miércoles, 19 de mayo de 2021

En la cúspide de la soberbia.


Cuando el ser humano cree tener poder, se cree con el derecho también de pisotear, amedrentar, minimizar y hasta maltratar a sus semejantes; no sabiendo que Dios en su omnisapiensa da seguimiento a cada acción humana por más insignificante que parezca, hasta que, por sus propios hechos, el hombre reciba la recompensa de sus propias acciones.

 

No es casualidad que, en los tiempos antiguos, se tenía la creencia de que las personas pagaban sus pecados padeciendo enfermedades o carencias de toda índole. Esto queda reflejado en uno de los libros más antiguos de la existencia humana, la biblia. Y hablando de libros antiguos, tenemos que el más antigua (registrado) es el "El sutra del diamante" y en el mismo podemos encontrar palabras de sabiduría, donde enseña al hombre el desapego a lo material e incluso a lo mental y a la no pertenencia de las cosas. En este mundo ciertamente estamos de paso; es por eso que muchas veces me detengo a reflexionar en el resultado que pudiera tener el apego material a las cosas de este mundo, pienso en lo insensatos que llegamos a ser, cuando pensamos que, alcanzando una posición importante en un trabajo, o cuando logramos tener cosas materiales ostentosas y caras, esto nos da el permiso de oprimir a nuestros prójimos.

 

Jesucristo mientras estuvo en el desierto pudo experimentar en carne propia lo que era la escases en sentido general de todas las cosas, pero sin lugar a duda lo único que no le falto nunca fue el amor del padre Eterno Dios; tanto así, que fue su único sustentador en las pruebas y carencias; y el único que cumplió su promesa al otorgarle vida eterna y a través del cual obtenemos el perdón de nuestros pecados.

 

Hagamos un ejercicio en el día de hoy, mirémonos en un espejo y contemos las bendiciones que Dios nos ha dado; y estudiemos la forma de comportarnos ante los demás y con nosotros mismos.

 

Recuerda: Dios es bueno todo el tiempo, todo el tiempo Dios es bueno.

 


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Sea tu si, si y sea tu no, no.