En las últimas semanas he estado
leyendo un libro titulado "Jardines del alma", escrito por
Debbonnaire Kovacs; este libro es un devocional que me ha ayudado mucho a
entender ¿cómo crear una relación más íntima con Dios?, es un libro que me ha
ayudado a entender que todo lo que yo creía que tenía que hacer para estar y
sentirme en la presencia de Dios, puede ser mejorado; este devocional lo he
considerado como un manual donde he encontrado diversas formas de mejorar mi
vida espiritual, a la luz de la Biblia.
La autora relata su vida en el camino
de transformación de lo bueno a lo excelente, describe los momentos más bajos y
oscuros de su relación con Dios, hasta aquellos donde, al igual que el salmista
te preguntas “¿A dónde iré Señor sin ti?” (lee el Salmos 139) … es una manera
práctica de mostrar cómo podemos cultivar una relación de amistad con nuestro
Dios?, y cuidar nuestra vida espiritual, así como se cuidan las flores en los
jardines; ella llama a Dios “Master Gardener” (Maestro jardinero).
El paralelismo de lo que existe en un
jardín con lo que tenemos en nuestro propio jardín espiritual, nos invita a
reflexionar en ¿Cuáles son aquellas cosechas que nosotros esperamos enseñarle a
nuestro Dios, ¿Qué quiere Dios ver en nuestro jardín?, ¿Qué debemos sacar, eliminar de
nuestro jardín?, ¿Qué debemos sembrar?...
El propósito
es “Aprender a colocar a Dios en el centro de nuestras vidas”, no como lo
hacemos hasta ahora, no es ir a la iglesia cada día de culto, no es aprenderse
todos los himnos y canticos o coritos de la iglesia, no es diezmar ni ofrendar,
no es sonreír y ser amable en la iglesia o darle las gracias a los predicadores
por el sermón tan emotivo que expuso; no es sentir una emoción de segundos o
minutos, en la cual pienso estar en la real presencias del Espíritu Santo…. No es
nada de eso.
Es analizar
que estoy haciendo, reconocer lo que estoy haciendo mal, arrepentirme y abandonar
aquellas cosas que no le agradan a Dios (que pueden estar formando parte de mi carácter,
de mi vida cotidiana, etc.), reconocer que necesito el perdón de Dios
(diariamente), entender que no soy perfecta, enfocarme en ser mi mejor versión;
y esto no es tarea fácil.
Para hacer
todo esto, primero necesito conocer realmente a Dios (no lo que me han contado,
ni como yo creo que es), conocerle como realmente Él es, a la luz de las Escrituras;
Saber ¿Cuál es la naturaleza de Dios?, ¿Qué cosas le desagradan?, ¿Cuál fue el propósito de la creación de este
mundo a la luz de sus ojos?, ¿Qué pide Dios de mí? (te invito a leer
Deuteronomio 10:12-22 y Miqueas 6:6-16) ...
Puedes saberte muchos versículos de la biblia de memoria,
podemos estar estudiando un manual de iglesia, podemos estar participando de
actividades de evangelización, podemos ser miembros activos de una iglesia en
particular, podemos creernos que estamos cumpliendo los mandatos de Dios…. Pero
todo eso es solo justificación humana; Dios es más que eso; la relación con
Dios es algo que se vive, que se siente y que se transmite por medio de las
palabras, pensamientos y acciones. Todos estos elementos deben estar íntegramente
conectados a la voluntad de Dios Padre Todo Poderoso.
Es ver y reconocer a Dios como un Padre amoroso, perdonador,
misericordioso y bueno; sin pretender estar pecando y pidiendo perdón deliberadamente,
o pecando pretenciosamente (pensando siempre “no hay problema Dios me perdonará”).
Cuando entiendes cuál es el propósito de tu vida aquí y ahora, y comprendas que
ese propósito está diseñado por Dios desde el inicio, entonces querrás estar
con Él de verdad, caminar con El, esperar en El…
La invitación del día de hoy es para que nos sentemos a meditar
sinceramente en lo que ha sido, en lo que es y en lo que queremos que sea
nuestra vida, y que nos preguntemos ¿qué quiere Dios de nosotros?; esta última
pregunta debes hacérsela directamente a Él, te aseguro que El te contestara (si
lo haces sinceramente).
Oración del día: Bendito Dios, Padre Todo Poderoso, grande en
misericordia, que repudias el pecado, pero amas al pecador. Hoy vengo a tu
presencia para depositar todos mis pecados, aun aquellos que no soy capaz de
reconocer como pecado. Te ruego que traigas a mi mente todo aquello que no te
gusta, que no te agrada y que me aleja de ti; ayúdame a poder cultivar una relación
de amor y perdón contigo, así como un jardinero cuida de las flores de su jardín.
Pon en mí la entereza de no sentirme mejor ni superior a nadie, de no querer
las cosas de este mundo, de no estar pendiente de las vidas de los demás más
que de la mía propia. Reconstrúyeme desde todas aquellas partes de mi ser que están
rotas y que hoy son la causa de que no pueda yo reflejar tu rostro ni tu amor. llévame
por el camino de la perfección para poder ver tu rostro, te lo ruego,
entendiendo y reconociendo que no tengo méritos para pedírtelo, sino que lo
hago reconociendo y aceptando la sangre de Jesús derramada en la cruz del
calvario por mí. En el nombre poderoso de Jesucristo oro. Amen.