jueves, 27 de junio de 2024

¿Caíste?, claro que te puedes levantar.



        Todos, en algún momento de nuestras vidas, hemos sentido ese sentimiento de fracaso, culpa, abandono, disgusto o decepción, por algo que hemos hecho, o que no hemos podido hacer, o que debimos de haber hecho o que necesitamos hacer. Esto no pasa solo con sosas, también nos pasa con frecuencia con algunas personas.

Lo más triste de esto sería que no tengamos la capacidad de poder levantarnos y comenzar de nuevo. Muchas veces hemos escuchado hablar de la resiliencia, pero ¿sabemos en verdad el significado de esto y sus consecuencias?

La resiliencia es la capacidad de una persona, comunidad, organización o sistema para adaptarse y recuperarse rápidamente de situaciones adversas, como pueden ser el estrés o los cambios significativos, en nosotros o en nuestro derredor. Es una cualidad esencial para enfrentar desafíos, superar crisis y continuar progresando a pesar de las dificultades.

Si definimos la palabra cualidad, podemos decir que es una característica que define y distingue a una persona, objeto o situación. Las cualidades pueden ser innatas o desarrolladas a lo largo del tiempo y juegan un papel crucial en la formación de la identidad, las relaciones y el éxito en diferentes aspectos de la vida. Podemos concluir que todos podemos llegar a desarrollar esta cualidad.

Entonces, ¿Porque nos cuesta tanto serlo?, la mayoría de las personas creen que cuando atraviesan una situación difícil están siendo resilientes, pero realmente lo único que están haciendo es teniendo una experiencia de vida; una experiencia de vida no es más que un evento o serie de eventos que afectan significativamente a una persona, contribuyendo a su desarrollo y a la formación de su identidad y todas ellas tienen el potencial de influir en la persona de manera profunda y duradera.

Para ser verdaderamente resilientes necesitamos enfrentar, superar y continuar a pesar de… esa manera en la que nosotros enfrentemos las situaciones difíciles, las herramientas o técnicas que utilicemos para combatir las dificultades o los retos y la manera en que permitimos que nos afecte para poder continuar, es lo que hace a la persona verdaderamente resiliente.

Todos, absolutamente todos, diariamente batallamos con situaciones, circunstancias, personas o cosas que resultan retadoras y difíciles para nuestro diario vivir; porque indiscutiblemente todo no depende solo de nosotros, muchas cosas dependen de aquellos factores externos que están fuera de nuestro alcance. Te preguntaras ahora: ¿Entonces Que debo hacer?

Tengo necesariamente que referirme al manual de vida (la Biblia), ya que uno de mis versículos favoritos (que a muchos les desagrada, créanme) es aquel que dice: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios...” (Salmos 46:10); este versículo no todo el tiempo me gusto; yo viví por mucho tiempo en la desesperación y en el constante correr en el cual nos envuelve este mundo ingrato, triste y cruel, pero a medida en que fui conociendo más sobre Dios, su poder, su amor y compasión, entonces pude comprender, que todas esas teorías sobre la resiliencia serian pura basura (y no la podríamos experimentar) sino llegamos a conocer verdaderamente a ese Dios de poder.

 

No sé si te has dado cuenta de que humanamente nosotros recurrimos a Dios cuando ya lo hemos intentado todo y no nos funciona como queremos; es allí donde decidimos buscar (solicitar) la ayuda de Dios en nuestras vidas. Y es entonces allí donde es glorificado su nombre, cuando dejamos que muera el YO y dejamos que Dios obre en nosotros, por nosotros y para nosotros.

 

No tenemos que desgastarnos, podemos perfectamente disfrutar cada momento de nuestra vida en armonía, paz y felicidad, si aprendemos a depender completamente de Dios; dejemos que Dios sea Dios y aprendamos a ser sus hijos (criaturas hechas a imagen y semejanza de Él) Genesis 1:27; la invitación de hoy es para que nos levantemos y dejemos el Yo a un lado, y entendamos que debemos ser uno con Dios; busquémosle de corazón, conozcámosle, obedezcámosle y entreguemos toda nuestra vida en sus manos; aprendamos a estar quietos y a dejar que El actúe a nuestro favor.

