Hoy en día es muy común
ver la gente correr de aquí para allá y de allá para acá, sin descanso, sin
sosiego; esto es porque pertenecemos al mundo de la inmediatez; casi siempre
estamos yendo rápido camino al trabajo, rápido camino a la escuela, rápido camino
a la universidad, comenzando a cocinar temprano porque el tiempo no nos
alcanza, y en eso se nos está pasando la vida.
Nunca encontramos tiempo para visitar un amigo,
para hacer una llamada a un ser querido que está lejos de nosotros; no nos
detenemos a apreciar la belleza de nuestros campos, de nuestros ríos, de
nuestros niños, de nuestros adolescentes, de nuestros adultos mayores.
Mas bien, juzgamos a todos por igual cuando
recibimos o vemos una mala acción en algunos de esos escenarios mencionados
anteriormente. Siempre estamos viendo el vaso medio vacío; decimos “la juventud
está en droga, los niños están perdiendo el tiempo en el internet, aprendiendo
mañas, los adultos mayores están fastidiando a los que les rodean, el mar esta
sucio, los ríos están feos, no hay casi árboles”, etc.
Es y ha sido siempre más fácil ver el vaso
medio vacío; estamos especializados en quejas y lamentos; si nos tocó un
ambiente familiar no muy bueno, entonces le cargamos la culpa de que no nos esté
yendo bien; si nuestros padres no nos dedican tiempo, entonces los culpamos de
todo los que nos pasa en las calles; Si nos cancelan del trabajo es que el jefe
era demasiado exigente y quería explotarme, y en eso también se nos va la vida.
Pero que diferente seria si en vez de quejarnos
o quedarnos en nuestra zona de confort, decidiéramos hoy levantarnos y dejar de
juzgar y echar la culpa a los que nos rodean por las cosas que nos suceden; si
nos levantamos y decidimos hacer las cosas diferentes, para poder obtener
resultados diferentes; si nos espabilamos y decidimos cooperar con nuestro
planeta; si nos ponemos la ropa de la actitud correcta y ayudamos a aquellos
que necesitan ayuda.
Hay alguien hoy que está deprimido, abatido,
angustiado, cansado, desolado, triste, que, quizás solo necesita un abrazo, o
una palabra de esperanza; se transmisor de esas buenas nuevas; ayúdales a
cambiar, recordando que para hacer eso, necesitas cambiar tu primero.
Se paciente, ten esperanza, se positivo, regala
una sonrisa, da un abrazo, y permite que los demás también lo sean contigo. Que,
dentro de tus prioridades de este día, este el hacer el bien sin mirar a quien
y el de fortaleces tu fe por medio de la esperanza en Dios; cree fervientemente
que podemos tener un mejor hogar, un mejor vecindario, un mejor ambiente de
trabajo, un mejor espacio de estudio, un mejor país, un mejor mundo.
Levántate, resplandece,
porque ha llegado tu luz y la gloria del SEÑOR ha amanecido sobre ti (Isaías
60:1), este es el verso bíblico que quiero regalarte hoy; recordarte también
que Dios es bueno todo el tiempo, y que despiertes y te muevas porque hay Olor a cielo.
Bendiciones.