jueves, 25 de julio de 2024

Un grito desesperado…

 



Ayer, mientras hacia una reflexión de mis acciones del día, vino un pensamiento a mí que decía “Si no eres capaz de ver y resolver tus propios defectos y problemas ¿Por qué crees que puedes resolver los problemas de los demás y te crees capaz y con derecho de evidenciar los defectos de los demás?”; esta reflexión la hice desde afuera hacia adentro y viceversa; es interesante poder entender ¿que nos pasa y por qué? En el libro de Job dice: “Yo conozco que todo lo puedes, y que no hay pensamiento que se esconda de ti… Oye, te ruego, y hablare; Te preguntare, y tú me enseñaras” (Job 42:2, 4), una gran enseñanza hay en estas palabras, es reconocer que Dios tiene el control y el poder y que debemos aprender solo de Él.

El enemigo de las almas se goza en ver como se destruyen las familias por las cosas que el mismo siembra en ellas; algunas de estas cosas son la falta de confianza familiar, el no saber escuchar, el egoísmo, la envidia, el resentimiento, la duda, el chisme, la soberbia, la vanagloria, la tristeza, amargura, desobediencia, insensatez, los traumas, entre muchas otras cosas; pero la peor de todas estas creo que es el resentimiento, este sentimiento nos puede llevar a acumular una suma de fracasos insostenibles humanamente, hasta que pude detonar en una tragedia, y el prefijo de esta palabra (re-sentimiento) refiere que esto se puede repetir incontables veces.

El resentimiento se define como esa acción y efecto de resentirse (tener un enojo o pesar por algo o alguien). El resentimiento se expresa y refleja en y a través de diversos sentimientos y actitudes, como la hostilidad hacia algo o alguien, la ira no resuelta sobre un acontecimiento, el enfurecimiento o la incapacidad para perdonar. Definitivamente es algo que no deberíamos tener en nuestras vidas, pero que lamentablemente es un residente silente en nosotros.

Este huésped silencioso debe ser atado y forzado a desaparecer de nuestras vidas; el arma más poderosa que tenemos para esto es justamente el vivir en Cristo Jesús, es por esto que el enemigo se ocupa de dañar la relación que existe entre el hombre y Dios, se enfoca en dañar toda relación que nos provoca felicidad y paz, pues cuando estamos en paz y somos felices nuestra relación es buena con Dios, pero cuando estamos en dolor, angustiados, tristes o si por casualidad nos llevan a dudar de nuestra fe, esa comunicación con nuestro Dios se ve afectada y dañada en gran manera.

Dios está siempre atento a nosotros, a nuestras necesidades, está dispuesto a ayudarnos, está ahí para nosotros, pero el enemigo se encarga de entretenernos para que no lo veamos ni podamos sentir su presencia. No dejes que las palabras de otras personas (incluyendo la familia) destruyan esa relación que tienes con Dios, no importa si los demás no la entienden. Es una relación personal, íntima y debe ser genuina y respetada.

Procura ser trasparente de corazón, palabras y hechos, primeramente, con Dios, sin importar lo que los demás digan, y luego con las personas que te rodean; no quieras ser protagonista, deja que Dios sea el protagonista de tu vida; como dice un adagio “todo cae por su propio peso” y si tienes que reconocer que fallaste, esto es un derecho que tienes y que debes ejercer. Tienes derecho a fracasar, a tropezar, a cometer errores, y a mejorarte a ti mismo; esto no te quita el derecho de ser mejor persona, pero primero debemos trabajar en nosotros mismo. No queramos ver y restregar los errores de los demás, cuando no somos capaces de reconocer los nuestros y corregirlos. No tenemos derecho a dañar la relación de Dios con los demás, no tenemos derecho a dudar de la fe o criticar la vida cristiana de los demás, no caigamos en ese juego del enemigo de las almas.

No nos convirtamos en jueces, queriendo condenar e incluso cambiar a las demás personas; si las amamos debemos aceptar que tienen características especiales y diferentes a las nuestras; que lo que para ti es perfecto para otros puede ser la aberración más grande y difícil de aceptar. No nos creamos Dios; si hemos conocido a Dios, no nos avergoncemos de esto, no nos sintamos intimidados por las trampas del enemigo, no le demos la victoria en nuestras vidas.

Procuremos vivir felices con quienes somos, con lo que tenemos y con lo que hacemos; procuremos, sobre todas las cosas, que nada de esto vaya en contra de los principios de Dios, y ayudemos a otros a vivir felices en esta tierra, estamos aquí por un rato solamente, y en la tumba estaremos solos; no fuimos creados, ni estamos en esta tierra, para juzgar la vida de los demás.

Si hay algo que no te gusta de tu prójimo procura hacerlo mucho mejor, y disfruta de los resultados que esto te puede dar, no exijas, no reclames, no pienses que el otro tiene que ceder a tus deseos, voluntades o perspectivas, como dicen en mi pueblo “cada cabeza es un mundo” y te aseguro que cada mundo es diferente uno de otro.

Hoy la invitación es, un grito desesperado para que tengamos un encuentro verdadero, revelador e intimo con Dios; que pidamos perdón por las veces que emos herido a los demás, y por las veces en que hemos pensado que somos mejores que ellos. Todos al final somos hijos de Dios, repletos de virtudes y defectos.

Todas estas cosas, todos estos sentimientos pueden llevarnos a una muerte espiritual inminente, nos puede conducir a enfrentarnos con pensamientos de duda y a escuchar directamente la voz del enemigo de las lamas, de los labios de los seres que más amamos. Por esto, debemos cuidar cada palabra que sale de nuestra boca y cada palabra que entra por nuestros oídos. No permitas que nadie, ni siquiera las personas que más amas, te hagan dudar de tu fe, del amor de Dios por ti, de tu intento de reformarte y convertirte en la mejor versión de ti mismo, porque cuando esto sucede, el enemigo se ríe a carcajadas de nosotros, de lo fácil que puede hacernos caer en lo más profundo de la depresión, amargura, dolor y cada uno de estos sentimientos que nacieron desde el pecado. No le des ese permiso a nadie.

No es nuestro trabajo cambiar a las personas, nuestro trabajo es amarlas como son; Jesús ama a los pecadores, pero no su pecado, aprendamos de Él; intentemos convivir en paz, pero desde la paz de Dios, no la paz que el mundo ofrece, esa es momentánea, la paz de Dios es eterna.

Oración del día: Amado Dios, ayúdame a identificar mis defectos y errores, ayúdame a resolverlos a la luz de tu palabra, ayúdame a fortalecer mi fe y a no permitir que nada ni nadie me haga dudar de ella; ayúdame a reflejar tu amor, tu perdón y tu paz, en el nombre de Jesús, Amen.


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Sea tu si, si y sea tu no, no.