Desde
mi niñez aprendí lo que era un equipo y trabajar como equipo. Cuando apenas tenía
9 años empecé a practicar tenis, era un deporte que me apasionaba, me parecía,
primero, un deporte bonito, ya que cuando veía las chicas que lo jugaban con
sus uniformes tan bonitos, me decía a mí misma “wau que lindas se ven con su
uniforme”, y posteriormente me veía yo con un uniforme similar.
Pensaba que era
el uniforme que las hacia bonitas; luego cuando comenzaron las practicas, me di
cuenta que no era el uniforme; empecé a ver que la disciplina era parte
importante del deporte y me gustaba eso; más adelante entonces también me di
cuenta que no solo se jugaba con un solo jugador de cada lado de la cancha, podíamos
jugar en pareja ¡era genial (pensaba)!, pero a medida que practicábamos se me hacía
un poco difícil entender por qué mi compañera o compañero (podían ser equipos
de 2 hombres, de 2 mujeres o mixtos, y también de un solo jugador) de juego en ocasiones
no hacia lo que yo pensaba que debía hacer o lo que yo quería que hiciera;
entonces comencé a entender que debíamos trazar estrategias juntos y que debíamos
cuidarnos el uno al otro, incluso pensar de manera estratégica en cada uno.
Pensé
que era todo, pero no; cuando el juego empezaba y se comenzaban a dar los
incidentes debíamos pensar rápido y actuar aún más rápido, conectarnos,
animarnos, entendernos y defendernos mutuamente con el propósito de poder
vencer al equipo contrario; pero todo esto era necesario hacer sin pensar en
arruinar al compañero contrincante, pues también teníamos que pensar como él y quizás
adivinar o descubrir cuál sería su estrategia.
Todo
eso me dio las herramientas necesarias para poder entender lo que ere trabajar realmente
en equipo; de hecho me gustaba mucho jugar en pareja; y mi primer premio como
campeona nacional lo logré jugando en equipo con mi prima Ruderkis con apenas
10 años. Fuimos aprendiendo muy rápido y nos esforzábamos por ser muy buenas
cada día. Hacíamos todos los ejercicios que nos mandaba nuestro entrenador (que
nunca olvidare), teníamos que correr, hacer aeróbicos, entre otros; Él nos exigía
bastante quizás para unas niñas con tan poca edad, pero en el fondo el sabia el
potencial que teníamos todos los niños que en ese momento practicábamos con él;
de hecho la mayoría de los chicos que entrenó, todavía hoy son deportistas,
fueron o son entrenadores y tuvieron éxito en la rama del deporte (aunque no
fuera en el tenis per se). Creo firmemente que lo que aprendimos allí nos ayudó
a lograr lo que logramos después cuando fuimos adultos.
Yo continúe
jugando por muchos años; incluso fui entrenadora en el Colegio donde me forme
(y en la universidad también); allí me gustaba mucho jugar y de hecho llegue a
jugar también otras disciplinas como el voleibol y basquetbol. La disciplina,
el trabajar en equipo, el entender que era mejor hacer las cosas con ayuda idónea,
para mí era genial.
Ahora
bien, en estos momentos que estamos viviendo, Dios, la vida misma o en lo que sea
que usted crea, nos están diciendo “debes trabajar en equipo”; cuando te dicen “quédate en tu casa”, “no salgas”, te están
diciendo cuídate y ayúdanos a cuidar a los demás; cuando te dicen “tápate la
boca cuando estornudes”, realmente nos están diciendo, “piensa en tu compañero
para que no lo infectes”; cuando te dicen “lávate las manos, la cara, los
brazos, cuando llegues de la calle”, te están diciendo “debes cuidarte y con
eso cuidas a tu familia”.
El
mundo nos está diciendo “auxilio, ya no
aguanto más”, el mundo ya no aguanta la contaminación, no aguanta el que
tires una basura en la calle porque no puedes esperar a llegar a un zafacón; el
mundo no aguanta más que los hoteles y negocios industriales continúen
contaminando las aguas del mar; el mundo no aguanta que el hombre sólo piense
en sí mismo, que no tenga amor por su prójimo, que crea que puede chocar,
maltratar, discriminar, burlas, engañar e incluso matar a su prójimo, si este
no hace lo que queremos, sin tener consecuencias futuras.
El
mundo nos grita hoy “para, reflexiona”;
hoy hemos tenido que parar, parar nuestra rutina de levantarnos, ir a trabajar,
llegar a casa, dormir, despertar y volver a ir a trabajar; y cuando nos llega
el día de recordar la creación de Dios, de descansar y compartir con la
familia, estamos tan cansado que preferimos que los hijos salgan con sus amigos
y que nos dejen en paz descansar en casa; otros preferirán ir a tomar, bailar,
o lo que sea, menos compartir en familia, argumentando que se lo merecen, pues
trabajan demasiado.
Hoy
tenemos necesariamente que vernos las caras en la casa (o vernos a través de
una pantalla), y nos daremos cuenta de todas las cosas de las que nos perdemos
por estar prestando nuestro tiempo a otras cosas que no son tan importantes
como lo son nuestras familias.
