lunes, 22 de junio de 2020

Necesito controlar todo, porque si no….




Esta es una justificación muy vaga que generalmente utilizamos para calmar nuestras ansias de poder. Es cierto que el tener control de ciertas cosas nos da tranquilidad y seguridad; pero de ahí a pretender tener el control de todo a nuestro alrededor, es algo simplemente descabellado.

Leí una vez algo alusivo a este tema, que dice así: “La verdad es que no puedes controlar a tu conyugué, a tus hijos, a tus hermanos, a tus padres, o al resto de tus familiares. Realmente solo puedes controlarte a ti mismo”. (Esperanza para las familias de hoy, Pág. 64).

En razón de este texto tengo que confesarles que me hizo hacer un análisis retrospectivo muy minucioso y concienzudo sobre el tema. Y es que a veces creemos que no estamos queriendo controlar todo, pero en realidad, el querer que las cosas salgan siempre como yo quiero, eso ya es controlar.

Es cierto que debemos planificar las cosas, pero hay situaciones en la vida en la que, por más que hayas planificado, simplemente se hará la voluntad de Dios; Y si no permitimos que Dios fluya a nuestro alrededor, ni a través de nosotros, pues las cosas definitivamente estarán fuera siempre de control.
No puedes controlar todo - Las letras de Gutenberg | Facebook

El dejar que las personas actúen libremente, bajo sus propias responsabilidades y que asuman sus propias consecuencias, va a tener como resultado, que podamos sentirnos más libres, más abiertos a disfrutar las cosas de las que si deberíamos tener control (yo misma).

No cabe duda, que, si cada quien tiene un cerebro, debería hacer el honor (por lo menos) de usarlo por si mismo; así que dejemos de preocuparnos tanto por la conducta de los demás, y de cómo deberían hacer las cosas; en vez de eso, trabajemos arduamente para que nuestras acciones estén del todo dirigidas por Dios, autor y consumador de la fe.
No te permitas desgastarte emocionalmente, ni físicamente por estar empleando toda tu energía en, orientar, ayudar, animar, o mejorar a personas que no quieren hacerlo, ni requieren de tu ayuda. Debemos amarnos mucho más a nosotros mismos, y para eso hay que emplear tiempo en nosotros; luego de esto, tendrás amor suficiente y felicidad plena para compartirlo con los demás.

Si alguien no quiere cambiar, pues es simple, deberás cambiar a ese alguien; si no lo haces, lo siguiente que pasara es que te desgastaras, te aburrirás, te frustraras, te amargaras la vida, pensando que el otro está mal; recuerda, quien puede estar mal eres tú. Ellos al igual que tu pueden y deben decidir cómo quieren actuar, a quién quieren ayudar, en qué quieren mejorar, etc.

Procura tú estar en las manos de Dios, en tener una vida de devoción total, a través de las oraciones, de las alabanzas, de la meditación en la palabra de Dios y de la consagración a Él con cada acto de tu vida. Aléjate de lo que te hace daño, de lo que te estresa, de lo que te pone triste, de lo que te da preocupaciones; Dios se encargará de colocar a las personas correctas donde te puedan ver; y a ti (entonces) llegara la verdadera felicidad, que es disfrutar de la compañía de alguien que tenga las mismas expectativas de vida que tú.

Dios te regale un lindo día. Bendiciones.


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Sea tu si, si y sea tu no, no.