Todos los que somos padres, en algún momento de nuestro rol como
tal, hemos experimentado la triste decisión de dar un castigo a nuestros
hijos, muchos los gradúan, otros los distribuyen en el tiempo, otros son muy
severos, algunos son débiles (y en lugar de castigar al hijo, se castigan
ellos), pero en definitiva es un momento no agradable ni deseado por nosotros.
Ciertamente
quisiéramos que nuestros hijos pasen por este mundo aprendiendo de nuestras
experiencias y vivencias para que nada malo le llegue a acontecer; esto se
escucha muy bonito, pero en la realidad, nuestros hijos e hijas son
responsables de sus propias experiencias y situaciones de vida. Nuestro trabajo
consiste en orientarlos, y mostrarles el camino que deberían seguir, al final
ellos deciden si seguirlo o no.
Algo
parecido sucede en la vida espiritual del ser humano, Dios como nuestro padre,
se compadece por nosotros y le duele cada vez que a uno de sus hijos le sucede
algo malo, al igual que se regocija cuando a uno de sus hijos llega a experimentar
bienestar.
En el
libro del profeta Joel nos dice que nuestro Dios es tardo para la ira, grande
en misericordia y que se duele del castigo (Joel 2:13); cada vez que uno de sus
hijos sufre, a Dios le duele, cada vez que pierde una batalla, a Dios le duele,
pero si nos fijamos bien, antes de todo lo malo que le pueda pasar al ser
humano, Dios ha dado instrucciones y dirección para que a sus hijos les vaya
bien y sean felices, pues ese el fin último de la creación del ser humano, para
eso nos creó Dios.
Toda la
biblia nos habla a través de todos sus versículos, del amor del padre y de cómo
permanecer bajo de la protección divina; el problema es que nosotros no sabemos
o no queremos escuchar la voz de Dios. Es por esto que, el castillo llega
a nosotros como consecuencia de la desobediencia a las ordenanzas de Dios.
Gracias a Dios la biblia también nos da buenas noticias, para todos
aquellos que desean arrepentirse de sus malas actuaciones y quieren servirle de
corazón. “Y todo aquel que invocare el nombre de jehová será salvo…” (Joel 2:32).
Hoy te invito a que vengas a los pies de Cristo, que le busquemos
en ayuno, lloro y lamento y que invoquemos el nombre de Jehová para salvación
nuestra y de nuestras familias. Dios es tardo para la ira, grande en
misericordia y se duele del castigo.
Dios te bendiga y te guarde; recuera que hay Oloracielo.