domingo, 26 de octubre de 2025

¿Cómo puedo llegar a ser verdadero discípulo de Cristo?

 



Comencemos definiendo la palabra Discípulo, según la Real Academia Española esto significa:

  1. Persona que aprende una doctrina, ciencia o arte bajo la dirección de un maestro.
  2. Persona que sigue la opinión de una escuela, aun cuando viva en tiempos muy posteriores a los maestros que la establecieron.

 

Entonces, teniendo en consideración estas definiciones podemos decir que ser discípulo es aprender y seguir la dirección u opinión de alguien, aunque ya no este; en los tiempos de Jesús ser un "discípulo" significaba ser un estudiante, un seguidor comprometido que imitaba a su maestro en todo. Para nosotros hoy, significa lo mismo, aunque ya no este físicamente con nosotros: no solo aceptar a Jesús como Salvador; la esencia de ser cristiano es aceptar sus enseñanzas como Maestro y reconocerlo también como Señor y Salvador de cada área de nuestra vida.

Partiendo de esto, podemos hablar entonces de algunos pilares fundamentales que nos ayudaran, según la Biblia, para llegar a ser un verdadero discípulo de Cristo:

1. Amar a Cristo por encima de todo

El discipulado comienza con una entrega total y una priorización absoluta de Jesús en nuestras vidas. Él debe ser el centro y lo primero en todo, incluso por encima de nuestras relaciones más íntimas y de nuestra propia vida.

El evangelio de Lucas 14:26 (RV 1960) lo relata de la siguiente manera:

"Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo."

Una nota sobre "aborrece": Esta es una expresión semítica que significa amar menos por comparación. No es un llamado a odiar a nuestra familia, sino a amar a Cristo con tal intensidad que, en comparación, nuestro amor por los demás parece "aborrecimiento". Él debe ocupar el primer lugar en nuestro corazón.

El llamamiento de los discípulos tuvo como condición dejar todo lo que estaban haciendo, todo lo que tenían e incluso todo lo que eran, con la finalidad de seguir a Cristo y aprender de Él; cada uno de los discípulos que fueron llamados representaban diferentes tipos de renuncia, unos tenían familia (esposa e hijos), otros tenían muy buena posición económica, otros eran muy preparados (profesionalmente), otros tenían una vida desordenada y vacía, pero Jesús vio en ellos lo que serían en El en el futuro, algo que ellos mismos no podían ni siquiera imaginar; Dios ya había determinado lo que serían desde mucho antes de nacer.

2. Negarse a sí mismo y tomar la cruz cada día

Ser discípulo implica una renuncia diaria a nuestros propios deseos egoístas, ambiciones mundanas y comodidad personal para seguir la voluntad de Cristo, incluso si eso implica sacrificio o sufrimiento.

Lucas 9:23 (RV 1960) lo ilustra de la siguiente manera:

"Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame."

Tomar la cruz no es buscar el sufrimiento por el mero hecho de sufrir, sino estar dispuesto a enfrentar las dificultades y la oposición que inevitablemente vienen por causa de nuestra fe y obediencia a Cristo.

3. Permanecer en Su Palabra

La base del discipulado es una relación constante y profunda con la enseñanza de Jesús, esta es una de las etapas que nos causan más dificultad. Un verdadero discípulo no solo lee la Biblia, sino que la estudia, la medita y la aplica a su vida, todo esto bajo la dirección del Espíritu Santo que nos permite entender lo que Dios, por medio de su palabra, quiere que nosotros aprendamos.

El “permanecer en su palabra” es un verdadero reto, dado los muchos ruidos y distracciones que el mundo trae cada día a nuestras vidas, en el Evangelio de Juan 8:31-32 (RV 1960) hay una muestra de cómo el mismo Jesús nos advierte sobre lo difícil que es permanecer en El; no es solo creer, es lograr permanecer creyendo:

"Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres."

Esto indudablemente nos hace un llamado a reflexionar “¿Que debemos hacer para permanecer?”; el Salmista no se equivocó cuando dijo: "Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino." Salmos 119:105 (RV 1996); Permanecer en Su Palabra significa hacerla nuestra guía diaria, permitiendo que transforme nuestra mente y nuestro corazón.

