En
forma muy llana, podemos decir (y así lo definen miles de estudiosos en la
materia), que la persona autosuficiente es alguien que se basta a sí
mismo, y que no necesita de los demás para satisfacer sus propias
necesidades, tan simple como eso.
Pero
la autosuficiencia no es un atributo absoluto, y esto es importante
que lo sepamos y entendamos, sino una cuestión de grado, ya que todos vivimos
en un mundo de naturaleza autodependiente, quiere decir, que en algún momento
de nuestras vidas vamos indefectiblemente a necesitar de algo o de alguien.
Es por
esto que cundo llegamos al límite de nuestra autosuficiencia, comienza entonces
la frustración; cuando nos vemos impedidos para resolver, hacer u obtener algo,
nos sentimos frustrados y desesperados; es ahí cuando entonces comienza a
actuar nuestra verdadera naturaleza.
Nuestra
naturaleza y nuestra gran realidad (aunque muchos crean en la evolución) es que
somos creados, y eso significa que tenemos un creador; lo que nos debe llevar a
reflexionar en que, todo lo que nosotros tenemos, hacemos, queremos o
disfrutamos, es gracias a que ya alguien en un momento dado lo pensó y lo hizo realidad
para nosotros.
Por
esto me encanta el libro del Génesis, porque cuando lo leo es como reflexionar
en lo que te acabo de decir con relación a la autosuficiencia y la frustración.
Justamente ahí en esas líneas tan hermosas que relatan el amor de un Dios
creador por cada una de sus criaturas (o sea, de nosotros), es cuando me pongo
a imaginar en cuanto amor tuvo Dios para que de la nada, del desorden y de lo vacío,
creará un mundo tan maravilloso, que aún hoy más de 6,000 años más tarde está
funcionando tan perfectamente.
Por
eso, encontramos tantas historias de personajes que, a pesar de tenerlo todo
(en absoluto), pasaron a no tener nada y aun así escogieron la mejor decisión,
buscar a Dios y depender de ÉL; me encanta una frase dicha por Job: “y dijo:
Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre
de Jehová bendito” (Job 1:21). ¡Cuánta sabiduría en una sola persona!
Normalmente
al ser humano le gusta tener el control de todo lo que le rodea (esto incluye
cosas, situaciones y personas), pero lo cierto es que la mayoría de las veces
no podemos tener control ni siquiera de nosotros mismo. Por eso hoy, si te
sientes abrumado, frustrado, desesperado; o si por el contrario te sientes
autosuficiente (¡cuidado!), te invito a que leas detenidamente el capítulo uno
del libro del Génesis y luego vayas y repases la historia de Job.
Encontraras
esperanza y sabiduría en esas líneas. Recuerda: “Mas buscad primeramente el
reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo
6:33). El ser humano sólo necesita la dirección de Dios para ser feliz. Vive a plenitud
en los brazos amorosos de Jesucristo. Que hoy no exista la autosuficiencia en
ti, ni la frustración. Bendecido día te desean tus amigos de www.oloracielo.blogspot.com.
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