¿Dónde está nuestro valor? ¿En logros? ¿En bienes materiales? ¿En relaciones? ¿En fama o poder? Si nuestro valor está en cosas vanas, en lo externo, tendremos problemas, pues todo eso es cambiante y circunstancial. Nuestro valor debe estar en Cristo, que no cambia y es el único que puede satisfacer cualquier necesidad, es agua viva y pan de vida que nos nutre y sostiene cada día. Su sangre poderosa nos compró... ¿Habrá algo más valioso? Cuando Él es nuestro centro y nuestro valor se fundamenta en Él, no importarán las circunstancias, ni lo material... ¡Él lo llenará todo!.
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