Leyendo la historia de Salomón en el libro de 2
Crónicas, y pensando en cómo la iglesia actúa hoy día, me puse a meditar, recordé
lo bueno que es estar juntos alabando el nombre del Dios Todo poderoso.
Luego de que Salomón trasladara el Arca del pacto
al templo que había construido para Jehová,
se reunieron todos los sacerdotes, los levitas, las gentes de Asaf, los de Hemán
y los de Jedutún, con sus familias, muy bien vestidos, todos al unísono tocaban
címbalos, salterios y trompetas y cantaban para alabar y dar gracias a Jehová
(2Cronica 5:2-14).
Dice allí la palabra, que todos cantaban y
alababan reconociendo que Él es bueno y que para siempre es su misericordia; y
cuando esto ocurrió la casa se llenó de la gloria de Dios. Es una historia
parecida a la que se encuentra en el libro de Hechos cuando habla acerca del
derramamiento del Espíritu Santo; estaban todos reunidos unánimes, y entonces
se escuchó un estruendo del viento el cual lleno toda la casa…y fueron llenos
del Espíritu Santo… (Hechos 2:1-5)
Estos acontecimientos, tanto en el viejo como en
el nuevo testamento, nos están recordando que para que haya verdadero
derramamiento del Espíritu Santo sobre los hijos de Dios, se necesita que estén
unidos en oración y ruego, que nos pongamos de acuerdo y que adoremos en espíritu
y verdad al Dios Todo poderoso. Es entonces cuando recibiremos de parte de Dios
el derramamiento de su Espíritu Santo.
Pero este derramamiento del Espíritu Santo, no es
para que demos voces y saltos de alegría que sean efímeros y que sólo lo
pongamos de manifiesto en un solo lugar y con unas cuantas personas. No, es
para que permanezca en nosotros y vayamos a hablar del gran amor y poder de
Dios, a todas las personas que nos rodean.
Si continuamos leyendo en Hechos 2, nos daremos
cuenta que luego de ese júbilo por el derramamiento del Espíritu Santo, los que
habían sido llenos del Espíritu salieron a hablar a otros, en sus propios
lenguajes, note que allí aclara que les escuchaban hablar en sus lenguas o
idiomas, en el cual habían nacido.
Hermanos, no confundamos el gozo del Espíritu con
una fiesta momentánea que regularmente puede durar lo que dura una celebración de
culto. El gozo del Espíritu Santo es más que eso. El propósito del
derramamiento del Espíritu es llevar esperanza y buenas nuevas a todos aquellos
que la necesitan. No seamos egoístas, ni caprichosos.
Aprendamos desde hoy que lo que Dios nos ha
regalado (por gracia) y que
hemos conocido por la revelación de su palabra (lectura y estudio de la Biblia),
es para salvación y vida eterna. No cantemos himnos ni cánticos que digan:
“Al cielo
iremos un día,
un bello
hogar nos espera,
allí entre
todos te buscare,
no quiero que
quedes afuera.
Quien al lado
de mi vivirá?,
llegando al
cielo veré,
a tu puerta
tocare y espero ver
que tu mi
vecino serás….”
No cantemos este corito sino estamos dispuestos a
salir a predicar (en el lenguaje del necesitado) del amor y la salvación de Cristo
Jesús Señor nuestro.
Al hablar de la gracia, del amor, del perdón y
del poder de Dios, las almas necesitadas reconocerán su necesidad de Dios mismo
en sus vidas, se compungirán, se arrepentirán y podrán ser bautizadas en el
nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, y entonces recibirán el Espíritu
Santo. Luego de esto se les encomienda a testificar
y exhortar para salvación; se les invita a que permanezcan en la doctrina, en la comunión, en el compartir y en la oración.
(Hechos 2:38-42).
Este es el verdadero resultado del derramamiento del
Espíritu Santo, testificado por aquellos que desde el principio de los siglos
(David) y hasta nuestros días (Jesucristo, Espíritu Santo) se nos ha sido dado
para salvación y vida eterna.
Termino esta reflexión con las palabras escritas
en el libro de Apocalipsis 22:17
“Y el Espíritu
y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y
el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”.
Esta es la invitación de hoy: Ven a los brazos
amorosos de nuestro Dios, déjate limpiar, llenar y transformar por el Espíritu
Santo y haz la obra que se ha encomendado a los hijos de Dios. Cristo vuelve
pronto, y en su espera no debemos menguar, más bien trabajar con ánimo.
Recuerda que el Espíritu y la Esposa dicen VEN!.
Dios te bendiga y te guarde, recuerda que hay Oloracielo.
Nota: Asaf, Hemán y Jedutún, eran de los principales cantores de los cultos
ofrecidos tanto por David como por Salomón. Aprendamos de ellos y CANTEMOS
TODOS A UNA VOZ.