En
el libro de Deuteronomio capítulo 29 encontramos una historia hermosa, de dirección
y misericordia de parte de Dios para con su pueblo. Primeramente Moisés llamo
al pueblo y le hizo reflexionar sobre todo de lo que ellos habían sido
protagonista por la misericordia de Dios; refresco sus mentes, recordando cada
momento en el que se vio manifestada la mano de Dios, su amor y su misericordia.
Le recordaba de todas las batallas que la mano del Señor les libro, y todo lo
que le dio durante su peregrinar de los
40 años que estuvieron por el desierto.
También
les recordó el pacto que se habían hecho, este pacto se había hecho desde el
principio y les recordó al pueblo que no era solo con ellos; el pacto era con
los que estaban y con los que todavía no estaban, o sea los que habían de venir
por descendencia.
En
el versículo 18 de ese capítulo dice algo muy interesante: “No haya entre
vosotros varón o mujer, familia o tribu, cuyo corazón se aparte hoy del Señor
vuestro Dios, para servir a los dioses de esas naciones. No haya en vosotros raíz
que eche veneno y ajenjo”… Moisés les está recordando en qué consistía ese
pacto; que no sirvieran a otros dioses (y fíjate que está escrito con minúscula
la palabra dioses, es que Dios sólo hay uno, ¡gloria a Dios!) y les dice que no
debe haber en nosotros raíz que echa veneno; preguntarás ¿qué cosas echan
veneno?, bueno, puede ser el chisme, la envidia, la amargura de espíritu, la mezquindad,
la falta de fe, entre muchas otras cosas.
La
cita continua diciendo que no quiere Dios que seamos hipócritas, que
pretendamos tener paz andando según nuestros propios preceptos, y aquí viene
una parte muy dolorosa para mí, en el versículo 20 cuando dice: “El Señor no
estará dispuesto a perdonar, antes se encenderá su enojo y su celo contra ese
hombre. Asentará sobre él toda maldición escrita en este libro, y el Señor
borrará su nombre de debajo del cielo”; sigue diciendo la lectura por qué
sucederá eso, cuál es la causa, para que no quede dudas, y termina el capítulo
haciendo referencia a lo que pertenece a Dios y lo que pertenece al hombre: “Las cosas secretas pertenecen al Señor
nuestro Dios, pero las relevadas son para nosotros y nuestros hijos para
siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta Ley”.
No
permitas que las distracciones de este mundo te hagan sucumbir en la desesperación,
en la depresión, en la inacción… confía en nuestro Señor y permite que el Espíritu
Santo ilumine tu vida, de tal manera que puedas cumplir la Ley de Dios y puedas
a través de esto, aumentar tu fe; y que Dios nos libre de que nuestros nombre
sean borrados de debajo del cielo.
Se
perseverante en la búsqueda de la verdad, pero no quieras acomodarla a ti ni a
tu estilo de vida, o modernizarla, la palabra de Dios es fiel y verdadera, y es
para toda la eternidad; Dios no cambia ni se muda de lugar.
Dios
nos regale un día lleno de su amor y de su paz, en medio de tantas
distracciones, aprendamos a confiar en nuestro Dios. Tus amigos de www.oloracielo.blogspot,com te
desean bendiciones hasta que sobren y abunden.
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