Todos, en algún momento de nuestras vidas, hemos sentido ese sentimiento de fracaso, culpa, abandono, disgusto o decepción, por algo que hemos hecho, o que no hemos podido hacer, o que debimos de haber hecho o que necesitamos hacer. Esto no pasa solo con sosas, también nos pasa con frecuencia con algunas personas.
Lo más
triste de esto sería que no tengamos la capacidad de poder levantarnos y
comenzar de nuevo. Muchas veces hemos escuchado hablar de la resiliencia, pero ¿sabemos
en verdad el significado de esto y sus consecuencias?
La resiliencia
es la capacidad de una persona, comunidad, organización o sistema para
adaptarse y recuperarse rápidamente de situaciones adversas, como pueden ser el
estrés o los cambios significativos, en nosotros o en nuestro derredor. Es una cualidad
esencial para enfrentar desafíos, superar crisis y continuar progresando a
pesar de las dificultades.
Si
definimos la palabra cualidad, podemos decir que es una característica
que define y distingue a una persona, objeto o situación. Las cualidades pueden
ser innatas o desarrolladas a lo largo del tiempo y juegan un papel crucial
en la formación de la identidad, las relaciones y el éxito en diferentes
aspectos de la vida. Podemos concluir que todos podemos llegar a desarrollar
esta cualidad.
Entonces,
¿Porque nos cuesta tanto serlo?, la mayoría de las personas creen que cuando
atraviesan una situación difícil están siendo resilientes, pero realmente lo único
que están haciendo es teniendo una experiencia de vida; una experiencia de vida
no es más que un evento o serie de eventos que afectan
significativamente a una persona, contribuyendo a su desarrollo y a la
formación de su identidad y todas ellas tienen el potencial de influir en
la persona de manera profunda y duradera.
Para
ser verdaderamente resilientes necesitamos enfrentar, superar y continuar
a pesar de… esa manera en la que nosotros enfrentemos las situaciones difíciles,
las herramientas o técnicas que utilicemos para combatir las dificultades o los
retos y la manera en que permitimos que nos afecte para poder continuar, es lo
que hace a la persona verdaderamente resiliente.
Todos,
absolutamente todos, diariamente batallamos con situaciones, circunstancias,
personas o cosas que resultan retadoras y difíciles para nuestro diario vivir;
porque indiscutiblemente todo no depende solo de nosotros, muchas cosas
dependen de aquellos factores externos que están fuera de nuestro alcance. Te
preguntaras ahora: ¿Entonces Que debo hacer?
Tengo necesariamente que
referirme al manual de vida (la Biblia), ya que uno de mis versículos favoritos
(que a muchos les desagrada, créanme) es aquel que dice: “Estad quietos, y
conoced que yo soy Dios...” (Salmos 46:10); este versículo no todo el tiempo me
gusto; yo viví por mucho tiempo en la desesperación y en el constante correr en
el cual nos envuelve este mundo ingrato, triste y cruel, pero a medida en que
fui conociendo más sobre Dios, su poder, su amor y compasión, entonces pude
comprender, que todas esas teorías sobre la resiliencia serian pura basura (y
no la podríamos experimentar) sino llegamos a conocer verdaderamente a ese Dios
de poder.
No sé si te has dado
cuenta de que humanamente nosotros recurrimos a Dios cuando ya lo hemos
intentado todo y no nos funciona como queremos; es allí donde decidimos buscar
(solicitar) la ayuda de Dios en nuestras vidas. Y es entonces allí donde es
glorificado su nombre, cuando dejamos que muera el YO y dejamos que Dios obre
en nosotros, por nosotros y para nosotros.
No tenemos que desgastarnos,
podemos perfectamente disfrutar cada momento de nuestra vida en armonía, paz y
felicidad, si aprendemos a depender completamente de Dios; dejemos que Dios sea
Dios y aprendamos a ser sus hijos (criaturas hechas a imagen y semejanza de Él)
Genesis 1:27; la invitación de hoy es para que nos levantemos y dejemos el Yo a
un lado, y entendamos que debemos ser uno con Dios; busquémosle de corazón, conozcámosle,
obedezcámosle y entreguemos toda nuestra vida en sus manos; aprendamos a estar
quietos y a dejar que El actúe a nuestro favor.
El esta con los brazos
abierto esperando esa oración tuya y mía, para reconciliación y consagración; hagámoslo
con corazón contrito y humillado ante Dios, no ante los hombres; recuerda que
Dios es bueno todo el tiempo. Dios te bendiga y te guarde y recuerda que hay
Oloracielo.
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