Dios cuida de mí, bajo la sombra de sus alas
Dios cuida de mí, yo
amo su casa
Y no ando solo, yo no estoy solo porque yo sé
Dios cuida de mí...
Estas son letras de una canción que me gusta mucho; en ellas suelo siempre recordar, ¿por qué nunca me siento sola?; en cada paso que doy, en cada suspiro que emito, en cada palabra que digo, en cada acción que realizo... yo sé que Dios cuida de mí. Por esto doy cada mañana gracias a Dios por la vida, por respirar, por poder ver, caminar, oler, sentir, tocar....
Recuerdo una vez, con el embarazo de mi hija mayor, que regresábamos de casa de
mi cuñada (que quedaba un poco apartado de mi casa), y que teníamos que cruzar
por un lugar peligroso; era ya un poco tarde y yo tenía más o menos siete meses
de gestación; el vehículo donde nos trasladábamos simplemente se apagó debajo
de un puente en medio del lugar peligroso que teníamos que cruzar.
Allí, en medio de la nada, con el conocimiento de que el lugar estaba habitado
por muchos antisociales, y reconociendo que era tarde para transitar por ese
lugar; reconociendo también que aparentemente estábamos solos, sabiendo también
que mi esposo no era mecánico, y que yo en poca cosa podía ayudar, pues el
embarazo estaba muy avanzado....
Allí comencé a clamar a Dios, orando y pidiéndole que nos cuidara, una y otra
vez; mis oraciones las hacía con los ojos abiertos, pues el miedo y la
incertidumbre estaban a la puerta de mi corazón; pero recordé como Dios me
había acompañado hasta ese momento de mi vida; Siempre ha estado conmigo, y
siempre intento mantener una comunicación con El.
De repente, de la nada, salió un señor con una caja en sus manos; el mismo se acercó
a nosotros (al ver el vehículo apagado y abierto) y le preguntó a mi esposo que
si necesitaba ayuda?; mi esposo todavía no había aceptado a Dios como su
salvador, pero vivía rodeado de personas que lo conocían y que le hablaban de Él.
El señor, sin vacilar
puso manos a la obra y empezó a verificar el vehículo; y para sorpresa de mi
esposo, la caja que llevaba el señor era una caja de herramientas de mecánica;
si, el señor era mecánico y andaba con sus herramientas de trabajo.
AL terminar, pudimos prender el vehículo, nos sentimos muy contentos al
escuchar el motor de la camioneta encender, pues ya estábamos un poco
desesperados. Cuando nos despedimos del señor y, en lo que mi esposo iba a
buscar algo de dinero para compensar el trabajo realizado, fue una sorpresa para
nosotros, pues al darnos la vuelta no pudimos ver por cual camino se marchó
aquel hombre.
Inmediatamente entendí, que las probabilidades de encontrar un mecánico a las
10 de la noche, un domingo, con su uniforme y herramientas de trabajo en medio
de un lugar tan peligroso y oscuro, eran mínimas. Así que ese hecho logró
reforzar más mi fe y me ayudo a recordar que Dios cuida de mí, pues había
enviado a uno de sus ángeles a ayudarnos.
No era el primer milagro, ni ha sido el último, pero impacto mi vida
increíblemente; esto es parte del montón de razones por la que hoy puedo hablar
y dar testimonio de que Dios es un Dios real, que es bueno todo el tiempo y que
todo el tiempo Dios es bueno.
Busquémosle de todo corazón, El, indudablemente está ahí siempre para ayudarnos,
sostenernos, amarnos y perdonarnos.
Búscale, todavía hay tiempo. Dios te bendiga.
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