Cada día…

Cada día…

Cada día, dice la palabra de Dios, trae su propio afán; Y nada más cierto que esto. Podemos estar lo más preparados, organizados, atentos, dispuestos o lo que quieras, para comenzar un día de trabajo, pero lo cierto es que cada día trae su propio afán.

A veces nos pasamos el fin de semana planificando la semana laboral próxima a comenzar, pero en realidad, cuando terminas esa semana, y repasas lo que hiciste, te das cuenta que de las 8 cosas que planificaste hacer para esa semana, terminaste haciendo 5 de las planificadas (para el mejor de los casos 7), y 4 o 5 de las que no habías planificados. Claro está, encontraras personas que te dirán “Yo hice todas las cosas que planifique”, felicidades eres un buen administrador de tiempo, pero les adelanto que no forman parte de la mayoría.

Pero estamos de acuerdo en que hay que hacer una buena planificación para poder acercarnos a la perfección de la realización de lo planificado. Lo mejor de todo es entender que como dice el Salmista en el libro de los Salmos 100: 3

“Reconoced que Jehová es Dios;
Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos;
Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado”.

Al hacer esto podremos entender mejor porque muchas de las veces no podemos realizar todas las cosas que planificamos. Me gusta mucho un adagio que dice: El hombre planea y Dios dispone”. No es un pensamiento pesimista, ni mucho menos. Es la realidad que cada ser humano debería entender, para así poder colocar todos sus planes y proyectos en las manos de nuestro Dios. De esta manera estaremos asegurando nuestro éxito en todo lo que emprendamos.

Vamos, hoy es un gran día, empieza una semana laboral más, Dios nos ha regalado el sol, la lluvia, el aire, los medios y las personas para que podamos trabajar armonizados con sus planes divinos. Ven, encomienda a Dios tus caminos, y El hará.

Buenos días y recuerda que Dios es bueno todo el tiempo, todo el tiempo Dios es  bueno.