 

El esta con los brazos abierto esperando esa oración tuya y mía, para reconciliación y consagración; hagámoslo con corazón contrito y humillado ante Dios, no ante los hombres; recuerda que Dios es bueno todo el tiempo. Dios te bendiga y te guarde y recuerda que hay Oloracielo.


domingo, 23 de junio de 2024

La familia, ¿qué tan importante es para ti?

 



Hechos 16:31 Cree en el Señor Jesús; así tú y tu familia serán salvos.

    La familia es definida como una unidad social fundamental compuesta por individuos relacionados por consanguinidad, matrimonio o adopción de roles y responsabilidades compartidas entre sus miembros. Su importancia radica en la responsabilidad y capacidad que tiene de forjar y contribuir con el desarrollo personal y social de los individuos que la componen.  Es el lugar donde debemos desarrollar y aprender valores, normas y comportamientos; es donde se forman el carácter y la personalidad.

    La familia debe ser ese espacio que proporcione seguridad y apoyo emocional, los cuales contribuirán con el desarrollo psicológico de sus miembros. Debe también proporcionar estabilidad económica y debe servir como red de apoyo, donde cada miembro este en la capacidad, y mejor disponibilidad de cuidarse unos a otros.  Allí también debemos fomentar el aprendizaje en valores, normas y comportamientos que nos ayudaran a tener una integración social y una participación comunitaria saludable.

    Enseñar y perpetuar valores éticos, morales y culturales en adición a la conservación y transmisión de las tradiciones y costumbres familiares, son rasgos que también caracterizan a las familias, en esto radica la importancia de la familia. La familia no la podemos moldear a nuestros antojos y conveniencias, la familia tiene directrices y pautas que se encuentran marcadas desde el principio de los tiempos y que las encontramos en la Biblia.

    Desde la fundación del mundo, Dios organizo y preparo un lugar para poder colocar al primer ejemplo de familia para la humanidad, desde allí se dieron las directrices de cómo debía ser el funcionamiento de la familia como modelo para las demás generaciones; con lo que primero podemos encontrarnos en la historia es con las instrucciones precisas que Dios mismo dio al hombre para que pudiera convivir en paz en aquel hermoso lugar que había sido preparado para que ellos (Adán y Eva, junto con toda la raza creada) habitaran.

    Dios proveyó un espacio armonioso, alimento, trabajo, y normas de comportamiento, les ordeno que debían hacer y lo que no; pero como siempre, la raza humana cree tener todas las respuestas, o simplemente creen que todos los demás lo están engañando. El primer pecado (y el más destructor de todos) fue la desobediencia (no entraremos en discusión de quien desobedeció primero, ese no es el caso ahora), por esta desobediencia vinieron una serie de condenaciones o castigos que hasta hoy nos alcanzan y no nos permiten disfrutar plenamente de lo hermoso de la vida.

    El enemigo de las almas se ha encargado de desvirtuar el significado, misión, características y funcionamiento de esa institución tan importante como es la familia; al grado de que ya tenemos tantas diversidades de familias que las futuras generaciones preguntaran ¿Cuál es el modelo a seguir?...

    El rol de la familia en la actualidad está siendo desvirtuado y constantemente bombardeado por el arma más mortal que utiliza satanás (y que le genera muchos resultados), las redes sociales; estas están marcando las pautas a seguir, no solo sobre la familia, sino también sobre el comportamiento, la forma de vestirnos, de actuar e incluso de sentir; porque indudablemente nuestros modelos a seguir son esas personas de las redes; somos capaces de conocer más de ellos que de nuestras propias familias.

    Las redes sociales nos instan a que seamos, a que actuemos, a que nos vistamos y pensemos bajo los propios estándares que ciertamente nos llevaran a la destrucción, no solamente de nuestro cuerpo, sino también de nuestro espíritu. Y esto sin duda es lo más mortal que existe para la raza humana.

    Pero todavía tenemos esperanza en este tiempo de tanta confusión, presión social y desvirtualización de la familia; tenemos herramientas poderosas y eficaces, que nos ayudaran a fortalecer nuestro núcleo familiar, y que nos ayudaran a reestablecer todos esos atributos que como familia debemos tener o debemos ejercer.  El manual de vida (que es la Biblia) nos ayuda a encontrar respuesta a cada interrogante, pero también nos ayuda a entender que está pasando, porque y para que están pasando todas estas cosas; nos ayudará a entendernos y a mejorarnos como personas y esto se transmitirá a nuestras familias.