4. Amarse los unos a los otros

El amor es la marca distintiva del discípulo de Cristo. No solo amar a Dios, sino también amar a nuestros hermanos en la fe y a nuestro prójimo, incluso a nuestros enemigos.

En el Evangelio de Juan 13:34-35 (RV 1960) encontramos un verso que nos explica que el amor al prójimo es un requisito indispensable que debe cumplir un verdadero discípulo:

"Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos por los otros."

Aunque este verso ha sido mal interpretado por muchos, al creer que el mismo Jesús había abolido la ley de Dios dando un mandamiento nuevo, ¿acaso esto que dijo no es la esencia misma del segundo mandamiento de la ley de Dios que encontramos en el libro del Éxodo capítulo 20?, les invito a meditar en esto; en el contexto que Jesús dijo estas palabras, esas personas conocían leyes y tradiciones de hombres y de iglesias de esos tiempos, es por esto que el mandamiento era nuevo para ellos, no se predicaba del amor de Dios ni del amor al prójimo, se predicaba cumplimiento de ley humana mezclada con la ley de Dios.

Este amor, contrario a lo que nosotros conocemos hoy, no es solo un sentimiento, sino una acción sacrificial y desinteresada, que refleja el amor de Cristo por nosotros.

5. Llevar mucho fruto

Un discípulo no es estéril. La vida de un verdadero seguidor de Jesús produce frutos espirituales: el fruto del Espíritu (amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza) y el fruto de las buenas obras que glorifican a Dios.

"En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos." Juan 15:8 (RV 1960).

Este fruto, inevitablemente es una evidencia de nuestra conexión con la Vid verdadera, que es Cristo; en este punto quiero recordar que es importante que no te fijes en lo que los demás piensen de ti como discípulo de Cristo, no debemos procurar la aprobación humana, cada quien en su intimidad con Dios sabe si está siendo fiel discípulo de Cristo o si solo está siendo un títere de alguna organización, cultura o grupo social; Dios al final de todo, juzgara con poder y con justicia.

6. Hacer otros discípulos

El discipulado no es un fin en sí mismo, sino un medio para glorificar a Dios y extender Su Reino. Un discípulo maduro tiene el llamado a compartir el evangelio y a enseñar a otros a seguir a Jesús.

El Evangelio de Mateo 28:19-20 (RV 1960) lo expresa de la siguiente manera:

"Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén."

Este es el mandato final de Jesús a Sus discípulos, y se extiende a nosotros hoy; aunque esto no quiere decir que todos estaremos preparados para hablar en pulpitos delante de grandes multitudes, ni que estemos preparados para enseñar las doctrinas de la Biblia en estudios bíblicos particulares; no debemos estar certificados por ningún organismo terrenal para hablar del amor de Cristo por nosotros, de lo que Cristo hizo en nuestras propias vidas, la certificación nos la da el bautizo del Espíritu Santo en nuestras vidas (con esto no quiero decir que estas certificaciones no tengan valor, por el contrario, muchas de estas certificaciones nos ayudan a ver detalles y contextos de la historia que no podemos conocer solo con la lectura de la Biblia, son importantes, pero no indispensables); debemos hablar desde nuestras experiencias.

Para resumir, ser un verdadero discípulo es un camino de entrega, obediencia, aprendizaje continuo, amor sacrificial y multiplicación. Es un proceso de toda la vida, guiado y capacitado por el Espíritu Santo.

Oración del día: "Amado Señor Jesús, mi corazón anhela ser un verdadero discípulo Tuyo. Te pido que me ayudes a amarte por encima de todo, a negarme a mí mismo y a tomar mi cruz cada día. Que Tu Palabra sea mi guía constante, que Tu amor fluya a través de mí hacia los demás, y que mi vida dé muchos frutos para Tu gloria, pero que el principal fruto sea que me capacites por medio de Tu Espíritu Santo para amarte, seguirte y obedecerte fielmente. Amén."

Pensamiento Positivo:

Recuerda mi querido, el camino del discipulado es el camino de la verdadera vida y la mayor aventura. No estás solo en este viaje; el Maestro mismo te ha llamado y te capacitará en cada paso. Confía en Su guía y entrega tu corazón por completo, porque Él es fiel para perfeccionar la obra que ha comenzado en ti.

