¡Buenos días, hermano/hermana en Cristo! Hoy meditaremos sobre un tema tan vital como el perdón y la gracia de Dios, considerando que esta es la esencia misma del Evangelio y la fuente de nuestra esperanza y paz.
Seguramente en
algún momento te has preguntado: ¿cómo puedo sentir el perdón de Dios o cómo se
manifiesta? Para poder entenderlo, debemos recurrir a la inmutable verdad de la
Escritura. Debemos comprender que el sentimiento de perdón no es algo que generamos
por esfuerzo propio, sino una respuesta a la obra consumada de
Cristo, recibida por la fe.
Meditemos en
los siguientes aspectos:
1. Entender la
Fuente del Perdón: La Gracia de Dios
El sacrificio
de Jesucristo en la cruz del Calvario nos lleva a visualizar el amor de Dios
por el ser humano, por lo que el perdón no es algo que merecemos; es un regalo
inmerecido de parte de Dios. La base de todo esto es, indiscutiblemente la
gracia.
En Efesios 2:8-9 (RV1960) nos dice: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe." La palabra "gracia" significa la bondad de Dios hacia todos, no solo a aquellos que solo merecen juicio. Sentir el perdón comienza al reconocer que no se trata de cuán bien nos portamos antes o después de pecar, sino de la perfección de Cristo que se nos imputa desde el inicio de la creación. El perdón de Dios es completo y total, no parcial ni condicional a nuestro estado emocional.
2. Confesar el
Pecado y Aceptar la Limpieza
Después de
reconocer el amor de Dios hacia nosotros, el siguiente paso para sentir el
perdón es cumplir la condición que Dios ha establecido, que es la confesión.
En el libro de 1 Juan 1:9 (RV1960) nos habla sobre la confesión: "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad." El sentimiento de culpa a menudo persiste porque no hemos llevado (por completo) nuestro pecado a la luz de Dios, como lo pide la Escritura. La confesión no es solo un acto de hablar, sino de estar de acuerdo con Dios en que lo que hicimos estuvo mal y de reconocer que es pecado. Cuando confesamos, Dios no solo perdona (un acto legal), sino que también nos limpia (un acto de purificación). Meditemos en la fidelidad y la justicia de Dios al cumplir Su promesa de perdonar a través de la sangre de Cristo.
3. Recordar la
Remoción Total del Pecado
Luego de la
confesión, y para sentir verdaderamente el perdón, debemos dejar de lado la
culpa que Dios ya ha quitado; debemos confiar plenamente en Él.
En el Salmo 103:12 (RV1960) nos dice la manera en la que Dios relaciona nuestras malas obras con nuestra nueva vida en Cristo: "Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones." Esto es lo que sucede cuando decidimos confesar nuestros pecados y aceptar el perdón de Dios en nuestras vidas, ya no deberíamos recordar más nuestras faltas. Piense en la distancia entre el oriente y el occidente; es una distancia infinita. Así de lejos ha puesto Dios su pecado. La culpa que sentimos a menudo es el eco de nuestra propia memoria o conciencia, no el recuerdo de Dios. Él no solo perdona, sino que olvida nuestro pecado en el sentido de que ya no lo usa para condenarnos. Meditemos en la verdad de que, si Dios no lo recuerda para condenarnos, usted y yo no debemos recordarlo para autocondenarnos.
4. La Paz como
Evidencia del Perdón
Por último, y
como resultado del perdón de Dios, es sentir paz, lo cual es la clave
para sentir la liberación que tanto deseamos y buscamos.
El siguiente verso escrito en el libro de Romanos 5:1 (RV1960) nos habla justamente de la paz que debemos sentir al recibir su perdón: "Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo;" Sentir el perdón es sentir la paz que viene de saber que la guerra entre nosotros y Dios ha terminado. Ya no somos enemigos, sino hijos amados. Cuando la ansiedad o la culpa intenten abrumarnos, debemos recordar esta verdad: usted y yo hemos sido justificados por la sangre de Jesucristo derramada en la cruz del Calvario. El sentimiento de paz no siempre será eufórico, pero será una calma profunda y constante que proviene de saber que nuestra posición ante el Juez Supremo es segura.
La invitación
de hoy es a realizar una oración personal y breve, confesando todo aquello que todavía
cargamos y que reconocemos como pecado, y le pidamos al Espíritu Santo que
selle en nuestros corazones la verdad de que hemos sido perdonados.
Oración del
día: Padre Celestial, te doy gracias por la obra de redención de
Cristo en la cruz. Confieso mi pecado… y recibo Tu perdón completo y total.
Ayúdame a descansar en Tu gracia y a sentir la paz que viene de ser justificado
por la fe. Amén.
Pensamiento
positivo: "Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en
Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al
Espíritu." Romanos 8:1 (RV1960). ¡Tu pasado ha sido cubierto por la sangre
de Cristo y tu futuro está seguro en Sus manos!
Que tengas un
lindo día. Recuerda que todavía hay Oloracielo.
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