    No pretendamos cambiar a nuestras familias primero, humanamente no podemos; lo que podemos hacer es transformarnos en lo que queremos recibir de los demás y entonces podremos ver como ese cambio se vuelve a favor de nosotros en nuestro entorno.

    Cuando dejemos de estar echándole la culpa a los demás de los que nos pasa, de pensar que los demás quieren constantemente engañarnos o dañarnos, cuando aprendamos a ser esa persona con la que queremos lidiar, entonces aprenderemos a vivir en familia y a sentir la paz con la que Dios quiso desde el principio que viviéramos.

    Los demás, definitivamente no tienen la culpa de nuestros malos comportamientos, de nuestros resentimientos, de nuestras heridas sin sanar, de nuestras desdichas o penas… ellos fueron la vía que se utilizó para que nosotros perfeccionáramos nuestro carácter, pero contrario a eso, vivimos llenos de rencor, envidia, desesperación de tener lo que no podemos tener, insatisfacciones, carencias espirituales y físicas, etc., y somos incapaces de mirarnos a nosotros mismos, quizás si lo hacemos, no nos va a gustar lo que vemos, pero la buena noticia es que podemos mejorarlo.

    Tu eres el responsable de como las personas te ven, te perciben y te tratan, no hay más culpable ni responsable que tú mismo. Así que, si no te gusta como alguien te está tratando, verifica primero como le estas tratando tú, corrige lo que este mal, y entonces disfrutaras de esa vida en familia que necesitamos, anhelamos y merecemos.

    Todos los seres humanos en esta tierra somos una gran familia, aunque no hablemos el mismo idioma o tengamos culturas diferentes; la sangre de Cristo habita en todos y cada uno de nosotros; esa sangre que fue derramada en la cruz del calvario para salvarnos de pecado, está haciéndonos un llamado a la unidad, a que volvamos a encontrarnos con nosotros mismos, a que aprendamos más de Dios y de su palabra y a que aprendamos a vivir una vida en santidad, como la que fue ideada en el Edén para nuestros primeros padres.

    Hoy hay esperanza para que podamos disfrutar de todo lo bueno que queremos, pero debemos aprender el verdadero significado de lo bueno; no es lo que los medios de comunicación te enseñan, no es lo que ves ni escuchas en las redes sociales, lo verdaderamente bueno está en la palabra de Dios, y el Espíritu Santo está dispuesto y disponible para hacernos entender las verdades del evangelio y de la vida eterna; solo tenemos que querer hacerlo.

    Hoy te invito a que puedas descubrir cuáles son esas normas, pautas y directrices que la Biblia (como manual de vida) está proporcionándonos cada día para ayudarnos a vivir prósperamente, felizmente y en paz con todos los miembros de esta gran familia que nos rodean. No necesitamos tener el mismo tipo de sangre, ni haber nacido del mismo vientre, somos TODOS hijos de un Dios de amor, Todopoderoso y Eterno, el cual hoy extiende su mano para ayudarnos a que seamos verdaderamente felices. Ese fue el propósito desde el principio en el EDEN.

    Disfruta tu familia, ama a tu familia, intégrate a tu familia, crece junto con tu familia, soporta y supera todo lo malo que pueda haber en tu familia, perdona a tu familia, restaura a tu familia, escucha a tu familia, conoce a tu familia, interactúa con tu familia, y sobre todo ayuda a que tu familia sea mejor siendo tu mejor primero; porque el deseo de Dios es que TODOS vivamos eternamente en el Cielo con El, cómo familia.

Dios te bendiga y te guarde y recuerda que hay Oloracielo.


martes, 18 de junio de 2024

Un Señor, una fe, un bautismo…

 



Efesios 4:5 nos recuerda que por más que tú y yo intentemos por todos los medios posibles destacarnos, renovarnos, mejorarnos, no lo podemos hacer por nuestras propias fuerzas, ni por nosotros m ismos, necesitamos indudablemente la ayuda incondicional de Dios, por lo que somos y seremos siempre creyentes de un mismo y un solo Dios.

         No existen dos señores diferentes dignos de alabar; no importa la denominación a la cual pertenezcas, cada iglesia tiene (o debe tener) como propósito principal, el seguir los pasos de nuestro Señor Jesucristo y las enseñanzas que nos proporcionan la Biblia para la vida eterna. Este debería ser nuestro modelo para seguir, no pautas ni requerimientos humanos, que indiscutiblemente nos apartan cada día más de la visión que Dios tiene de nosotros y para nosotros.