 


sábado, 25 de octubre de 2025

¿Qué es la prosperidad para un cristiano?

 


Cuando hablamos de "prosperidad" en la Biblia, a menudo pensamos solo en lo material, pero Dios tiene un concepto mucho más amplio y profundo. La prosperidad de Dios es integral y holística: abarca nuestro espíritu, alma y cuerpo; nuestras relaciones, nuestra salud, nuestra paz y, sí, también nuestras finanzas, pero siempre con un propósito divino. Él desea nuestro bienestar completo.

Veamos cómo Dios nos prospera y qué pide de nosotros para que podamos experimentar esa plenitud.

Meditemos en lo siguiente: ¿Cómo Dios nos prospera?

Dios nos prospera de diversas maneras, siempre con Su amor y sabiduría como fundamento:

  1. A través de Su Pacto y Sus Promesas: Dios es un Dios de pactos. Él ha prometido bendecir a aquellos que le aman y le obedecen. Su deseo es darnos vida abundante.

En el libro de Deuteronomio 28:1-2 (RV 1960) tenemos un ejemplo de esto:

"Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios."

Aquí vemos que la prosperidad (las bendiciones) es una consecuencia de escuchar y obedecer la voz de Dios a través de su Palabra (la Biblia).

  1. Proveyendo Todas Nuestras Necesidades: Dios no solo quiere que vivamos, sino que vivamos bien, con lo necesario para servirle y glorificarle.

Veamos que nos dice la Biblia sobre esto en el libro de Filipenses 4:19 (RV 1996):

"Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús."

Aquí su Palabra nos muestra que Él es nuestro proveedor fiel, y dice que suplirá TODO conforme a sus riquezas; piensa en lo que podría darnos si somos fieles, pues Él es el dueño del mundo, todo le pertenece, y quiere compartirlo con sus hijos.

  1. Dándonos Sabiduría y Discernimiento: La verdadera prosperidad a menudo viene de tomar decisiones sabias, y Dios nos da esa sabiduría.

En el libro de Proverbios 3:13-16 (RV 1960) encontramos muestra de esto:

"Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, y que obtiene la inteligencia; porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata, y sus frutos más que el oro fino. Más preciosa es que las piedras preciosas; y todo cuanto puedes desear no se puede comparar a ella. Largura de días está en su mano derecha; en su izquierda, riquezas y honra."

La sabiduría es una forma de prosperidad que conduce a otras riquezas, que pueden ser tanto materiales como inmateriales; los antiguos lo creían y pudieron experimentarlos con sus propias vidas, y nos han dejado el legado para que tengamos ejemplo de cómo poder obtenerla en nuestros días.

  1. Prosperando Nuestra Alma: La prosperidad más importante es la espiritual, que nuestra relación con Él crezca y se fortalezca cada día.

En el libro de 3 Juan 1:2 (RV 1960) esta una de las expresiones más sinceras y que más me gusta de la Biblia; y aun esta promesa está condicionada por la prosperidad de nuestra vida espiritual:

"Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma."

Este versículo nos muestra el deseo de Dios de una prosperidad integral, con la prosperidad espiritual como la base todo; es una linda invitación a poder cuidar, cultivar y asegurar que nuestra vida espiritual este en la misma sintonía de los deseos de Dios para nuestras vidas.

Entones, luego de haber reflexionado en lo anterior: ¿Qué pide Dios de nosotros para esto?

Dios, en Su amor, nos invita a participar en Su plan de bendición. Lo que Él "pide" no son requisitos arbitrarios, sino principios que nos alinean con Su voluntad y nos posicionan para recibir Sus bendiciones.

  1. Obediencia a Su Palabra: Este es el fundamento de todo. Cuando vivimos según Sus mandamientos, abrimos las puertas a Sus bendiciones. Esto esta expresamente establecido en su Palabra:

"Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien." (Josué 1:8 RV 1960)

Con esto se nos invita a que escudriñemos y hagamos conforme a TODO lo que está escrito en su Palabra; no a una parte de ella, porque Dios es integral. La meditación y la obediencia a la Palabra son esenciales para la verdadera prosperidad y el "buen éxito" del ser humano.

