sábado, 3 de agosto de 2024

Cada quien es como quiere ser.

 



Hoy recordé, una vez más, cuan dulce y agradable es estar en Cristo; muchas de las cosas de este mundo simplemente pierden su poder sobre nosotros cuando nosotros aprendemos a entregar en oración cualquier situación o circunstancia por la cual estemos atravesando; Al ser humano le encanta acariciar los recuerdos, no importa si son buenos y malos, aunque conozco personas que van por la vida haciendo desastres y dañando personas y ni si quiera se inmutan.

Este tipo de personas, quizás no han leído el Salmos 119: 103, 104 que dice "¡Cuan dulce son a mi paladar tus palabras! Mas que la miel a mi boca. De tus mandamientos he adquirido inteligencia; por tanto, he aborrecido todo camino de mentira", en estas palabras hay un cierto reconocimiento del poderío de Dios, pues el reconocer que Dios da la sabiduría y también la inteligencia, nos coloca a nosotros en una posición de tener que buscar esa inteligencia para nosotros poder ser verdaderamente “inteligentes”. Pero fíjate que el Salmista reconoce que esa inteligencia se obtiene de los mandamientos de Dios, por lo que Dios es ciertamente el principio de la sabiduría, y el responsable de dárnosla.

Al realizar este tipo de reconocimiento, y no creernos que somos independientes de Dios, ni más inteligentes que nadie, podríamos entender que nuestro accionar debe estar dirigido solamente por Dios, para que podamos decir lo que el Salmista declaro en al verso 103 "¡Cuan dulce son a mi paladar tus palabras! Mas que la miel a mi boca. Este reconocimiento de la grandeza y el poderío de Dios, también nos va a limitar el que podamos andar por la vida destruyendo sentimientos, corazones y personas con nuestras palabras, acciones e incluso pensamientos.

No estamos en este mundo para estar juzgando las acciones de los demás, recordemos la historia de María Magdalena, Jesucristo no la juzgo; La única acción que prosiguió, luego de que fueran donde Jesús a contarle lo mala que había sido, lo mucho que había pecado, e incluso que la habían encontrado infraganti (no podía desmentir de lo que se le acusaba), la acción que corono aquella historia fue cuando Jesús dijo, el que esté libre de pecado que tire la primera piedra, estas palabras deberían recordarnos que nosotros no somos perfectos y que sumos (o podemos llegar a ser) culpables de aquello que estamos juzgando.

Hoy la invitación es para que, al estudiar la palabra de Dios y al orar a Dios, reconozcamos nuestra necesidad de Él, nuestra dependencia de Él, y lo mucho que también nosotros necesitamos su perdón; al hacer esto también recordemos que debemos perdona en la misma medida que hemos sido perdonado. No escatimemos esfuerzo, dice la Biblia hasta 70 veces 7 (diariamente) si es necesario. El fin de todo es recibir y reconocer el perdón de Dios, para que podamos perdonar a los demás. No queramos cambiarlos, cada quien es como quiere ser.  

Oración del día: Dios y Padre eterno, hoy venimos a ti con un corazón humillado y receptivo, para recibir de ti el perdón que necesitamos, para en esa misma medida nosotros poder perdonar y amar a nuestro prójimo. Ayúdanos a identificar nuestras áreas de mejoras y a que tus mandamientos y preceptos sean tan dulce como la miel en nuestras bocas, como lo exclamo el Salmista. Estos favores lo pedimos en el dulce nombre de Jesucristo, Amen.


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Sea tu si, si y sea tu no, no.