         Cada acto humano debería reflejar la pureza del amor de Dios, el carácter de Jesucristo y un corazón renovado, redimido y en espera de su redentor. Pero esto, cada día que pasa se vuelve más complicado y complejo; estamos recibiendo constantemente influencias del enemigo por todos los medios de comunicación que existen, donde somos capaces de sumergirnos por horas incontables, olvidándonos de cosas tan importantes como nuestra relación personal con Dios y con nuestra familia.

         Recuerdo que desde muy niña cuando desidia hacer algo, ponía todo mi esfuerzo, empeño, tiempo y dedicación, a conocer ¿cómo podría lograrlo?; fui por muchos años jugadora de tenis de campo, para el cual, todos los días me preparaba, me entrenaba y asumía todos los retos que esto conllevaba. Gracias a Dios, al esfuerzo que puse en cada entrenamiento, y al apoyo de mi familia, pude ganar campeonatos e incluso estar en la portada de las noticias nacionales en mi país, otorgando reconocimiento a todo ese esfuerzo.

         Ese mismo empeño realice cuando decidí que iba a ser licenciada en contabilidad; igualmente paso cuando decidí hacerme licenciada en derecho y cuando curse la maestría en Seguridad y Defensa en mi país; un país donde muchos pueden decir que no hay muchas oportunidades. También pude experimentar lo mismo cuando me propuse alcanzar y ejercer la posición más alta (en mi carrera profesional) que podía ocupar una persona que no es política, en una de las más importantes oficinas públicas del Estado.

         Todo esto, nadie me lo regalo, Dios venía trabajando conmigo desde que tenía 12 años, cuando ya podía entender lo que estudiaba de la biblia; esto se agudizo cuando, por medio de mi mejor amiga de la juventud, conocí a Jesucristo tal y como Él quería que lo conociera; desde entonces para cada paso que daba en los proyectos que emprendí, Él estuvo allí ayudándome, dándome las pautas con las cuales yo podía alcanzar lo que me propusiera.

         Un día también decidí, después de tantos años de haber estudiado inglés, volver a las aulas a reforzarlo, con el propósito de que mis hijos también me acompañaran y aprendieran, y se motivaran con otro idioma. En el aula de clases yo era la persona más adulta, incluso más que el profesor, pero allí estaba yo, dispuesta a aprender.

Recuerdo que un día en clases el profesor hizo las siguientes preguntas “¿Qué quieren llegar a ser; ¿qué les gustaría lograr?, ¿cuál es tu sueño o meta inmediata? ..., los demás compañeros, cuyas edades fluctuaban entre 14 y 18 años, comenzaron a contestar, unos decían que terminar con éxito la escuela, otros decían que encontrar un buen trabajo, otros tener una familia, otros hacer una carrera profesional, etc…

         Cuando llego mi turno, hubo un momento de silencio acompañado de una tierna y sincera mirada hacia mi profesor, al cual luego de haber reflexionado escuchando a mis compañeros, le conteste “Soy todo lo que quiero ser”.

         El profesor se quedó por unos segundos mirándome y luego me pregunto “¿Es usted cristiana?” a lo que le dije “SI”, y el entonces dijo “Ya lo entiendo, es usted una mujer admirable” …

         Los atributos personales son adquiridos a lo largo de nuestras vidas, y estos pueden ser modificados para bien o para mal; cada cosa que hacemos, que decidimos, que emprendemos, que soñamos, está marcada con la sangre de Cristo, la cual nos dice “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta”. Romanos 12:2

Otro versículo de la biblia que me acompaña y me da fuerzas en cada acción que realizo, es el que se encuentra en Filipenses 4:13 “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Hoy te invito a que reflexiones en todo lo que has logrado y en todo aquello que te falta o que quieres conseguir, tu mejor compañero de viajes, te aseguro que será sin duda Jesucristo.

Entrégale hoy a Él todos tus planes, fortalezas y debilidades; consagra tu accionar en las manos de Dios, estudia su palabra, colmate de sabiduría, actúa con amor, dedicación, responsabilidad, humildad y actitud positiva. Todo lo que quieres lograr esta en tus manos, y lo conseguirás si también está en la mente de nuestro Dios. Confía, El hará, cualquiera que sea tu concepto de Dios.

