Permanecer
en Cristo es realmente difícil. Las personas cuando ven a los Cristianos creen
que sus vidas son fáciles, sencillas y sin ningún tipo de ´problemas. La
realidad es que Cristo nunca nos prometió que no tendríamos pruebas ni dificultades al transitar por este
camino; lo que si nos prometió es estar con nosotros en cada paso que demos, si
le somos fieles.
Una
vez leí una frase que dice: No podemos escapar de las pruebas de la vida, pero
si podemos permanecer firmes ante ellas, mediante la paz que nos brinda la
presencia y el poder del Señor. (Reconstruye con los pedazos, pág. 88).
Es
un recordatorio de lo que realmente Dios nos promete cuando decidimos
entregarle nuestra vida por completo; entregarle la vida a Cristo no es quedar
en un estado de inacción, o inertes, sin hacer nada, esperando que Dios haga
los milagros en nuestras vidas. Es responsabilidad nuestra trabajar en la
permanencia; y les aseguro que este es un trabajo arduo, de todos los días.
Al
decidir seguir a Cristo, decidimos intentar vivir una vida en santidad como Él
nos enseñó; una vida para el servicio a los demás, una vida de humildad,
esperanza y ejemplo para los demás. Esto nos mostrara cuanto nos amó Jesucristo
cuando, por nosotros se encarnó y nos mostró que si se puede.
Hoy
la invitación es a que oremos con más fervor, con constancia y con conciencia
de las cosas que pedimos; mientras estemos en esta tierra debemos aprender a
vivir y a entregarnos por la causa de Cristo, como Él nos enseñó; como dice
Pablo “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. (Filipenses
1:21).
Seamos
verdaderos adoradores del Dios todo poderoso; si aun no sabes cómo hacerlo, te
invito a que leas tu biblia, bajo la dirección del Espíritu Santo, y le
permitas que te muestre como hacerlo; allí encontraras formas sencillas y
poderosamente eficientes para tener un encuentro verdadero con Dios, y también encontraras
las herramientas necesarias para poder permanecer.
Como
dice un hermoso himno:
Fija
tus ojos en Cristo,
tan lleno de gracia y amor,
y lo terrenal sin valor será
a la luz del glorioso Señor.
Que ya no vivas tú, sino que pueda Cristo vivir en ti. “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí." (Gálatas 2:20).
Son los deseos de tus amigos de oloracielo.blogspot.com
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