lunes, 12 de febrero de 2024

¿Qué tan acostumbrados estamos al dolor?





Cuenta una historia que había una vez.....

Un hombre que pasó por delante de una casa y vio a una anciana en una mecedora, un anciano que leía un periódico se balanceaba en un sillón junto a ella, y un perro yacía en el piso junto a ellos y lloriqueaba, como si algo le doliera. 

Al pasar, el hombre se sorprendió de que lloriqueara el perro, y nadie le hiciera caso.

Al día siguiente, volvió a pasar por delante de esa misma casa, y vio a la pareja de ancianos en sus mecedoras y a el perro tendido entre ellos haciendo el mismo sonido quejumbroso del día anterior.

El hombre desconcertado se prometió a sí mismo que si el perro lloraba al día siguiente, cuando él pasara por allí, se detendría a cuestionar a la pareja de ancianos sobre el asunto.

Al tercer día, para su desgracia, vio la misma escena: la anciana se balanceaba en una silla, el anciano estaba leyendo el periódico y el perro en su lugar lloriqueaba quejándose de dolor.  

Fue entonces cuando el hombre dijo "No pudo soportarlo más", se acercó a la pareja de ancianos y les dijo:

– Disculpe, señora – la anciana se volvió hacia el hombre – ¿Qué le pasó a su perro?

– ¿Al perro? Ella respondió. – Mm, nada. El sólo se acuesta sobre el mismo clavo todos los días.

Avergonzado por su respuesta, el hombre le preguntó: 

«Si está acostado sobre un clavo y le duele, ¿por qué no se levanta?». 

La anciana sonrió y dijo con voz amable y gentil:

– Simple, porque no quiere. Por lo que creo, querido mío, que le duele lo suficiente para quejarse, pero no lo suficiente como para moverse.

¿Y tú, hace cuánto que te quejas y no te mueves?

Dios a través de su palabra nos indica lo que tenemos que hacer y nos invita a movernos día a día para poder lograr nuestros objetivos; en el libre de Hechos 10:42 nos dice: “Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y testifiquemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos”, esto es indudablemente nuestro llamado y nuestras instrucciones. Hoy te invito a que puedas moverte bajo la dirección y control del Espíritu Santo y que podamos esparcir la paz de Cristo, en este mundo que tanto lo necesita.

Que Dios te bendiga y te guarde, que haga resplandecer su rostro sobre ti, y que ponga en ti paz. Recuerda que hay Oloracielo.

 

 


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