martes, 9 de octubre de 2018

¿Con qué te alimentas?



Cristo dijo: “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (Jn 4.34). Así como la comida es para el cuerpo, la obediencia lo es para el alma y el espíritu. Trabajar para Dios nutre, energiza, fortalece e ilumina, trayéndonos más satisfacción que los placeres.

Aun cuando renunciar a uno mismo duele, obedecer a Dios trae alegría. Los creyentes que prioricen la sumisión a Él sabrán lo que quiero decir. La satisfacción se encuentra en acercarse al Señor, sentir su aprobación y anhelar escuchar: “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel!” (Mt 25.21 NVI).

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