jueves, 2 de diciembre de 2021

El favor de Dios.

 



 

El favor de Dios.

 

En el caminar por la vida, nos encontraremos tantas personas difíciles, que a veces nos harán pensar por un instante si valió la pena el trabajo interno que dejamos que Dios realice en nosotros cada día.

Todo ser humano tiene un monstruo por dentro, que vive amarrado y que tratamos de domesticarlo; los cristianos también lo tenemos, con la diferencia de que no lo estamos domesticando solos, Dios nos ayuda.

Pero no quiere decir que en algún momento, en el que nos encontremos bajo mucha presión, o bajo mucho abuso, no podamos dejarlo salir. En el día de ayer, me encontré con una persona que, al parecer, había dejado salir a pasear a su monstruo interno, y me atacó de una forma que me lastimó emocionalmente, por un momento me hizo buscar en mis pensamientos y preguntarme ¿Cuáles herramientas había yo utilizado para dañarle, ofenderle, hacerle sentir mal, etc?, pero luego de unos breves minutos pude recordar, que eso era prueba superada en mi vida; pues he decidido que ya no viva yo, sino que Cristo viva en mí; y Jesucristo transforma por completo.

Entonces, simplemente deje que esa persona echara toda la basura que quiso con sus palabras, al parecer estaba muy lleno de eso; y procedí a limitarme y controlar mis expresiones y mis palabras; al final, él no encontró con quien pelear y yo puede llegar a donde tenía que llegar.

La moraleja de esa historia es, que día a día te encontraras personas que actúan como camiones de basura, y quieren esparcir su mal olor y su suciedad hacia otras personas, quizás porque no saben cómo cambiar, cómo ser mejores personas, cómo expresar amabilidad, y obviamente no han conocido ni han tenido una relación con Dios directamente.

Es por esto que cada día más me aferro a Dios, a sus promesas, y entrego por completo mi corazón; el vivir en Cristo es vida y ganancia, y el no tenerlo es muerte.

No cuesta nada ser amable, aprender a escuchar y tratar a las personas como queremos que nos traten a nosotros. Muéstrales a los demás el favor de Dios en tu vida, en tus acciones y en tus palabras. Todos los días debemos orar por personas como esa, para que puedan encontrar el verdadero sentido de la vida, y para que Dios transforme sus corazones.

Recuerda que Dios es bueno todo el tiempo, todo el tiempo Dios es bueno. Dios te bendiga.


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Sea tu si, si y sea tu no, no.