En el día
de hoy mi corazón esta triste, al enterarme de una trágica noticia que sucedió en
el día de ayer en un barrio de esta ciudad. Fue el caso de las niñas que
estaban peleando en una escuela, y que su desenlace fue la muerte de una de las
menores (y justamente la menor de las dos). Hechos como estos son los que cada
vez más van convirtiendo los corazones de los humanos en piedra.
En la
biblia cuando leemos las historias plasmadas allí, pocas veces nos remontamos a
los momentos, lugares y personas que protagonizaron esos hechos, pero cuando
nos toca escuchar que sucedió tan cerca de nosotros, a mí en particular, me
afecta muchísimo.
En el
libro de Génesis, hemos leído en infinidad de ocasiones la historia de Caín y
Abel, pero creo que pocas veces hemos reparado en lo que pudo haber sentido Eva
frente a ese acontecimiento; Sin embargo, cuando leemos la historia de la viuda
de Naím, quizás sea más fácil identificarnos con una madre que pierde un hijo,
pues la historia da más detalles sobre la situación, en contraposición con la
historia anterior. Y ni hablar de misma muerte de Jesucristo delante de los
ojos María.
Pero lo
cierto es, que en todas las historias relacionadas que encontramos en la
biblia, hay una madre sumida en un gran dolor porque ha perdido a su hijo, no
importa que sea el único o que tenga más de uno, hijo es hijo. El dolor que
experimenta una madre frente a la pérdida de un hijo es incontable, es
indescriptible, por más que te lo expliquen, sino has sido protagonista de una
tragedia similar, nunca alcanzaras a entender lo que, en ese momento,
experimenta ese ser tan sensible, como lo es la madre.
De estas historias
hay algo que quiero resaltar, en la primera (Caín y Abel) podemos ver cómo el
mismo Dios reclama por la acción cometida, y sanciona el hecho; En la segunda
(el hijo de la viuda de Naím), vemos cómo el mismo Jesucristo se interesa y
hace un milagro en la vida de esa madre afligida por tan grande pérdida.
Dios ha
de reclamar por todos esos actos de violencia que estamos viviendo a diario, y
Jesucristo está siempre presente para consolarnos, reanimarnos y el día de su
segunda venida, entonces nos otorgará el gran privilegio de volver a ver y
estar con nuestros seres amados.
Esta
escrito que vendrán tiempos peores que los que vivimos actualmente, y lo que le
pido a mi Dios encarecidamente es que me de las fuerzas necesarias para
continuar, no que me endurezca el corazón para que estas cosas no me afecte,
sino que me dé la oportunidad de entregar mi vida por completo a Jesucristo,
que me permita servirle, amarle y esperarle con tanto fervor y fe, que me ayude
a fortalecerme espiritualmente cada día para poder fortalecer a otros en sus
momentos de dolor y a llevar mensajes de esperanza y vida a todos aquellos que
lo necesiten.
Hoy te
invito a orar, por todas aquellas personas que han perdido a un ser querido,
sin importar que tan lejos o cerca este en los lazos familiares que les unen.
Orar por las madres y padres, para que nos ayude Dios a encaminar a nuestros hijos por el camino
del bien, para darles el amor suficiente y necesario para que ellos no lo
busquen en otras personas o cosas de este mundo. Que nos dé el discernimiento
para poder entender lo que sucede, y que no desmayemos en la lucha que
representa estar cada día en este mundo, y que al final de la batalla del bien
y el mal, nos pueda dar la victoria.
Dios te
regale un buen día, Dios nos ama y nos perdona y recuerda lo que dice en
Hebreos 4:15 “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de
nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza,
pero sin pecado.”
Que el
mismo Dios de paz y amor que sustento ayer nos sustente hoy, bendiciones.
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