  1. Buscar Su Reino Primeramente: Cuando priorizamos a Dios y Su voluntad para con nosotros, Él se encarga de nuestras necesidades (TODAS).

Mateo 6:33 (RV 1960) nos dice:

"Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas."

"Todas estas cosas" se refiere a nuestras necesidades materiales, que Él promete suplir cuando Él es nuestra prioridad. Lo escribió alguien que tenía todo (lo que en ese momento necesitaba) y precisamente lo dejo todo para seguir a Cristo.

  1. Generosidad y Fidelidad en los Diezmos y Ofrendas: Dios nos invita a honrarle con nuestros bienes, y Él promete abrir las ventanas de los cielos.

El siguiente verso nos relata una promesa hecha por Dios para todo aquel que ejerza la fidelidad; esto ha sido mal interpretado por muchos e ignorados por otros, pero Dios en su Sabiduría infinita nos invita a “Probarlo” en esto:

"Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde." (Malaquías 3:10 (RV 1960).

También el libro de Proverbios 3:9-10 (RV 1996) nos muestra cómo hacerlo, asegurándonos de obtener las recompensas por medio de la obediencia:

"Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos; y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto."

Esta es una invitación a ejercer la fe y la confianza en Sus promesas y en Su provisión.

  1. Trabajo Diligente y Responsable: Dios bendice el trabajo de nuestras manos. La prosperidad no es pasividad, sino el resultado de nuestra labor bendecida por Él. No pretendamos alcanzar a disfrutar de las bendiciones de nuestro Dios sin la aplicación de nuestro trabajo, eso es presunción.

Los siguientes versos lo explican de una forma sencilla pero poderosa:

"La mano negligente empobrece; más la mano de los diligentes enriquece. (Proverbios 10:4 RV 1960).

"Sea la luz de Jehová nuestro Dios sobre nosotros; y la obra de nuestras manos confirma sobre nosotros; sí, la obra de nuestras manos confirma." ("Salmos 90:17 RV 1996).

 

  1. Confianza y Fe en Él: Debemos creer que Él es capaz (ejercer nuestra fe) y que desea bendecirnos, esto es esencial para poder recibirlas.

En el libro de Jeremías 17:7-8 (RV 1960) se confirma esta promesa fruto del ejercicio de nuestra fe:

"Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto."

La prosperidad viene de una relación de confianza con nuestro Padre Celestial. Te invito a meditar en estos puntos estudiados anteriormente, con el fin de poder comprender cual es el propósito de Dios para con nosotros; Léelo una vez más, pero hazlo luego de orar a Dios para obtener entendimiento y discernimiento sobre este estudio; te prometo que te sorprenderás con los resultados.

 Oración del día: "Amado Padre celestial, gracias porque entiendo y confío en que Tu deseo es que yo prospere en todas las cosas, comenzando por mi vida espiritual. Ayúdame a ser obediente a Tu Palabra, a buscar Tu reino en primer lugar, a ser generoso con lo que me das, y a trabajar con diligencia. Que mi vida sea un reflejo de Tu bendición y Tu gloria. En el nombre de Jesús, Amén."

Pensamiento Positivo: Recuerden mis amados: La verdadera prosperidad no se mide por lo que posees, sino por lo que eres en Cristo y por la paz que inunda tu corazón. Dios no quiere solo darte cosas, Él quiere darte a Sí mismo, y en Él, tienes todo lo que necesitas para una vida plena y abundante. Confía en Su plan perfecto para ti. Y recuerda que todavía hay Oloracielo.

 


viernes, 24 de octubre de 2025

¿Como escuchar la voz de Dios?

 



Amados, el deseo de escuchar la voz de Dios es el anhelo más noble del corazón de un creyente, porque es a través de Su voz que recibimos dirección, consuelo, corrección y revelación de Su amor.