Recuerda, “Un Señor, una fe, un bautismo”.

Hay Oloracielo. Bendiciones.


lunes, 17 de junio de 2024

¿Sabes escuchar?

 



Escuchar definitivamente es un arte que no todos sabemos practicar, a este arte también se le conoce como la escucha activa, es esa habilidad de comunicación esencial (y especial) que implica no solo oír las palabras de las otras personas, sino también el tratar de comprender, interpretar y responder de manera efectiva al mensaje que se está transmitiendo.

Esta habilidad es tan importante que se convierte en algo fundamental para diversas áreas de nuestras vidas, incluidas las relaciones personales, el entorno laboral y la educación. Escuchar activamente mejorar indudablemente, la calidad de las interacciones y fomenta el entendimiento mutuo, así como la resolución de conflictos.

         Algunos de los componentes de la escucha activa son el centrarse en el mensaje (atención al mensaje), la empatía, la retroalimentación, la observación, la paciencia, entre otros; fíjate que en ningún momento se menciona el juicio, es por esto que cuando realizamos el arte de la escucha activa, seremos (o debemos ser) capaces de escuchar sin emitir juicio alguno, lo más importante es centrarse en el mensaje, comprenderlo y empatizar de alguna manera; esto ayudara a que la relación entre los interlocutores sea más efectiva y eficaz.

         Un consejo sabio que encontramos en las sagradas Escrituras sobre este aspecto se encuentra en el libro de Santiago 1:19 “Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse”.

El arte de escuchar es tan importante y trae tantas bendiciones a nuestras vidas que también se escribió lo siguiente acerca de este tema: “Aquel cuyo oído escucha las reprensiones de la vida morará entre los sabios”, El que tiene en poco la disciplina se desprecia a sí mismo, pero el que escucha las reprensiones adquiere entendimiento”, Proverbios 15:31-32. Sin duda cuando cultivamos y desarrollamos esta habilidad, nos hacemos más sabios.

         Se que muchas veces no tenemos tiempo, deseo, disposición o algún otro recurso que entendemos necesitar para poder escuchar, pero Dios a través de su palabra dota al ser humano de la sabiduría que necesitamos para aprender a escuchar activamente y para poder enseñar en justicia, amor y esperanza.

         Hoy te invito a que practiquemos este arte tan especial y escaso en nuestra sociedad; pues vivimos en la época de la inmediatez y esto provoca que no tengamos tiempo para escuchar; inconscientemente esto nos lleva a cometer muchos errores, muchos de ellos irreparables. No caigas en la trampa del enemigo, acércate a la fuente de vida y esperanza que es Cristo Jesús, el cual da a todos abundantemente, según su infinita misericordia.

         Que Dios pueda bendecirte y que guarde cada una de tus palabras para que así puedas ser de bendición a los demás. Antes de hablar realiza el ejercicio de la escucha interna, reflexiona en lo que vas a decir y luego bendice con tus palabras.

         Recuerda que hay Oloracielo, bendiciones.

 

domingo, 16 de junio de 2024

¿Edificas o destruyes?


 

Al comenzar a trabajar con adolescente una de las cosas que más impactaron mi vida fue el hecho de que ellos estaban ya codificados para vivir en un mundo hostil, cruel, muy duro, venían llenos de heridas, marcas y resentimientos; pero lo más interesante de todo es que ellos tienen eso como coraza, aunque en el fondo de su ser todavía puedes encontrar bondad, amor y buen trato, todo va a depender de lo que ellos reciban de nosotros.

Cuando nos volvemos adultos, adquirimos un traje muy pesado, el cual nos hace volvernos indolentes, indiferentes e insensatos (muchas veces); todo esto es parte de esa coraza que en nuestra juventud vamos desarrollando.

Cuando no encontramos a alguien que nos ayude a moldear esa coraza o que nos enseñe que hay también cosas buenas que puedo incluir en ella, entonces nuestra adultez se vuelve fría y seca. Nos preguntamos porque no tenemos éxitos con nuestras amistades, relaciones, trabajos, estudios, etc., y todo es debido a que en esa linda etapa no supimos nutrirnos correctamente de cosas que hoy necesitamos, y a consecuencia de todo esto le echamos la culpa a todo lo demás, antes de analizarnos nosotros mismos.

