En
mi angustia clamé al SEÑOR, y El me respondió. (Salmos 120:1)
Es
un momento de angustia mundial por la cantidad de muertos e infectados a causa
del COVID-19. A pesar de esto Dios nos recuerda hoy, que en esos tiempos de
angustia es cuando debemos acudir a sus brazos de amor, para que su amor nos
envuelva; para que llene el lugar en donde nos encontramos con su presencia;
porque es allí donde encontraremos lo que necesitamos. Este pueblo necesita
paz, necesita confortación, necesita poder volver a respirar libremente, a
caminar libremente, a abrazar libremente, necesitamos volver a la normalidad.
Ya
nuestra cotidianidad traía consigo sus propios problemas, los cuales nos hacían
verlos lo suficientemente grandes, que nos llegábamos a desesperar a causa de
ellos; pero al vivir una situación como esta, donde diariamente la prensa se
encarga de ponerte al día con las estadísticas de las personas que han muerto y
de las demás que están infectadas; te muestran como la desesperación de la
gente y el rumor de unos desaprensivos pueden llevar a una situación peor que
la que consigo trae esta enfermedad (me refiero al rumor del toque de queda por
24 horas que hizo que se volvieran a aglomerar personas en los distintos
establecimientos comerciales de expendio de comidas de este país).
Quizás
encontremos personas que después de todo esto no quieran abrazar a nadie, quizás
no quieran tomar la mano de nadie, tal vez no quieran asistir a lugares donde
se amontones muchas personas (incluidas las iglesias), y pensamos que es
improbable que podamos volver a nuestra llamada normalidad.
Pero
Dios hoy, una vez más, nos muestra qué debemos hacer en estos tiempos; Salmos
18: 6 dice: “En mi angustia invoqué al
SEÑOR, y clamé a mi Dios; desde su templo oyó mi voz, y mi clamor delante de Él
llegó a sus oídos”, y es justo eso lo que Dios demanda de sus hijos hoy.
Clama
al Señor, preséntale tus angustias, y pídele paz, fuerzas y sabiduría para este
proceso y que nos prepare para el venidero; sobre todo que nos prepare a nivel
espiritual para nuestro encuentro con El. No importa que tan lejos te sientas
de Dios, en el libro de Deuteronomio 30:4 dice “Aunque hayas sido arrojado a la tierra más distante, de allí te traerá
el Señor tu Dios y de allá te tomara”, Dios promete cuidarnos y traernos
siempre a su presencia. Pide y disfruta de la compañía de Dios todo poderoso,
conoce y aplica su palabra a través del discernimiento de ella por medio del Espíritu
Santo, y has de Jesucristo tu mejor amigo.
Recuerda
que el deseo de Dios es que seas feliz, que estés siempre alegre, su palabra dice
“Alégrense
siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense!” (Filipenses
4:4), y también nos dice: “Cuando en mí la angustia iba en aumento, tu consuelo llenaba
mi alma de alegría”. (Salmos 94:19); es por esto que en medio de
nuestras tormentas te invito a que tengamos paz.
Que
tengas un excelente día, y que la comunión de Dios padre, Jesucristo y el Espíritu
Santo puedan morar en tu vida. Siempre serán los deseos de tus amigos de www.oloracielo.blogspot.com bendiciones.
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