En el antiguo testamento, una y otra vez, Dios insta a que
guardemos su Ley en nuestra mente y en nuestro corazón; esta es una manera
llana de decirnos que debemos aprenderla, recordarla y practicarla. Muchos de
los israelitas al pasar por el desierto olvidaron lo que Dios había dicho y
cómo Dios quería que se hicieran las cosas.
Esto los llevó a recibir, una vez tras otra, duros tropiezos y
desilusiones; incluso les llevó a perder su fe y esperanza en la tierra
prometida. A pesar de todo aquello, Dios continuaba amando a su pueblo, y
quería que obtuviera lo que Él había prometido.
Estas promesas no sólo fue para aquel pueblo que caminó en el
desierto, sino también para nosotros hoy, que nos hemos constituidos en ese
pueblo espiritual que espera el pronto regreso de su salvador. Mientras
realizamos esta espera, Dios continua diciéndonos cada día a través de su
palabra, de sus mandamientos y de sus constantes misericordia, que nos ama
incondicionalmente, que conoce nuestros corazones y que desea regalarnos
corazones nuevos, que sean capaces de amar incondicionalmente.
Cada día muchos tenemos el privilegio de ver las caras de nuestros
seres queridos, ya sean hijos, nietos, amigos, compañeros de trabajo,
familiares, vecinos.... en fin podemos ver sus caras y podemos recibir aquello
que ellos nos reglan con sus palabras, miradas o gestos. Pero hay una cosa que
no podemos ver, no podemos ver sus corazones. Es por esto que Dios insistía en
que debíamos guardar su ley en nuestra mente y en nuestros corazones. Él sabía
que llegarían tiempos donde el hombre querría burlarse descaradamente de las
verdades de la biblia y de la vida de Jesucristo aquí en la tierra.
Sabía que, incluso en las iglesias encontraríamos personas que nos
recibirían con una gran sonrisa, pero que no tendrían ningún interés por el
crecimiento espiritual de los miembros de la misma. Personas que van a las
iglesias como si fuera un club social, donde solo se va a saludar, sonreír y
pasar un buen rato.
Cuanta verdad hay en las palabras del proverbista cuando escribió: Guarda
tu corazón con toda diligencia, porque de él mana la vida (Prov. 4:23). Amados lo que digamos o
hagamos a nuestro prójimo, en algún momento de nuestras vidas determinara el
camino a la salvación o a la perdición. No te imaginas cuantas personas no
asisten a las iglesias porque allí encontraran personas tan malhumoradas como
con las personas que tienen que lidiar cada día. Personas llenas de egoísmo, de
rencor, de maldad, que simplemente no podrían hacer amena una visita al templo.
Ser miembro de iglesia no se trata de tener algún cargo, o de
subir al púlpito cada semana, o de ser parte del coro de la iglesia, o de
dirigir algún departamento de la iglesia; la responsabilidad de un miembro de iglesia
es tan seria como la de ganar almas para Cristo, y no lo harán desde los bancos
de la iglesia, deben hacerlo desde sus propios hogares, desde sus lugares de
trabajo, desde aquel transporte público que deben tomar para dirigirse a algún
lugar, desde el hospital, cuando aún no sientan deseos ni tenga fuerzas para
hacerlo... esto es la verdadera esencia de ser cristianos.
Eso no lo podemos ver escrito en nuestras frentes, pero si lo
podremos apreciar de tus palabras y pensamientos, no lo podremos ver en los
corazones tangiblemente, pero si lo podremos apreciar con cada gesto o acto de
amor, compasión y perdón que recibamos.
A esto es que hemos sido llamados, a seguir la cruz de Cristo y a servir
al prójimo. Y para que no se nos olvide cuál es nuestra verdadera misión,
debemos escribir la ley de Dios en nuestros corazones y en nuestras frentes,
como lo instruyó el mismo Dios a su pueblo.
Hoy la invitación es para que estudiemos la palabra de Dios, a que
la practiquemos, a que la vivamos. A que podamos sentirnos cada vez más cerca
del Reino de Dios, pues su venida esta próximo; pronto veremos venir a aquel
que prometió tener un lugar preparado para nosotros, donde ya no habrá mas
llanto ni dolor, no habrán más muertes, no habrán más niños muriendo, no habrán
quien haga el mal...
Lee la Biblia, te aseguro que llenaras de esperanzas y nuevas
fuerzas tus días, para soportar todo lo que tenemos que lidiar en este mundo de
dolor, y nos ayudara a esperar con gozo el retorno de nuestro salvador
Jesucristo. Que Dios te bendiga y te guarde, recuerda que hay Oloracielo.
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