Hoy en
medio de esta cuarentena, o del toque de queda, nos resistimos, no entendemos,
nos sentimos ansiosos, acorralados, desesperados; pero nunca nos pusimos a
pensar ¿qué estamos haciendo para mejorar nuestro entorno?. Dios nos ha hecho
mejorar el entorno encerrándonos en nuestras casas; piénsalo, hasta las aguas
de Venecia están cambiando, están más limpias, los animales están sintiéndose más
seguros, los arboles están reverdeciendo; y pensar que todo eso fue creado
primero que el “hombre”; el hombre fue la última creación de Dios, y esa última
creación ha estado destruyendo el mundo completo, por años.
Es
en estos momentos donde pensamos que la muerte puede estar más cera de lo que pensábamos,
y muchos nos aferramos a la vida con todos nuestros recursos y fuerzas; otros
piensan que el día que le toque morir descansaran; otros ni siquiera piensan en
eso (tengo una compañera de trabajo que se enoja cuando hablan de la muerte, le
tiene mucho miedo); pero una de las cosas más segura que tiene el ser humano es
justamente eso, la muerte.
Mientras
estamos vivos, no pensamos en las consecuencias de nuestras acciones, por lo
que no tenemos tiempo de pensar, ni si quiera en la muerte; no pensamos ni en
la esperanza de vivir mejor, solo vamos al ritmo que el mundo nos lleva, y el
mundo solo trae cada día consigo, la consecuencia de las malas acciones y la
mala administración del hombre, de los recursos que desde un principio Dios le
dio para que lo cuidara y protegiera. La mano del hombre cada día daña,
destruye, destroza todo lo bueno que Dios con tanto amor creo para nosotros.
Hoy quizás
lloramos la partida de un ser querido (a tiempo o destiempo), de un amigo, de
un conocido, pero eso ni siquiera nos mueve a reflexión. Quiera Dios que
mientras tengamos vida encontremos el momento para reflexionar y determinemos
en nuestros corazones ser mejores y brindar esperanza a nuestros semejantes. En
el libro de Eclesiastés 9:4 dice “Hay esperanza para todo el que está entre los vivos, porque mejor es perro
vivo que León muerto”.
Dice
también que el amor, odio y envidia perecen cuando el hombre muere, y que nunca
más participaran de lo que está debajo del sol; así que creo que lo que
tengamos que hacer, debemos hacerlo ahora (y hacerlo bien),ahora que podemos
respirar, que podemos ver, que podemos hablar, que podemos tocar…y ya que estas
vivo, mira a tu alrededor, piensa en lo bueno que puedes aportar, mira a tu familia,
habla con tus seres queridos (no sólo por teléfono o por computador), míralo a
los ojos, diles que los amas; toca con tus manos y con tu espíritu las manos y
el espíritu de tu pareja, de tus hijos, de tus padres, de tus hermanos, do
todos los que estén a tu alrededor, siéntelo, ellos están ahí, disfrútalos mientras
puedas; pero nunca olvides que debes
seguir las reglas.
Dios
desde el principio nos dio todo lo que a lo largo de nuestras vidas podríamos necesitar,
alimento, luz solar, extensión de tierra, aire puro, agua cristalina, animales
de todo tipo; y dijo Dios: Fructificad y multiplicaos. Llenad la tierra y
gobernadla. Dominad los peces del mar, las aves del cielo, y todas las bestias
que se mueven sobre la tierra. Dijo también Dios: Os doy toda planta que da
semilla, que está sobre la tierra, y todo árbol que lleva fruto y da semilla.
Eso será vuestro alimento. (Génesis 1:28-29) y en el versículo 31 dice:
Entonces Dios contempló todo lo que había hecho, y vio que era bueno en gran
manera… luego creo al hombre, y en el capítulo 2 dice: “Tomo, pues, Dios el
Señor al hombre y lo puso en el jardín del Edén, para que lo cultivara y lo guardara.” (Versículo 15).
Entonces,
¿crees que hemos hecho todo lo que Dios nos dijo que hiciéramos desde el
principio?, obviamente no, pero estamos todavía vivos (o sea, tenemos tiempo),
y si recuerdas el verso que te mencioné anteriormente de Eclesiastés recordarás
que es mejor estar vivo, así que debemos ayudar a reconstruir un mejor mundo
para nosotros mismos y para nuestros hijos. Vamos pongamos de nuestra parte;
aprendamos a seguir instrucciones, primeramente la de Dios, cuidamos,
protejamos nuestra casa común que es este mundo, el planeta tierra.
Dios
ha sido bueno todo el tiempo, y dice la palabra que él no cambia ni se muda, lo
dice en más de un versículo, veamos:
Malaquías
3:6
"Porque yo, el SEÑOR, no cambio; por eso vosotros, oh
hijos de Jacob, no habéis sido consumidos.”
Números
23:19
“Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre,
para que se arrepienta. ¿Lo ha dicho El, y no lo hará?, ¿ha hablado, y no lo
cumplirá?”
Salmos
102:25-27
“Desde la antigüedad tú fundaste la tierra,
y los cielos son la obra de tus manos. Ellos perecerán, pero tú permaneces; y
todos ellos como una vestidura se desgastarán, como vestido los mudarás, y
serán cambiados. Pero tú eres el mismo, y tus años no tendrán fin.”
Por eso hoy te invito a que
puedas descansa en el Señor nuestro Dios, vuélvete a Él, confía en EL, y El responderá
cada una de nuestras oraciones. Que Dios colme nuestras vidas de paz y
esperanza, son los más sinceros deseos de www.oloracielo.blogspot.com para
ti.
Bendiciones.