Generalmente el ser
humano cundo entra en esa edad adulta luego de los “ta” siempre suele sentirse
cansado, estresado, malhumorado (en ocasiones), y perdemos de vista todas las
grandes cosas que Dios nos a dado. En esta etapa, solo queremos estar tranquilos,
lejos del bullicio, del estrés, del trabajo en exceso y de todo aquello que nos
genera ansiedad.
Según un estudio realizado
por el INEGI que es un Organismo Público Autónomo de México, que se encarga de
realizar estudios estadísticos sobre recursos de la población y economía, emitió
unas informaciones correspondientes a los porcentajes y rangos de los divorcios
de ese país, en el cual identifico que (para el 2020) el porcentaje de edad para
divorciarse se encontraba en los rangos de edades entre los 39 y los 41 años
entre hombres y mujeres, y que el mayor porcentaje de divorcio se realizaba en
una relación comprendida entre 6 y 20 años de matrimonio.
Estos datos nos dan
solo una reseña de lo que acontece en nuestro alrededor con relación al
cansancio que podemos estar sintiendo entre este rango de edades que nos lleva
a soltar, dejar, abandonar, no solamente nuestros matrimonios, sino también nuestros
trabajos, amistades, proyectos, carreras, etc.
Y estas cifras
evidentemente se elevaron luego de la pandemia, ya que de un 35.7% de divorcios
para el periodo del 2020, aumento a un 63.3% luego de la pandemia (https://eldinero.com.do/196377/en-republica-dominicana-hay-un-divorcio-por-cada-dos-matrimonios/).
Evidentemente no supimos gestionar la convivencia durante el periodo de la
pandemia; y todas aquellas saturaciones y mal manejo del tiempo, y también todas
las adicciones a las cuales estuvimos expuestos mientras estuvimos en casa, nos
está afectando grandemente.
Posiblemente no
sepamos ni siquiera, gestionar nuestras emociones frente a todas las carencias
y crisis que vivimos actualmente post pandemia. Nadie nos mostro como manejar
el tiempo ni el espacio durante la pandemia, y ahora no pueden controlar los estragos
de las emociones mal manejadas, que no nos permite encontrar la salida a
nuestras propias crisis.
Las ansiedades,
iras, carencias, escasez, debilidades son parte de nuestro día a día; y es
normal que nos sintamos frustrados, cansados y alterados; aunque esto no debe
ser una excusa para avasallar ni humillar a nadie, ni mucho menos agredir a
nuestro prójimo.
Volvamos a nuestro
primer amor, aquel amor que nos inundo cuando conocimos a Cristo, cuando
analizamos y experimentamos el poder de su amor y su perdón. Volvamos a los
brazos amorosos de nuestro padre Dios, reconociendo su poder y autoridad, y abiertos
a recibir su auxilio; no será hasta entonces cuando encontraremos la salida a
todo lo que nos afecta en este mundo tan desordenado, denigrado y despiadado en
el cual vivimos.
Hoy la invitación es
para que reconozcamos la necesidad de Dios en nuestras vidas, y busquemos su perdón
y amor incondicional; el siempre esta dispuesto a rescatarnos, no importa
nuestra condición. Dios es fiel y bueno todo el tiempo, recuerda lo que dice en
el libro d 1Samuel 2:2 “No hay santo como Jehová; porque no hay ninguno fuera
de ti, y no hay refugio como el Dios nuestro”; ese mismo Dios de ayer que cuido
a su pueblo mientras atravesaba el desierto, es el mismo Dios que hoy quiere
salvarte.
En Dios encontrarás
la salida. Dios te bendiga, recuerda que hay olor a cielo.
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