En el libro de Genesis hay una historia
hermosa muy conocida por los lectores de la biblia, es la historia de Abram; en
el capítulo 15 se nos relata la historia de cuando Dios promete el hijo a Abram,
aquel que tanto anhelaba. En este capítulo, Jehová habla con Abram a través de una
visión y le dice: “…No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera
grande”. (versículo 1). Nótese que aquí Abram no estaba orando, ni reclamando
nada de parte de Dios, pero Dios como conoce todo del hombre, hasta lo más profundo de
sus sentimientos, le conforta en medio de aquel sentimiento que Abram estaba
experimentando en esos momentos.
Abram, en el capítulo anterior, acababa
de tener una victoria al recuperar a su sobrino Lot, sus bienes y las demás gentes
que habían sido prisioneras por el conflicto entre los adversarios Elam, Goim,
Sinar y Elasar Vs. Sodoma, Gomorra, Adma, Zeboim y Bela (nombres de los reinos); Abram a pesar de esa victoria, de haber
ganado esa batalla, de la cual prometió no tomar ninguna de las riquezas de
aquel lugar, Abram estaba agradecido de Dios por haber conseguido la libertad
de Lot, sus parientes y sus bienes.
No obstante esto, Abram también estaba triste,
pues en lo más profundo de sus ser estaba aquel sentimiento perturbador de no
tener heredero, de tener que pasar todos sus bienes y legado a algún criado (mayordomo) de
su casa; Dios conocía el sentimiento de Abram, su sufrimiento y preocupación;
es por esto que cuando le habla a Abram en visión le dice “No temas…yo soy tu
escudo, y tu galardón será sobre manera grande”, estas palabras Abram no las entendió
en el momento y fue el entonces cuando pudo revelar a Dios lo que le atormentaba verdaderamente.
Luego de Abram haber revelado a Dios su preocupación y tristeza, Dios le da la
promesa “…un hijo tuyo será el que te heredara”, Dios le prometió que su
descendencia seria como las estrellas de los cielos.
Y lo que quiero enfatizar en este día es
lo que está en el verso 6 que dice: “Y creyó a Jehová, y le fue contado por
justicia”, estas palabras tienen un gran peso, porque aquí radica el error de
muchas personas; no es lo mismo decir “le creyó a Jehová” que “creyó en Jehová”;
siempre recalco (y la biblia lo establece así) todos creen en que Dios existe,
hasta los demonios creen y tiemblan, pero lo realmente difícil es creerle a
Dios.
Creerle a Dios implica creer que ya hizo por
nosotros lo que prometió, aunque no lo veamos; luego de Dios haberle hecho esa
promesa a Abram pasaron muchas cosas, que no estaban en los planes de Dios, sin
embargo, al final de todo, Dios cumplió su promesa, le otorgo el hijo que le prometió,
y su descendencia fue como las estrellas en los cielos.
Hoy la invitación es para que analicemos
¿cómo es nuestra fe?, ¿estamos creyendo en Dios? O ¿le estamos creyendo a Dios?,
no importa que tan grande sean nuestros problemas o tristezas, recordemos que
Dios tiene el control de absolutamente todo lo que sucede en nuestro derredor.
Por eso hoy te invito a identificar esto y a reconocer el poder de Dios a través
de nuestra fe en El. Recuerda que hay Oloracielo.
Oración del día: Dios, creador del cielo,
el mar y de la tierra y de todo lo que en ellos existe, te pido que me ayudes a
eliminar mis temores y a robustecer mi fe; Ayúdame a construir una fe fuerte y
a identificar mis mejores actos de amor para darlos al prójimo; permíteme ver
tu perdón, amor y misericordia a través de mis acciones; transforma mi vida
para que también mi fe sea contada por justicia, en el nombre de Jesús, Amen.
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