jueves, 27 de junio de 2024

¿Caíste?, claro que te puedes levantar.



        Todos, en algún momento de nuestras vidas, hemos sentido ese sentimiento de fracaso, culpa, abandono, disgusto o decepción, por algo que hemos hecho, o que no hemos podido hacer, o que debimos de haber hecho o que necesitamos hacer. Esto no pasa solo con sosas, también nos pasa con frecuencia con algunas personas.

Lo más triste de esto sería que no tengamos la capacidad de poder levantarnos y comenzar de nuevo. Muchas veces hemos escuchado hablar de la resiliencia, pero ¿sabemos en verdad el significado de esto y sus consecuencias?

La resiliencia es la capacidad de una persona, comunidad, organización o sistema para adaptarse y recuperarse rápidamente de situaciones adversas, como pueden ser el estrés o los cambios significativos, en nosotros o en nuestro derredor. Es una cualidad esencial para enfrentar desafíos, superar crisis y continuar progresando a pesar de las dificultades.

Si definimos la palabra cualidad, podemos decir que es una característica que define y distingue a una persona, objeto o situación. Las cualidades pueden ser innatas o desarrolladas a lo largo del tiempo y juegan un papel crucial en la formación de la identidad, las relaciones y el éxito en diferentes aspectos de la vida. Podemos concluir que todos podemos llegar a desarrollar esta cualidad.

Entonces, ¿Porque nos cuesta tanto serlo?, la mayoría de las personas creen que cuando atraviesan una situación difícil están siendo resilientes, pero realmente lo único que están haciendo es teniendo una experiencia de vida; una experiencia de vida no es más que un evento o serie de eventos que afectan significativamente a una persona, contribuyendo a su desarrollo y a la formación de su identidad y todas ellas tienen el potencial de influir en la persona de manera profunda y duradera.

Para ser verdaderamente resilientes necesitamos enfrentar, superar y continuar a pesar de… esa manera en la que nosotros enfrentemos las situaciones difíciles, las herramientas o técnicas que utilicemos para combatir las dificultades o los retos y la manera en que permitimos que nos afecte para poder continuar, es lo que hace a la persona verdaderamente resiliente.

Todos, absolutamente todos, diariamente batallamos con situaciones, circunstancias, personas o cosas que resultan retadoras y difíciles para nuestro diario vivir; porque indiscutiblemente todo no depende solo de nosotros, muchas cosas dependen de aquellos factores externos que están fuera de nuestro alcance. Te preguntaras ahora: ¿Entonces Que debo hacer?

Tengo necesariamente que referirme al manual de vida (la Biblia), ya que uno de mis versículos favoritos (que a muchos les desagrada, créanme) es aquel que dice: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios...” (Salmos 46:10); este versículo no todo el tiempo me gusto; yo viví por mucho tiempo en la desesperación y en el constante correr en el cual nos envuelve este mundo ingrato, triste y cruel, pero a medida en que fui conociendo más sobre Dios, su poder, su amor y compasión, entonces pude comprender, que todas esas teorías sobre la resiliencia serian pura basura (y no la podríamos experimentar) sino llegamos a conocer verdaderamente a ese Dios de poder.

 

No sé si te has dado cuenta de que humanamente nosotros recurrimos a Dios cuando ya lo hemos intentado todo y no nos funciona como queremos; es allí donde decidimos buscar (solicitar) la ayuda de Dios en nuestras vidas. Y es entonces allí donde es glorificado su nombre, cuando dejamos que muera el YO y dejamos que Dios obre en nosotros, por nosotros y para nosotros.

 

No tenemos que desgastarnos, podemos perfectamente disfrutar cada momento de nuestra vida en armonía, paz y felicidad, si aprendemos a depender completamente de Dios; dejemos que Dios sea Dios y aprendamos a ser sus hijos (criaturas hechas a imagen y semejanza de Él) Genesis 1:27; la invitación de hoy es para que nos levantemos y dejemos el Yo a un lado, y entendamos que debemos ser uno con Dios; busquémosle de corazón, conozcámosle, obedezcámosle y entreguemos toda nuestra vida en sus manos; aprendamos a estar quietos y a dejar que El actúe a nuestro favor.

 

El esta con los brazos abierto esperando esa oración tuya y mía, para reconciliación y consagración; hagámoslo con corazón contrito y humillado ante Dios, no ante los hombres; recuerda que Dios es bueno todo el tiempo. Dios te bendiga y te guarde y recuerda que hay Oloracielo.


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