Cuando recién conocí el
evangelio a través de una amiga de infancia que a la vez era mi amiga en el
colegio (y que todavía sigue siendo mi amiga, mi hermana de otros padres), tenía
una interrogante: ¿Cómo realizo un ayuno que sea agradable a Dios?, pues quería
agradarle de todo corazón.
Y esa era una interrogante
que me acompaño por mucho tiempo. Hasta que me encontré con el capítulo 58 de Isaías
y medite seriamente en él. Esta meditación me llevo a entender que el verdadero
ayuno que requiere Dios, no solo de mí, sino de cada ser humano que se hace
llamar hijo Dios, es ciertamente lo que dice allí, veamos:
2 Que me buscan cada día, y quieren saber mis caminos, como
gente que hubiese hecho justicia, y que no hubiese dejado la ley de su Dios; me
piden justos juicios, y quieren acercarse a Dios.
Aquí me
veo reflejada en este reclamo de Dios; intento buscarlo cada día, y quiero
saber cuáles son sus caminos para seguirlo, y cuando estoy en dificultad, pido
justo juicio, que al final sé que me favorecerá.
3 ¿Por
qué, dicen, ayunamos, y no hiciste caso; humillamos nuestras almas, y no te
diste por entendido? He aquí que en el día de vuestro ayuno buscáis vuestro
propio gusto, y oprimís a todos vuestros trabajadores.
Y me justificaba diciendo:
clamé a ti y no me escuchaste, no vi respuesta de parte tuya mi Dios.
4 He aquí
que para contiendas y debates ayunáis y para herir con el puño inicuamente; no
ayunéis como hoy, para que vuestra voz sea oída en lo alto.
Entonces lloré y me
pregunté: ¿Solo hago ayuno cuando necesito el favor de Dios?, y El me cuestionó
diciendo:
5 ¿Es tal
el ayuno que yo escogí, que de día aflija el hombre su alma, que incline su
cabeza como junco, y haga cama de cilicio y de ceniza? ¿Llamaréis esto ayuno, y
día agradable a Jehová?
Debo detenerme y meditar, ¿Qué
es el ayuno? ¿Cuál es el ayuno que agrada a Dios?, y Dios me preguntó:
6 ¿No es
más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las
cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo
yugo?
7 ¿No es
que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa;
que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano?
¿Estoy haciendo esto que
me pide Dios, he soltado mis cargas de opresión? ¿Me estoy escondiendo de aquel
hermano que está en necesidad y que por su condición, creo que ya lo he ayudado
lo suficiente, y ahora lo que siento es que me molesta?
Hasta aquí había sentido
angustia mi corazón, y así estuvo de angustiado por muchos años. Pero entonces
viene palabra de aliento y esperanza a mi vida en los versus siguientes:
8 Entonces
nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto; e irá tu
justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia.
9 Entonces
invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí. Si
quitares de en medio de ti el yugo, el dedo amenazador, y el hablar vanidad;
10 y si
dieres tu pan al hambriento, y saciares al alma afligida, en las tinieblas
nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el mediodía.
11 Jehová
te pastoreará siempre, y en las sequías
saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y
como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan.
12 Y los
tuyos edificarán las ruinas antiguas; los cimientos de generación y generación
levantarás, y serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas
para habitar.
¡Gloria a Dios, he encontrado
la respuesta que tanto buscaba!, ahora sé lo que debo hacer, lo que significa
el ayuno, y cómo debo hacerlo. Dios tenía esa respuesta desde siempre en su
palabra, pero yo no había meditado en ella lo suficiente como para entender que
de lo que se trata es de amar con todo tu corazón a Dios y amar al prójimo.
¡Aleluya!, ¡Gloria a
Dios!, este es el secreto del verdadero ayuno.
Oloracielo.blogspot.com te
desea el mejor de los días, y anhelo de todo corazón que puedas entender,
asimilar y practicar lo que nos enseña la biblia hoy.
Bendiciones de lo alto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario