La Biblia aborda el tema de la
aprobación enfocándose en la relación del ser humano con Dios.
- Buscar
la aprobación de Dios, no de los hombres:
En Gálatas 1:10, el apóstol
Pablo escribe sobre el tema, resaltando una confrontación interna con el propio
"yo" del hombre, buscando la respuesta a una verdadera relación de
amor con nuestro creador:
“¿Acaso busco ahora la aprobación de los hombres, o la de Dios? ¿O estoy
tratando de agradar a los hombres? Si yo todavía estuviera tratando de agradar
a los hombres, no sería siervo de Cristo.”
Este versículo subraya la idea y
convicción de que la verdadera satisfacción y propósito del hombre, debería
estar fundamentada en esa aprobación que vienen de parte de Dios por el hecho
de agradar a Dios, no de depender de la aprobación de otros.
- La
identidad en Cristo:
La Biblia enseña que nuestra valía no
depende de lo que otros piensen de nosotros, sino de nuestra identidad como
hijos de Dios. En Efesios 1:4-5, se menciona que hemos sido
escogidos y amados por Dios desde antes de la creación del mundo. Esto sugiere
que la aceptación divina es suficiente y no necesitamos buscar, de ninguna otra
fuente, constantemente la validación externa.
- Evitar
el temor al hombre:
En Proverbios 29:25 se
nos advierte sobre este tema:
“El temor del hombre pondrá lazo; más el
que confía en Jehová será exaltado.”
Esto implica que depender, en alguna
forma, demasiado de la opinión de los demás puede llevar a la esclavitud
emocional, a la frustración, la desvaloración y autodestrucción; mientras que
confiar en Dios trae libertad a todo ser humano, fortalece nuestro espíritu y
nos hace vivir mejor. La finalidad del amor incondicional de Dios es que
podamos amarnos de tal manera que podamos amar a nuestro prójimo, teniendo solo
como referencia el amor de Dios; esta debe ser nuestra validación.
La invitación del día de hoy es para que
aprendamos a ver nuestro valor, a no depender de la aprobación de nadie más,
que no sea la de Dios; no aceptes los conceptos erróneos que los demás, en sus
propias carencias, han definido de ti. Eres una joya valiosa para Dios, tanto
que envió a su unigénito a morir en una cruz por ti y por mí, sin merecerlo.
Se valiente, esfuérzate por conocer y
estar más cerca de Dios cada día; acepta tu valor, ese valor que Dios definió desde
que naciste. Valídate desde la perspectiva de Dios; elige estructurar tus
ideas, pensamientos, palabras y acciones bajo la dirección del Espíritu Santo;
no te hagas adicto a la idea, deseo o identidad de los demás.
Amate, valídate, acéptate, valórate y respétate;
que los comentarios de los demás no te definan; recuerda y reconoce el valor y
el poder de Dios en ti. Escribe tu propia historia, entendiendo y aceptando lo
que escribes, porque vas a tener que volverla a leer en algún otro momento.
Dios te bendiga y te guarte, y que la
luz de Cristo ilumine cada día de tu vida y dirija cada acción, pensamiento o
palabra; y que tus sentimientos estén sostenidos por la mano de Dios Padre todo
poderoso.
Oración del día: Padre bueno, poderoso y misericordioso,
Enséñame a amarme como tú me amas y a poder amar a los demás como yo me amo; que
yo esté en armonía con tus ideales para mí, y que tu aprobación me baste. Ayúdame
a reconocer mi verdadera esencia. En el nombre de Cristo Jesús. Amen.
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