En
el libro 1 Timoteo dice: "Porque si alguno no provee para los suyos, y
mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo",
aquí nos hace referencia a proveer para los nuestros, exhortándonos a ser
piadosos con nuestros semejantes, especialmente con nuestros seres más
cercanos.
Cuando
hablamos de ser piadosos debemos conocer primero el significado de esta
palabra, en la real academia de la lengua define esto como “Que siente o muestra pena y compasión por
la desgracia o el sufrimiento ajeno o que posee una tendencia natural a tener
ese sentimiento.” Entonces es bueno también que nos preguntemos, ¿fue Jesús
un ejemplo de compasión para nosotros?, yo en lo personal creo que si….
Siendo Jesucristo un
ejemplo de compasión o piedad por el prójimo, no deberíamos nosotros hacer lo
mismo?, no es acaso esto a lo que estamos llamados?, porque nos cuesta tanto
identificarnos con nuestros semejantes?
El enemigo de las
almas se ha encargado de hacer que la maldad sea tan común que ya no la veamos
como tal; dice en la biblia “ y por haberse multiplicado la maldad, el amor de
muchos se enfriará.” (Mateo 24:12), y esto es la pura verdad. Ya está
tan degradada que fácilmente podemos confundir lo bueno con lo malo.
Es por esto que
ya no vemos al vecino como nuestro familiar más cercano, de hecho hay personas
que viviendo en un edificio no conocen a ninguna de las personas que comparten
el espacio habitacional. Es triste decirlo pero es la pura verdad.
Esta verdad que
hoy nos llena de dolor y amargura es la que estamos cada vez más alimentando
con nuestras malas prácticas y nuestro endurecido corazón. Un corazón que solo
busca el bienestar propio y dicen “para que la desgracia llegue a mi casa que
llegue a la ajena”….
Pero se les
olvida que el mundo en general es nuestro hogar, y que no fuimos creados para
estar solos, somos un gran pueblo, una gran nación, todos somos hijos amados de
Dios.
Pidámosle a Dios
que nos colme el corazón de bondad y compasión, que saque todo lo que sobre, todo
aquello que nos daña, que nos destruye y que nos separa de nuestros semejantes.
Comencemos por
ser mejores amigos de Jesucristo y veremos cómo nuestras relaciones interpersonales
con los demás mejoraran grandemente. Que sea nuestra oración diaria “Sáname…
sálvame… tu eres mi alabanza” (Jeremías 17:14).
Dios te bendiga y
te regale un día bonito, recuerda que hay olor a cielo.
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