martes, 27 de agosto de 2024

Promesas de Dios.

 



Dios promete cada día de su gracia, su amor, su perdón y su compañía, para cada uno de nosotros; a nosotros nos toca decidir si queremos recibir la bendición o no. Te preguntaras ¿Como así?, ¿cómo es que yo decido si recibir la bendición o no?; déjame contarte una historia:

En el año 2009, cuando al fin estaba por terminar mi carrera de Contabilidad (en la cual llevaba casi 10 año (por las interrupciones que ocurrieron durante ese periodo), ocurrieron dos cosas importantes en mi vida, la primera fue que perdí mi trabajo de casi 10 años, donde había forjado mi experiencia y donde había entregado todo mi esfuerzo y empeño a un trabajo de calidad (por razones políticas), y lo segundo fue que perdí a mi abuelo materno; en ese momento estaban pasando muchas cosas en mi vida; lidiar con una situación de desempleo, en donde yo era parte importante para la provisión y sostén de mi hogar, y perder a mi abuelo quien representaba una figura de mucha importancia para mí.

En ese justo momento empezaba a realizar mi trabajo monográfico, y tenía que concentrarme mucho en esto (e invertir dinero), pero también mis tres hijos estaban en edades complicadas (todos menos de 10, complicada porque se demanda mucho tiempo de la madre); pero, en fin, tenía dos opciones, trabajar con todo y tristeza o dejar que la tristeza tomara el control para convencerme de que no podía hacerlo.

Decidí continuar, a pesar de estar sin trabajo, y con el dolor de la perdida de mi abuelo; realice mi trabajo monográfico y logre concluir con calificaciones excelentes; con todo esto sucediendo, también decidí hacer bizcochos y pan de maíz para venderlo a los colmados o a algún negocio que quisiera comprarlos, para ayudar a mi esposo con los compromisos de la casa; no fue fácil para mí, pues trabajo desde hace mucho tiempo (desde el 1996 ininterrumpidamente en diferentes lugares) y verme en ese momento sin un lugar para ir a trabajar y recibir ingresos, fue realmente duro.

En este proceso pasaron tres meses; un día recibí una llamada de una hermana de la comunidad de la iglesia a la cual pertenecía en ese entonces, ellos (los hermanos de la comunidad) realizaron llamadas y contactaron personas para poder ayudarme a conseguir trabajo, también orábamos arduamente; hasta que Dios se manifestó poderosamente al conseguir un trabajo para mí como encargada del área de contabilidad de una empresa de Zona Franca; a pesar de que tenía muchos años de experiencia y conocimiento de los procesos contables y financieros, no fue hasta ese entonces cuando pude conseguir el trabajo como encargada de esa área, ya titulada.

Fue una gran bendición y un gran reto, ya que me quedaba muy distante de la casa y el trabajo demandaba muchas horas, y como les había comentado anteriormente, mis hijos estaban muy pequeños. Pero acepté el reto y me fui a trabajar allí; conocí personas extraordinarias, de mucha fe, que me acompañaron en ese proceso y confiaron en mi trabajo. Este fue solo un trampolín que Dios utilizo para que comenzara mi larga carrea profesional, pues de allí (sector privado) regrese al sector público ya como profesional titulada para escribir mi carrera profesional desde ese espacio.

Recuerdo que cuando recién termine el colegio y empecé a trabajar, mande a confeccionar unas tarjetas personales que decían "EJP consulting", con el propósito de poder brindar los servicios técnicos de contabilidad (estaba ya titula como Técnico en Igualas Contables) pero que en mis sueños quería que fueran como licenciada; alguien me pregunto ¿para que tenía esas tarjetas si yo no era profesional del área?, mi respuesta fue: "el que no sueña, no llega"...

Con esas experiencias, mi reflexión siempre fue, que Dios nos permite prepararnos y nos da la oportunidad para que trabajemos en nosotros primero y luego para el prójimo; de esta forma podremos ver la mano de Dios obrar en nuestras vidas, dirigirnos, sostenernos y bendecirnos. Mis testimonios son muchos, acumulados a lo largo de mi vida. Hoy comparto este contigo, para que puedas entender, que a veces Dios permite situaciones fuertes en nuestras vidas, solo para que forjemos nuestro carácter, para que nos preparemos y para que pensemos en ayudar a otros.

No seamos egoístas, pensando que Dios nos está castigando al no darnos o al quitarnos algo. Dios conoce el futuro, ha vivido nuestro pasado con nosotros y quiere ser parte de nuestro presente; la invitación de hoy es para que pienses en todo aquello que perdiste, en todo aquello que lograste conseguir y en el propósito con el cual estas viviendo hoy; que puedas contestar la pregunta: " ¿Le agrada esto a Dios? y que también puedas decir: "gracias, Dios por todo lo que permitiste, me quitaste y me diste". Las promesas de Dios son fieles y verdaderas.

Ana (1Samuel 1) oro compungidamente por un hijo, al cual no iba a ver crecer pues la promesa de ella era que sería entregado para el servicio de Dios (servicio en el templo); el corazón de Ana solo quería que Dios mirara su aflicción y la confortara con un milagro; al recibirlo, ella agradeció a Dios y cumplió su promesa de entregarlo al servicio de Jehová. Fíjate que Ana no pidió para ella quedarse con ese milagro (su hijo), lo pidió para ser ofrecido al servicio de Jehová.

Te invito para que todos tus talentos, sueños, milagros y tu vida entera, estén al servicio de Jehová hoy; recuerda todo lo que ha permitido en ti, todo lo que te ha dado, de todo lo que te ha librado y sírvele de todo corazón. Esto es el todo del cristiano, amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo. 

Que Dios te bendiga y te guarde y que haga resplandecer una vez más su rostro sobre ti. Y que puedas decir como Ana "Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí". Recuerda que hay Oloracielo.

Oración del día: Bendito Dios y Padre nuestro, permite que tu Espíritu Santo me fortaleza para poder permanecer firme en esos momentos de pruebas y de tristeza; te entrego hoy mis talentos y mis dones para ponerlos a tu entero servicio y disposición; permíteme orar y dar testimonio como lo hizo Ana; Haz de mí una nueva criatura y permíteme reflejar tu carácter. En el nombre de Jesucristo, Amen.

 

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Sea tu si, si y sea tu no, no.