viernes, 19 de junio de 2020

La tentación.


 Qué dice la Biblia sobre la tentación?

La definición de tentación es la siguiente: viene del latín temptatĭo, y es la instigación que induce el deseo de algo. Puede tratarse de una persona, una cosa, una circunstancia u otro tipo de estímulo. La tentación está asociada a la seducción y la provocación. Esto traducido a un lenguaje más llano sería más o menos así: es cuando el deseo de algo es más fuerte que la voluntad o la racionalidad (con la que deberíamos actuar) para hacerlo.

¿Cuántas veces no nos hemos visto tentados a hacer algo, a comer algo, a decir algo, a tener algo… por el simple hecho de satisfacer un deseo? Y luego de esto (en la mayoría de los casos) viene el arrepentimiento (no debí comer eso, no debí hacer eso, no debí decir eso…); Que también puede ser que un tiempo después se nos olvide y seamos capaces de caer en la trampa de la tentación, una y otra vez.

Cuando nos encontramos en situaciones similares, usualmente tendemos a culpar a otras personas, incluso hay personas que culpan al diablo (enemigo de las almas) o al mismo Dios… esto es asombroso, si estudiamos las escrituras podremos darnos cuenta de que la culpa sólo es de una persona: “nosotros”.

En el libro de Santiago en su capítulo 1 verso 13 y 14 nos dice: “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido”.

Y si lo analizamos bien nos daremos cuenta de que es la pura verdad; la biblia nos habla de Cristo, de la creación y fundación del mundo, de cómo tener una mejor calidad de vida, tanto física como espiritual, de cómo lidiar con algunos problemas (e incluso personas), de cómo sobrepasar situaciones de enfermedades o muerte de seres amados, entre otras muchas cosas. Pero lo más importante es la forma tan clara en que nos habla de lo que a Dios agrada y lo que no; de cómo mantenernos lejos de las asechanzas del enemigo, y de cómo debemos enfrentarnos a él.

Es por esto que, si sabemos todo eso, es obvio que lo contrario a hacer todo eso, nos coloque en una posición de vulnerabilidad ante el enemigo, y ante las cosas que nos pueden causar destrucción. La concupiscencia nos habla de lo exacerbado y desordenado del deseo, es por eso la certeza del adagio que dice que “todo en exceso hace daño”; el equilibrio es el mejor aliado de las personas, y la mejor manera de conseguirlo es tomando la mano de Dios y caminando junto a Él.

Hoy te invito a que ocupes tus pensamientos, sentimientos, pasatiempos y acciones a estar en comunión con nuestro Dios; canta una alabanza, medita en su palabra, y habla con Dios a través de la oración. ¡Esto nunca falla!

Dios bendiga tu entrada y tu salida, te prospere y te dirija hoy y siempre.

Bendiciones.


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