En el libro 1Pedro 4:11 dice “Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amen”; estas palabras fueron escritas hace muchos años ya, pero su significado es tan valioso como cundo se escribió.

La palabra de Dios nos invita, a través de toda la Biblia, a que podamos suavizar nuestros corazones con el amor infinito de Dios y cuando hacemos esto entonces podremos hablar conforme a las palabras de Dios. Al hablar conforme a estas palabras y con el amor que Jesucristo hablaba a los demás, entonces nuestra historia cambiara y podremos recibir las bendiciones que acompañan a la fe.

Recuerdo que en una de mis sesiones de clases tuve un estudiante el cual, al hacer su presentación, inmediatamente descubrí que estaba enojado, vacío e indispuesto para el aprendizaje; era uno de estos jóvenes típicos en mi país, a los cuales no le importa quién eres, ni que quieres darles, solo les interesa lo que ellos entienden que quieren y que necesitan.

Ese día decidí enfocarme y trabajar arduamente para que pasara de estar en la última butaca de la última fila del salón, a estar en la primera fila del aula; al pasar las semanas y el cuatrimestre, me di cuenta que al incluirlo, al hacerle sentir que era importante su participación, que tenía mucho más que dar, él fue abriendo su mente y cambiando su carácter, al punto de que al finalizar fue un estudiante tan bueno como los demás; el último día de clases, en la sección de agradecimientos, pude ver como este joven había transformado su vida de 0 a 100%, era evidente la aceptación de sus compañeros y también la felicidad que el mismo sentía por haber logrado lo que el mismo no se había propuesto al principio del cuatrimestre.

Estas cosas suceden cuando tenemos a nuestro lado a personas que quieren hablar conforme a la palabra de Dios, y que confían en que esas palabras de Dios tienen el poder de transformar, de renovar, de limpiar y de crear cosas nuevas de donde no había nada.

En todas las materias que imparto, antes de empezar, les invito a que tengamos una oración de apertura y otra al finalizar; aquí puedo identificar que tan lejos esta la meta de cada uno de ellos y que tanto debo esforzarme. La satisfacción de ver como ellos se conectan emocionalmente, con ellos, con Dios, con sus compañeros y con su docente, es algo que no cambiaría por nada.

La experiencia de ver como la palabra de Dios tiene poder, aun en estos tiempos de gran tribulación, me anima a cada día renovar mi compromiso de “hablar y ministrar conforme al poder de Dios”. Para hacer y entender esto, debes tener fe, despojarte del prejuicio y buscar el significado de la vida en aquel que da la vida.

El cumplimiento de la palabra de Dios podremos experimentarlo, en la medida que desarrollamos nuestra propia fe; ninguna experiencia fuera de ti te hará sentir o tener fe. Es por lo que el amor a Dios solo lo podrás experimentar cuando lo ames con todo tu corazón (los primeros 4 mandamientos), luego podrás experimentar el amor al prójimo (los últimos 6 mandamientos).

En el libro de 1Pedro también nos da la pauta de cómo debemos hablar de las palabras de Dios a nuestros prójimos, en el capítulo 5:2 dice “Apacentad la grey de Dios, que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente, no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto” y el verso 3 dice “No como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino ejemplo de la grey”. Esto quiere decir que nosotros debemos vivir primero todo lo que predicamos.

Procuremos pues, edificar en los corazones de las personas que están a nuestro cuidado, sean familiares, amigos, compañeros de trabajo, vecinos e incluso personas que tengamos el privilegio de compartir con ellas, aunque sea unas horas. Recuerda que Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes (1Pedro 5:5)

El llamado de hoy es a que cultivemos en nuestro espíritu y cuerpo las palabras de vida y para vida eterna que vienen de parte de Dios, y luego que compartamos esto con las personas que nos rodean, no esperando ganar nada a cambio, sino sintiendo la satisfacción del deber cumplido y de ver como más vidas llegan al camino seguro de la salvación. Seamos ejemplo de amor, de gratitud, de bondad, de perdón, de paz, que son cosas de las cuales el mundo carece hoy.

Que Dios te bendiga y te guarde y recuerda que hay Oloracielo. Comparte, bendice vidas.

De la desorganización a la organización.

  A veces, cuando tenemos mucho estrés, provocado por las muchas horas de trabajo, las pocas horas que dedicamos a dormir, por los compromis...