¿Te has sentido alguna vez decepcionado o decepcionada por algo que esperabas obtener y no pudiste?
¿Has
pensado alguna vez, que esperaste demasiado de alguien o de algo?
En
estos tiempos tan difíciles y complicados, es normal el sentirse de esa forma;
no todos logran enrolarse en el ritmo de este mundo. Para la juventud es fácil
ir a la velocidad de la comunicación y los cambios tecnológicos actuales, pero
para las demás generaciones, no creo que se nos haga tan fácil.
Uno
definitivamente va a su ritmo en todo. Pero con la tecnología, esta generación
va muy de prisa; no hay una cosa que salga nueva que los jóvenes ya no
conozcan, ellos están al tanto de todos los cambios y las actualizaciones que
va en forma vertiginosa cambiando los tiempos, la cultura, e incluso las
estructuras formativas, tanto familiares, educativas y laborales; no
abordaremos el tema ético por razones entendibles. Ya cada quien concibe el
concepto de la ética desde su mejor perspectiva.
Con
estos cambios estructurales en los ámbitos académicos, laborales, etc., nos
vemos en la necesidad de modificar ciertos contenidos en nuestros programas de
actividades diarias. Esto incluye inclusive, nuestra forma de alimentarnos, vestirnos,
los entornos que frecuentamos, etc.
Si
hacemos un análisis retrospectivo de las cosas que hacíamos a principio de este
año, nos daremos cuenta que en menos de un año hemos cambiado lo suficiente
como para sentirnos obsoletos en algunas cosas. Estos son los cambio que nos
hacen sentir decepcionados.
Tener
muchas expectativas ya no resulta ser tan saludable, pues provoca en nosotros
la generación de cortisol, es una hormona que tiene un efecto en prácticamente
todos los órganos y tejidos del cuerpo; aunque existen otras hormonas como la
prolactina, catecolaminas y otras, el generar cortisol es lo más común cuando
nos exponemos a situaciones como las que les describí en los párrafos
anteriores.
En situaciones
similares, es normal sentirnos agotados también; gracias a Dios que tenemos la
fuente ideal para descansar y recargar nuestras fuerzas. Jesucristo dijo “Yo
soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.
(Juan 14:6); es por esto que hoy te invito a que deposites toda tu confianza en
El, permítele acompañarte y llevar tus cargas; regálale tu agenda a Dios y
veras como ese sentimiento de cansancio y desilusión por la muchas expectativas
no alcanzadas, se disiparan y podrás disfrutar de todos los días que Dios te
regala en completa calma y sintiendo esa felicidad que hace tiempo que no
disfrutas, por todas las cosas que te rodean.
Dios
te bendiga y te guarde, son los deseos de tus amigos de
oloracielo.blogspot.com; si te gustó recuerda suscribirte al canal y compartir
las meditaciones. Bendiciones.
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