miércoles, 8 de enero de 2020

La familia.



Indiscutiblemente el núcleo de la sociedad es la familia, compuesta en principio por el esposo y la esposa, que después se amplía con la llegada de los hijos.

En el libro El hogar cristiano, p. 156, leemos: “El círculo del hogar debe considerarse como un lugar sagrado, un símbolo del cielo, un espejo en el cual nos reflejemos. Podemos tener amigos y conocidos, pero no hemos de entrometernos en la vida del hogar”.

¿Cómo podemos aplicar este ejemplo de servir los unos a los otros en el hogar? Esposo y esposa sirviéndose mutuamente y ambos sirviendo a los hijos. Hermanos sirviéndose los unos a los otros, y todos sirviendo a los padres. Haciendo eso, todos estarán reflejando el ejemplo de Cristo y sirviendo a Dios en el hogar.

El servicio en el hogar debe ir mucho más allá del simple hecho de hacer las tareas domésticas cotidianas preestablecidas o no de la casa. Servir en amor, como Jesús lo hacía, significa estar siempre listo a hacer algo para ayudar a los demás. Significa buscar oportunidades para hacer a alguien más feliz. El padre y esposo es quien, cuando al llegar cansado después del trabajo, lava la loza de la cena para que la esposa tenga un descanso de buena gana y con amor, y así todos puedan pasar más tiempo juntos. El hijo que corre a ayudar a descargar del auto las bolsas o fundas cuando los padres llegan del mercado, aunque ninguno pida ayuda. La esposa que planea y prepara la cena especial para la familia, aun cuando no hay nada para celebrar.

El ejemplo de servicio que Jesús nos dejó incluye mucho más que acciones; incluye sentimientos y actitudes de ayuda, de servicio, de amor al prójimo. Jesús no solo servía, sino que servía con bondad, paciencia y amor.

“La mayor evidencia del poder del cristianismo que se pueda presentar al mundo es una familia bien ordenada y disciplinada. Esta recomendará la verdad como ninguna otra cosa puede hacerlo, porque es un testimonio viviente del poder práctico que ejerce el cristianismo sobre el corazón” (El hogar cristiano, p. 26).

Sin embargo, lo contrario también es verdad: “La influencia de una familia mal gobernada se difunde, y es desastrosa para toda la sociedad. Se acumula en una ola de maldad que afecta a las familias, las comunidades y los gobiernos” (El hogar cristiano, p. 27).

Preguntémonos hoy:

ü  ¿cómo hemos vivido realmente como familia y qué tipo de influencia hemos sido para los que nos rodean.
ü  ¿Qué tipo de testimonio está siendo nuestro hogar para el mundo?
ü  ¿Será que estamos recomendando la verdad o siendo una influencia desastrosa?

Meditemos seriamente en esto, y quiera Dios que encontremos las respuestas correctas para mejorar nuestro círculo familiar y así contribuir a reparar la grieta mundial que está sufriendo lo que llamamos hoy “familia”.

Feliz y bendecido día te desea oloracielo.blogspot.com


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