La sociedad en la que vivimos esta compuesta de personas, animales y cosas; cada una de ellas tienen u ocupan un lugar especial y especifico en esta vida, para la cual tienen una función determinada. De esa misma manera, tu y yo también ocupamos un lugar y tenemos una función específica que hacer, mientras estemos aquí.
Cuando
en el ámbito comercial hablamos de sociedad, nos referimos a un convenio o
contrato entre dos o más partes, de colaboración mutua, para realizar
conjuntamente una actividad, con ánimos de lucro.
En
ciencias políticas se puede definir como diversidad de personas, que, con categoría
de ciudadanos, actúan para tomar decisiones en el ámbito público. Esta sociedad
civil abarca a todo un universo de individuos como iguales.
En
todo caso, esas sociedades conformadas tienen derechos, deberes,
responsabilidades y son creadoras de consecuencias y compromisos tanto
particulares como colectivos. Es por esto que en cada caso debe conducirse con
cuidado especial de no romper ese pacto que existe; ese pacto puede ser con la
sociedad per se, con una persona en particular, con un familiar, un amigo… o con
Dios.
Si decidimos
formar una sociedad con Dios, tendríamos que aplicar las mismas medidas que aplicaríamos
a la conformación de cualquier otra sociedad; pero hay algo muy importante que
debes saber: Dios no hecha al olvido tu promesa, y siempre cumple las suyas.
Las
escrituras dicen:
Eclesiastés 5:4 Si
le haces una promesa a Dios, no te tardes en cumplirla, porque a Dios no le
gusta la gente tonta que no cumple. 5 Recuerda que «vale más no
prometer, que prometer y no cumplir».
Entonces, hacer
un pacto con Dios es lo más inteligente que puedes hacer hoy; así que no tardes,
pues no sabes cuándo se acabaran las oportunidades. Recuerda que tú y Dios son
mayoría.
Dios te bendiga y
te guarde. Feliz día.
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