Muchas personas están a la espera de que la actitud, la
personalidad, el carácter o simplemente el tono de voz de los demás, cambien para
con ellos; pero ellos no se detienen a pensar en la forma en que transmiten su
mensaje. Muchos de nosotros inconscientemente nos enfrascamos en una conversación
de donde podemos salir brutalmente dañados solo por utilizar un tono de voz
inadecuado; otros, simplemente ni se inmutan, y van por la vida ofendiendo y
maltratando verbalmente a los demás, Se apoyan en la frase “Soy así, y hay que
quererme como soy”.
Pues te cuento mi querido hermano y amigo, que nadie está
obligado a quererte como eres; no podemos pasar por la vida cargando tus
carencias, debilidades, resentimientos y dolores pasados. Todos fuimos dotados
de características muy especiales, que nos distinguen de otras razas y seres
creados. Por ejemplo, tenemos la capacidad de razonar, que no la tienen otras
especies, entonces ¿Por qué solo utilizamos esto para cuando nos conviene? ¿A
caso no nos conviene también vivir en paz y armonía?
En el libro de Romanos dice:” Si es posible, en
cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No
os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios;
porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor” (Rom.
12:18-19), esta lectura nos
invita a que reflexionemos en nosotros mismos y nos invita a dejar que Dios actúe
en nosotros y que incluso pelee nuestras batallas.
No fuimos creados para vivir juzgando las actitudes y
comportamientos ajenos, fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, por lo que
es una invitación a que nos revisemos internamente y a que busquemos ser
mejores cada día, para así podernos asemejar al diseño inicial.
Hoy la invitación es, que calmemos esa voz exterior y que nos
llenemos de tanto amor y paz, que de nuestros labios no puedan brotar palabras
fuera de tono ni mucho menos palabras que hieran a nuestros semejantes. Si
sientes que alguien ha sido muy duro contigo, te ha maltratado o te ha hecho
sentir mal, pregúntale ¿Qué puedes hacer para que esa relación mejore? Esta pregunta
puede llevar a la reflexión también a la otra persona, cuando vea que en ti no
hay dolor, ni rencor, le provocaras querer sentir lo mismo que tú. Así que, debemos estar atentos al cambio.
Dios te bendiga y te guarde y haga resplandecer su rostro
sobre ti hoy y siembre, recuerda que hay Oloracielo.
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