En el evangelio de Lucas dice:
“No es buen árbol el que da malos
frutos, ni árbol malo el que da buen fruto.
Porque cada árbol se conoce
por su fruto; pues no se cosechan higos de los espinos, ni de las zarzas
se vendimian uvas.
El hombre bueno, del buen
tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su
corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca”.
(Lucas 6:43-45)
Entonces es válido decir que
emanan del mismo lugar dos sentimientos totalmente opuestos. Por lo que
debemos, pues, procurar alimentar nuestra mente y corazón de las cosas que
queremos dar, porque indefectiblemente también es lo que recibiremos.
No por casualidad nos insta la
palabra a alimentar también nuestro espíritu al igual que alimentamos nuestro
cuerpo: 1 Pedro 2:2
“desead como niños recién
nacidos, la leche pura de la palabra, para que por ella crezcáis para
salvación, (…)”.
Así que hoy decidamos alimentar
nuestro espíritu (mente y corazón) con las cosas que debemos alimentarla, para
que los frutos que salgan de nosotros, sean frutos de amor y de bondad; Que lo
que abunde en nuestro corazón sea el amor, el perdón, la misericordia; Que, en
definitiva demos frutos como los frutos del Espíritu Santo.
Que tengas un excelente día.
Bendiciones.
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