Hoy quiero agradecer a Dios
por las misericordias extendidas hasta mí. Quiero compartir con ustedes este versículo:
Romanos 9:16 “Así que no
depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia”.
La misericordia extendida de
Dios no es para quien quiere, ni para el que humanamente busca ser favorecido
con ella; es simplemente para el que Dios quiere darla. Y agradezco a Dios
porque han sido muchas las misericordias para con migo, y eso solo significa
una sola cosa, que he pasado por muchos momentos difíciles que han ameritado el
auxilio de Dios; Y ha respondido como un verdadero Padre de amor. Dios ha hecho
milagros conmigo en infinidad de ocasiones y si en alguna de ellas he olvidado
agradecerle, hoy quiero aprovechar la ocasión para agradecerlo.
Recuerdo una vez cuando
regresaba de hacerle una visita a mi cuñada, la cual vivía en una zona un poco
distante del centro de la ciudad, y yo tenía ocho meses de embarazo. Teníamos
una camioneta de cabina y media y la misma era nuestro medio de transporte y
una herramienta de trabajo para mi esposo.
Pues les cuento que esa
noche íbamos rumbo a nuestra casa como a eso de las 10 de la noche, un domingo
de otoño del año 2001; cuando íbamos por la zona que popularmente le llaman “La
ciénaga”, la camioneta se apagó…sin ninguna causa aparente, simplemente se apagó.
Y no quería prender por nada en el mundo; yo procedí a utilizar la herramienta
que más se y la que más me gusta usar, la oración.
Ore a mi Padre que está en
los cielos, diciéndole más o menos esto: “Señor, tengo miedo porque es una zona
peligrosa de la ciudad, tengo miedo porque tengo ocho meses de embarazo y en
ninguna circunstancia puedo ni hacer fuerzas ni correr, tengo miedo porque el vehículo
es también una herramienta de trabajo de mi esposo, y tengo miedo porque no
quiero que le pase nada a mi bebe; Por eso te imploro que envíes a tus ángeles
a que nos guarden y nos ayuden…” algo más o menos así fue mi oración en ese
momento.
Estábamos parados debajo de
un puente oscuro y por la hora y el día que era, no había tránsito de ningún tipo.
De repente vemos que alguien se nos acerca y nos pregunta que ¿qué nos pasa?, y
mi esposo entonces procede a explicarle lo que nos estaba pasando. Unos diez o
quince minutos más tarde, ese señor que nos encontró, da las instrucciones a mi
esposo (después de haber revisado el motor de la camioneta), y le dice: “Dele a
prender”, mi esposo hace lo que el señor le dice y la camioneta,
sorpresivamente “prende”.
Al ver que la camioneta prendió,
mi esposo va a la parte delantera de la camioneta y agradece al señor (que por
cierto estaba con su bata de mecánico y su maletín de herramientas) y le
pregunta que ¿cuánto le debe?, en lo que baja el bonete y se voltea para
terminar de hablar con el señor, al dar la vuelta no pudo ver hacia donde se dirigió
el señor, pues no dejo rastro alguno; Mi esposo no era estudioso, ni temeroso
de las escrituras, pero de una cosa estaba seguro, ese señor había salvado a su
familia. Solo de pensar lo que pudo habernos pasado en ese lugar, ese día, y a
esa hora, me hace temblar.
No paré de dar gracias a
Dios durante todo el camino, y hoy cuando veo a mi hija, es un motivo más para
agradecer, porque no fue el primer milagro, pero lo recuerdo cada día de mi
vida. Ese día un ángel me visito y me guardo, tal y como dice su palabra en
Salmos 34: 7 “El ángel de Jehová campa alrededor de los que le temen, Y los
defiende.
En ese lugar se cuentan las historias
más horribles de delincuencia, droga, robo, atraco, y asesinato, que nadie haya
podido escuchar jamás. Es un lugar lleno de todos los vicios que puedan
imaginar, aunque no significa que sólo exista aquí, al igual que cualquier país
del mundo donde habitan las masas más pobres y con menos oportunidades de
estudio y trabajo, se proliferan todas estas descomposiciones sociales que existen
en la humanidad.
Por esto, a ti también hoy te
invito a que reflexiones en las veces que has visto la mano de Dios actuando a
tu favor. Dios ha sido bueno y hoy es un buen día para agradecerle. Inclina tu
rostro después de leer esta meditación y agradece a tu padre celestial que mora
en las alturas de los cielos pero que ha prometido estar tan cerca de ti como
para que no te sientas solo en ningún momento de tu vida.
Dios es bueno todo el
tiempo, todo el tiempo Dios es bueno.
Bendiciones.
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