En el libro de Filipenses
3:17-18 dice:
“Hermanos,
sed imitadores míos, y observad a los que andan según el ejemplo que tenéis en
nosotros.
Porque
muchos andan como os he dicho muchas veces, y ahora os lo digo aun llorando,
que son enemigos de la cruz de Cristo…”
Es interesante lo que Pablo
nos quiere decir en este texto, muchas son las veces que hemos escuchado que
debemos ser imitadores de Cristo, (a esto es que se refiere el en la lectura)
pero muchas más son las veces en que dejamos de querer serlo simplemente por lo
que vemos en otros, que ciertamente no nos gusta, pero no reparamos en ver las transformaciones que se realizaron en las
vidas de muchas otras más personas de las cuales están registradas sus
historias en la Biblia para ejemplo de todos nosotros.
El ser humano, desde los
inicios de este mundo, es experto en dar excusas, de encontrar salidas de
emergencias (como digo yo), que muchas veces nos conducen a nuestra propia perdición.
Pero a todo esto somos incapaces de brindar palabras de aliento y sabiduría para
aquellos que la necesitan.
Como seres humamos fuimos hechos
a imagen y semejanza del Altísimo, con las cualidades necesarias para poder
asemejarnos al carácter de Cristo y alcanzar las promesas hechas por el mismo
Dios para nosotros.
Así como el cuerpo humano
tiene la capacidad de regenerarse, de la misma forma la vida espiritual de cada
uno de nosotros es capaz de sufrir transformaciones espectaculares; No seamos
de ese segundo grupo que menciona pablo en esta cita, más bien seamos
imitadores de Cristo como lo fueron ellos.
Cada una de las historias
registradas reflejan diferentes escenarios y algunos de ellos reflejan
realidades que nuestra mente no puede aún concebir. Gracias a Dios que con
nosotros esta aun ese manual de instrucciones divinas que es la Biblia. Hasta
hoy ha permanecido para beneficio de todos nosotros. Atesoremos sus enseñanzas
y practiquemos sus bondades. Seamos pues
imitadores de Cristo.
Que el Dios de Abraham, de Isaac,
de Jacob, de Daniel, y de todos aquellos grandes hombres, cuyas historias están
en ese compendio maravilloso que es la Biblia, pueda hoy dirigirnos,
perdonarnos, sustentarnos y guiarnos por el mejor sendero, hasta que llegue el momento
de recibir la corona de vida eterna.
Feliz y bendecido día.
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