Es importante entender que Dios no siempre nos habla con una voz audible, como lo haríamos nosotros. Él es un Dios personal y se comunica de diversas maneras, todas ellas poderosas y llenas de propósito. Algunas de las formas principales en que podemos escuchar Su voz son las siguientes (con el respaldo de Su Palabra):

Dios nos habla por medio de Su Palabra Escrita: La Biblia

Esta es la forma más clara, consistente y autoritativa en que Dios nos habla. La Biblia es Su carta de amor y Su manual de vida para nosotros, donde se nos comparten instrucciones específicas para poder alcanzar el nivel de sabiduría, gracia y entendimiento que Dios ya predestino para nosotros. Si queremos escuchar a Dios, debemos inevitablemente sumergirnos en Su Palabra (bajo la dirección del Espíritu Santo). Debemos confiar en las enseñanzas de ella.

En el libro de 2 Timoteo 3:16-17 (Reina-Valera 1960), nos dice cuál es la esencia y el propósito de la biblia:

"Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra."

Otro verso nos confirma como nosotros deberíamos ver la Biblia (Salmos 119:105 RV1996):

"Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino."

Cuando leemos, meditamos y estudiamos la Biblia, el Espíritu Santo ilumina nuestro entendimiento y nos revela la voluntad de Dios para nuestras vidas. Es como si Él nos hablara directamente a través de sus páginas.

Dios nos habla por medio del Espíritu Santo

Una vez que hemos recibido a Cristo, el Espíritu Santo mora en nosotros. Él es nuestro Consolador, nuestro Guía y Quien nos revela la verdad de Dios. A menudo, Su voz es una convicción interna, una paz que sobrepasa todo entendimiento, o un suave susurro a nuestro espíritu.

Los siguientes versos nos confirman esto:

"Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho." (Juan 16:13 RV 1996).

 

"Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber las cosas que habrán de venir." (Juan 16:13 RV 1996).

 

Una de las cosas más importantes que debemos hacer para poder escuchar al Espíritu de Dios hablar a nuestras vidas es necesariamente aquietar nuestro corazón, pasar tiempo en oración y estar sensibles a Sus impresiones.

Dios nos habla por medio de la Oración y la Meditación

La oración no es solo hablar con Dios, no debe ser un acto mecánico y monótono de versos repetidos, es mucho más que eso, es derramar nuestros sentimientos, pensamientos y palabras en El, contarle todo con lujos de detalles, no para informarle (porque Dios conoce TODO de nosotros), sino más bien para escucharnos a nosotros mismos y ejercer la sinceridad, esto nos ayudara a estar prestos para también escucharle. En la quietud de nuestra comunión con Él, abrimos nuestro espíritu para recibir Su dirección. A veces, la "voz" de Dios es una idea que Él planta en nuestra mente, una claridad que llega después de un tiempo de reflexión, una impresión, un deseo.

Los siguientes versos nos clarifican la manera de cómo debemos orar y meditar:

"Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces." (Jeremías 33:3 RV 1960)

"Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; exaltado seré entre las naciones; enaltecido seré en la tierra." (Salmos 46:10 RV 1996)

Dedica tiempo a solas con Dios, sin distracciones, sin ruidos internos ni externos, y pídele que te hable, te sorprenderás los resultados que puedes obtener al estar a solas con Jesucristo en oración.

Dios también nos habla por medio de Circunstancias y Consejos Piadosos

Dios usa las circunstancias de nuestra vida y a otras personas, especialmente a hermanos maduros en la fe, para hablarnos y confirmarnos Su voluntad. Sin embargo, siempre debemos filtrar estas "voces" a través de la Palabra de Dios. Cualquier consejo o circunstancia que contradiga la Biblia no es de Dios.

Meditemos en los siguientes versos:

"Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo; más en la multitud de consejeros hay seguridad." (Proverbios 11:14 RV 1960).

"Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas." (Proverbios 3:5-6 RV 1996).

 

Escuchar la voz de Dios es un proceso que requiere un corazón humilde, dispuesto a obedecer, y una vida dedicada a buscarle. A esto debemos agregar inevitablemente el ayuno (el cual fue una práctica común en Jesucristo antes de ir en oración al Padre, pero este tema lo desarrollaremos más adelante).

