¡Pues, tranquilo!
“No se inquieten por nada; más
bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y
denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus
corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.” Filipenses 4:6-7
Hace un tiempo, leí esta frase
en un libro:
“¿Sabe por qué se queja? Porque no
acepta lo que sucede, porque se cree que sabe más que la vida o que los demás,
porque está íntimamente convencido de que tiene la receta para que el mundo
funcione de la mejor manera posible, y cuando no lo hace cuando usted cree, se
queja.”
De verdad les confieso que
cuando leí esta parte del libro, me pareció, a primera vista, un cliché, algo
que dicen muchas personas, sólo para mostrar que puedes hacer algo más. Y en
cierto modo creo que es así, la diferencia es que cuando estas realmente
necesitado de esa instrucción “divina” para poder resolver algo en tu vida, te
vuelves más receptivo y entiendes otras cosas.
El autor continúa diciendo que: “Lamentarse
es no aceptar la vida tal y como se muestra: es estar peleado con la vida. Y si
está peleado con la vida, sólo puede haber un perdedor: Usted.”
Y dice más adelante que cuando
esto sucede es porque hay una falta de misión, de objetivo, de perspectiva e
incluso de estar en un camino equivocado. Es correcto esto, pues necesitamos
enfocarnos en algo más que no sea ver lo negativo que nos rodea, pues de eso
tenemos bastante en nuestro entorno.
Un proverbio chino dice: “Si
tiene solución, ¿por qué preocuparse?, si no lo tiene, ¿Por qué preocuparse?”.
Sería bueno hacernos esas
preguntas a diario cuando nos sobrevengan esas situaciones o circunstancias que
no sabemos, o podemos, resolver. No te detengas a quejarte (en esa parada hay
mucha gente), mejor utiliza las horas de tu día para algo provechoso, porque al
final, cuando pase el tiempo, veras que pensaras en aquello que tanto te
preocupaba, y dirás: “no merecía espacio en mi memoria”.
Recuerda este versículo: “Depositen
en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes.” 1 Pedro 5:7, te invito con
este versículo en memoria, a que deposites todas tus ansiedades y tristeza en
las manos de Cristo, para que veas que liviana se vuelve toda aquella carga. El
cuidara de ti, sí que lo hará, sólo debes confiar. Créele a Cristo.
¡Dios te bendiga!
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