viernes, 15 de marzo de 2019

¿Imitadores de quién?

En el libro de Filipenses 3:17-18 dice:

“Hermanos, sed imitadores míos, y observad a los que andan según el ejemplo que tenéis en nosotros.
Porque muchos andan como os he dicho muchas veces, y ahora os lo digo aun llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo…”

Es interesante lo que Pablo nos quiere decir en este texto, muchas son las veces que hemos escuchado que debemos ser imitadores de Cristo, (a esto es que se refiere el en la lectura) pero muchas más son las veces en que dejamos de querer serlo simplemente por lo que vemos en otros, que ciertamente no nos gusta, pero no reparamos en ver las transformaciones que se realizaron en las vidas de muchas otras más personas de las cuales están registradas sus historias en la Biblia para ejemplo de todos nosotros.

El ser humano, desde los inicios de este mundo, es experto en dar excusas, de encontrar salidas de emergencias (como digo yo), que muchas veces nos conducen a nuestra propia perdición. Pero a todo esto somos incapaces de brindar palabras de aliento y sabiduría para aquellos que la necesitan.

Como seres humamos fuimos hechos a imagen y semejanza del Altísimo, con las cualidades necesarias para poder asemejarnos al carácter de Cristo y alcanzar las promesas hechas por el mismo Dios para nosotros.

Así como el cuerpo humano tiene la capacidad de regenerarse, de la misma forma la vida espiritual de cada uno de nosotros es capaz de sufrir transformaciones espectaculares; No seamos de ese segundo grupo que menciona pablo en esta cita, más bien seamos imitadores de Cristo como lo fueron ellos.

Cada una de las historias registradas reflejan diferentes escenarios y algunos de ellos reflejan realidades que nuestra mente no puede aún concebir. Gracias a Dios que con nosotros esta aun ese manual de instrucciones divinas que es la Biblia. Hasta hoy ha permanecido para beneficio de todos nosotros. Atesoremos sus enseñanzas y practiquemos sus bondades. Seamos pues imitadores de Cristo.

Que el Dios de Abraham, de Isaac, de Jacob, de Daniel, y de todos aquellos grandes hombres, cuyas historias están en ese compendio maravilloso que es la Biblia, pueda hoy dirigirnos, perdonarnos, sustentarnos y guiarnos por el mejor sendero, hasta que llegue el momento de recibir la corona de vida eterna.

Feliz y bendecido día.

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