Oración del día: "Amado Padre celestial, anhelo escuchar Tu voz. Te pido que abras mis ojos para entender Tu Palabra, que sensibilices mi espíritu a la guía de Tu Santo Espíritu, y que me concedas la sabiduría para discernir Tu voluntad en mi vida. Ayúdame a aquietar mi alma para poder oírte con claridad. En el nombre de Jesús, Amén."

Pensamiento Positivo:

Recuerda, hermano/a: Dios anhela comunicarse contigo más de lo que tú anhelas escucharle. Él es un Padre amoroso que siempre está hablando. Tu tarea es sintonizar tu corazón con Su frecuencia, confiando que Su voz te guiará siempre hacia Su perfecto plan para ti. Y si, todavía hay Oloracielo.

 


jueves, 23 de octubre de 2025

Seguridad y protección en Dios.

 




Cuando pensamos en la protección divina, no hablamos de un simple escudo físico, sino de una cobertura total, constante y amorosa que proviene del Todopoderoso. La Biblia está llena de referencias que nos recuerdan que nuestro Padre celestial es nuestro refugio inexpugnable.

Las promesas de protección para con sus hijos son eternas y son verdaderas, no tenemos que esperar a que la ayuda llegue a nosotros; Él es el auxilio pronto, solo debemos creer que Él está allí para nosotros (esto es fe). En medio de cualquier tormenta, en medio de cualquier situación, por grande e increíble que parezca, para Dios no hay nada imposible. Él es nuestra base segura. Dios no solo nos protege con fuerza, sino también con una vigilancia constante y personal. Somos tan valiosos para Él que nos compara con la parte más sensible y preciada del cuerpo:

"Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos: Después de la gloria me enviará él a las naciones que os despojaron; porque el que os toca, toca a la niña de su ojo." Zacarías 2:8 (Reina-Valera 1960).

Si en algún momento sentimos que no podemos más, que las fuerzas nos faltan, que ya no podemos seguir, si el problema es muy grande o el dolor muy intenso, si alguien intenta dañarnos en cualquier dimensión de nuestras vidas, está tocando directamente la "niña de Su ojo". ¡Qué nivel de intimidad y defensa! (medita en esto).

 La protección más grande que Dios nos ofrece no es solo física, sino espiritual y eterna. Nada puede separarnos del amor y la seguridad que tenemos en Jesucristo:

"Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro." Romanos 8:38-39 (Reina-Valera 1996).

Esta es la certeza de que, aunque el mundo se caiga a pedazos, nuestra alma está segura en las manos de nuestro Dios Padre Todo Poderoso.

Oración del día: "Padre celestial, te doy gracias porque eres mi refugio y mi fortaleza. Gracias por Tu cobertura perfecta y por la seguridad que encuentro bajo Tus alas. Ayúdame a recordar que, pase lo que pase, nada me puede separar de Tu amor. En el nombre de Jesús, Amén."

Pensamiento Positivo:

Recuerda, hermano/a: Tu seguridad no depende de la fuerza ni el tamaño de tu fe, sino de la fidelidad de Aquel en quien confías. Si Dios es tu protector, ¿quién podrá estar verdaderamente en tu contra? Camina hoy con la certeza de que estás guardado por el Rey de reyes y Señor de señores. Y recuerda agradecer por su protección y sus cuidados. No olvides que todavía hay Oloracielo.


miércoles, 22 de octubre de 2025

Desde el perdón de Dios.

 



¡Buenos días, hermano/hermana en Cristo! Hoy meditaremos sobre un tema tan vital como el perdón y la gracia de Dios, considerando que esta es la esencia misma del Evangelio y la fuente de nuestra esperanza y paz.

Seguramente en algún momento te has preguntado: ¿cómo puedo sentir el perdón de Dios o cómo se manifiesta? Para poder entenderlo, debemos recurrir a la inmutable verdad de la Escritura. Debemos comprender que el sentimiento de perdón no es algo que generamos por esfuerzo propio, sino una respuesta a la obra consumada de Cristo, recibida por la fe.

Meditemos en los siguientes aspectos:

1. Entender la Fuente del Perdón: La Gracia de Dios

El sacrificio de Jesucristo en la cruz del Calvario nos lleva a visualizar el amor de Dios por el ser humano, por lo que el perdón no es algo que merecemos; es un regalo inmerecido de parte de Dios. La base de todo esto es, indiscutiblemente la gracia.

