Conozco
tantas personas que se han ido de la iglesia, que han dejado de asistir a reuniones
de estudios bíblicos o de oraciones, que han dejado de hablar con personas,
simple y llanamente porque en algún momento de nuestras interacciones han
sentido (o hemos sentido) que nos hablaron fuera de tono, o tal vez por
influencia de alguien más que hablo mal de nosotros, y que aunque no nos
conocen o no conocemos a la otra persona, empezamos a juzgar, o en ese momento
nos sentimos ofendido con algo que hayan dicho o hecho.
Pero
para todo esto ya Dios tenía un plan, ya EL sabía que tendríamos que lidiar con
todo esto desde una perspectiva u otra (ya seas tú el ofendido o sea yo), no
importa, porque a través de las palabras registradas en la Santa Biblia podemos
encontrar todo (absolutamente todo) lo que necesitamos para resolver nuestros
problemas (y esto es un verdadero problema, pues nos puede hacer perder la dirección
de Dios).
El
apóstol Pablo sabia sobre este tema, y dedico parte de su vida a predicar sobre
el tema; en cada uno de sus escritos exhortaba a los hermanos a comprenderse,
amarse, respetarse y a saber que todos somos diferentes con cualidades excepcionales,
pero diferentes cada uno. En el libro de Romanos 12:4 resalta el hecho de que
somos diferentes, pero útiles (todos sin excepción) para la misión que Dios nos
ha dado.
Los
seres humanos nos complementamos los unos a los otros, pero debemos dejar el
orgullo, la vanidad, el deseo de vanagloria, la envidia, el rencor o cualquier
otro obstáculo que nos impida ver el rostro de nuestro Dios en el día de la resurrección.
En
Romanos 13:8 dice “No debéis nada a nadie, sino el amaros unos a otros; porque
el que ama al prójimo, ha cumplido la ley”, Pablo lo sabía porque no era tarea fácil,
de hecho es lo más difícil que podemos hacer día a día.
Existen
tantas personas diferentes a nosotros, con ideas erróneas, con percepciones,
cultura, hábitos, enseñanzas, ideas e incluso con dolores y formas de resolver situaciones
tan distintas a nosotros, que en lugar de intentar comprender y amar, es más fácil
juzgar y alejarse.
La
invitación de hoy es para que busquemos, en oración, el rostro de nuestro Dios,
que identifiquemos a esa o esas personas que hemos alejado (ya sea por cuenta
propia o porque se haya alejado sin razón evidente de nosotros) e intentemos
sanar, primero nuestras heridas, reflexionando en lo que nos han hecho o en lo
que (inconscientemente) hemos hecho, y luego en intentar perdonar y amar.
Jesucristo
es el mayor ejemplo de perdón y amor que podamos conocer a través de la
historia, si hay algo que aprender es esto, que nos amemos los unos a los
otros; el trabajo de juzgar es de Dios, no nuestro, nuestra misión es llevar el
evangelio de amor a los que amamos y aun a los que todavía no.
Dios
te bendiga y te guarde, resplandezca el sol de justicia en ti y en tu derredor.
Amando a nuestro prójimo estaremos agradando a nuestro Dios, pues El decidió
amarnos aun con todos nuestros pecados y defectos. Recuerda que hay Oloracielo.
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