miércoles, 1 de mayo de 2024

La verdad de Dios.

 


Juan 14:6

"Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí".

Una de las ideas centrales de las cartas del apóstol Pablo era el tema de la verdad. Hacía alusión siempre a la verdad de Dios que está en Cristo Jesús; defendía muy seriamente su convicción y lo que había aprendido luego de conocer a de Jesucristo.

Me gusta mucho leer los libros escritos por el Apóstol Pablo, en ellos sin duda llegas a conocer la transformación del ser humano, como podemos pasar de no creer, o de ser inactivos en la fe, a llegar a ser un ferviente predicador de las maravillosas promesas de Dios, de la vida de Jesucristo y de la fe y la esperanza de una vida nueva y transformada, así como amar al prójimo y a nosotros mismos.

Cada uno de sus libros busca fomentar el amor y el perdón, y sobre todo la buena voluntad de alcanzar a aquellos que han llegado al conocimiento de la verdad; pero esta verdad debe permanecer en nosotros y debe ser cultivada con el estudio diario de la biblia y la oración.

Nada de lo que lograron los eruditos de la biblia (en los tiempos bíblicos) puede ser logrado por nosotros sino tenemos y cultivamos una relación estrecha con Dios utilizando las herramientas que él nos dejó (Efesios 6:16-20).

Imagínate emprendiendo un nuevo negocio, o comenzando un nuevo empleo, o tal vez empezando a estudiar otra vez, o quizás estas por comenzar una nueva relación de pareja; lo primero que llega a ti es la incertidumbre de no conocer por completo a lo que te vas a enfrentar, el no saber como manejarlo, el no poder dar las respuestas que se esperan, el no poder entender el sistema o a la persona con quien quieres y esperas estar. Estas mismas preocupaciones surgen (pero a otro nivel) cuando empiezas una relación con Dios; no lo conoces, no sabes que quiere El de ti, no sabes si es verdad todo lo que te han enseñado de Él, incluso puedes llegar a cuestionar su existencia.

Estas razones, los cristianos de la antigüedad, las conocían muy bien, y era esto mismo lo que les impulsaba a escudriñar cada día con más fervor las escrituras. No necesitaron ir a las clases de los Rabinos, ni tomar extensas cátedras con los más sabios de la época; solo necesitaron conocer a Jesucristo, y esto lo lograban mediante una relación estrecha a través de la oración, el estudio de la biblia y la testificación.

La invitación de hoy es para que atesoremos la oportunidad que tenemos de orar, estudiar la biblia y testificar a otras personas, de las grandes maravillas que Dios ha realizado en nuestras vidas. No desmayes nunca de hacer el bien, y no hay mejor manera de hacer el bien que mostrándole a las personas lo que Cristo hizo en nosotros. Esto, amados hermanos, es testificar.

Dios te bendiga y te guarde, que tengas un excelente día, y recuerda que hay Oloracielo.


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Sea tu si, si y sea tu no, no.