Cuenta una historia que había una vez.....
Un hombre que pasó por delante de una casa y
vio a una anciana en una mecedora, un anciano que leía un periódico se
balanceaba en un sillón junto a ella, y un perro yacía en el piso junto a ellos
y lloriqueaba, como si algo le doliera.
Al pasar, el hombre se sorprendió de que
lloriqueara el perro, y nadie le hiciera caso.
Al día siguiente, volvió a pasar por delante
de esa misma casa, y vio a la pareja de ancianos en sus mecedoras y a el perro
tendido entre ellos haciendo el mismo sonido quejumbroso del día anterior.
El hombre desconcertado se prometió a sí mismo
que si el perro lloraba al día siguiente, cuando él pasara por allí, se
detendría a cuestionar a la pareja de ancianos sobre el asunto.
Al tercer día, para su desgracia, vio la misma
escena: la anciana se balanceaba en una silla, el anciano estaba leyendo el
periódico y el perro en su lugar lloriqueaba quejándose de dolor.
Fue entonces cuando el hombre dijo "No
pudo soportarlo más", se acercó a la pareja de ancianos y les dijo:
– Disculpe, señora – la anciana se volvió
hacia el hombre – ¿Qué le pasó a su perro?
– ¿Al perro? Ella respondió. – Mm,
nada. El sólo se acuesta sobre el mismo clavo todos los días.
Avergonzado por su respuesta, el hombre le
preguntó:
«Si está acostado sobre un clavo y le duele, ¿por qué no se levanta?».
La anciana sonrió y dijo con voz amable y gentil:
– Simple, porque no quiere. Por lo que creo,
querido mío, que le duele lo suficiente para quejarse, pero no lo suficiente
como para moverse.
¿Y tú, hace cuánto que te
quejas y no te mueves?
Dios a través de su palabra nos indica lo que
tenemos que hacer y nos invita a movernos día a día para poder lograr nuestros
objetivos; en el libre de Hechos 10:42 nos dice: “Y nos mandó que predicásemos
al pueblo, y testifiquemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de
vivos y muertos”, esto es indudablemente nuestro llamado y nuestras
instrucciones. Hoy te invito a que puedas moverte bajo la dirección y control
del Espíritu Santo y que podamos esparcir la paz de Cristo, en este mundo que
tanto lo necesita.
Que Dios te bendiga y te guarde, que haga
resplandecer su rostro sobre ti, y que ponga en ti paz. Recuerda que hay
Oloracielo.
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