En Efesios 2:8-9 (RV1960) nos dice: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe." La palabra "gracia" significa la bondad de Dios hacia todos, no solo a aquellos que solo merecen juicio. Sentir el perdón comienza al reconocer que no se trata de cuán bien nos portamos antes o después de pecar, sino de la perfección de Cristo que se nos imputa desde el inicio de la creación. El perdón de Dios es completo y total, no parcial ni condicional a nuestro estado emocional.

2. Confesar el Pecado y Aceptar la Limpieza

Después de reconocer el amor de Dios hacia nosotros, el siguiente paso para sentir el perdón es cumplir la condición que Dios ha establecido, que es la confesión.

En el libro de 1 Juan 1:9 (RV1960) nos habla sobre la confesión: "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad." El sentimiento de culpa a menudo persiste porque no hemos llevado (por completo) nuestro pecado a la luz de Dios, como lo pide la Escritura. La confesión no es solo un acto de hablar, sino de estar de acuerdo con Dios en que lo que hicimos estuvo mal y de reconocer que es pecado. Cuando confesamos, Dios no solo perdona (un acto legal), sino que también nos limpia (un acto de purificación). Meditemos en la fidelidad y la justicia de Dios al cumplir Su promesa de perdonar a través de la sangre de Cristo.

3. Recordar la Remoción Total del Pecado

Luego de la confesión, y para sentir verdaderamente el perdón, debemos dejar de lado la culpa que Dios ya ha quitado; debemos confiar plenamente en Él.

En el Salmo 103:12 (RV1960) nos dice la manera en la que Dios relaciona nuestras malas obras con nuestra nueva vida en Cristo: "Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones." Esto es lo que sucede cuando decidimos confesar nuestros pecados y aceptar el perdón de Dios en nuestras vidas, ya no deberíamos recordar más nuestras faltas. Piense en la distancia entre el oriente y el occidente; es una distancia infinita. Así de lejos ha puesto Dios su pecado. La culpa que sentimos a menudo es el eco de nuestra propia memoria o conciencia, no el recuerdo de Dios. Él no solo perdona, sino que olvida nuestro pecado en el sentido de que ya no lo usa para condenarnos. Meditemos en la verdad de que, si Dios no lo recuerda para condenarnos, usted y yo no debemos recordarlo para autocondenarnos.

4. La Paz como Evidencia del Perdón

Por último, y como resultado del perdón de Dios, es sentir paz, lo cual es la clave para sentir la liberación que tanto deseamos y buscamos.

El siguiente verso escrito en el libro de Romanos 5:1 (RV1960) nos habla justamente de la paz que debemos sentir al recibir su perdón: "Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo;" Sentir el perdón es sentir la paz que viene de saber que la guerra entre nosotros y Dios ha terminado. Ya no somos enemigos, sino hijos amados. Cuando la ansiedad o la culpa intenten abrumarnos, debemos recordar esta verdad: usted y yo hemos sido justificados por la sangre de Jesucristo derramada en la cruz del Calvario. El sentimiento de paz no siempre será eufórico, pero será una calma profunda y constante que proviene de saber que nuestra posición ante el Juez Supremo es segura.

La invitación de hoy es a realizar una oración personal y breve, confesando todo aquello que todavía cargamos y que reconocemos como pecado, y le pidamos al Espíritu Santo que selle en nuestros corazones la verdad de que hemos sido perdonados.

Oración del día: Padre Celestial, te doy gracias por la obra de redención de Cristo en la cruz. Confieso mi pecado… y recibo Tu perdón completo y total. Ayúdame a descansar en Tu gracia y a sentir la paz que viene de ser justificado por la fe. Amén.

Pensamiento positivo: "Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu." Romanos 8:1 (RV1960). ¡Tu pasado ha sido cubierto por la sangre de Cristo y tu futuro está seguro en Sus manos!

Que tengas un lindo día. Recuerda que todavía hay Oloracielo.

¿Cómo puedo llegar a ser verdadero discípulo de Cristo?

  Comencemos definiendo la palabra Discípulo , según la Real Academia Española esto significa: Persona que aprende una doctrina, ci...