Es una ardua labor
la de predicar el evangelio; en primer lugar, porque para enseñar primero debes
aprender, es por esto por lo que debes estudiar mucho; luego debes atesorar tus
experiencias, analizarlas y sacar lo mejor de cada una de ellas, pues estas serán
tus herramientas para la testificación.
Hasta ahí está todo
muy bien, luego debes probar si realmente es bueno, no sólo para ti, sino para
los demás también. Esto puedes hacerlo creando una relación muy estrecha con
ese al que deseas conocer (en este caso nos referimos a la vida de Jesucristo).
Luego de tener
conocimiento y experiencias entonces viene la parte mas bonita, pero a la vez
mas difícil; vivir lo que crees, al hacer esto testificas de lo que has
aprendido y estudiado y muestras tú compromiso (con esto) ante el mundo. Y ya
con todo esto entonces estas preparado para mostrarle al mundo cómo tú lo
hiciste y los resultados que obtuviste. Tal vez puedas llegar a ser canal de
bendición para tu prójimo.
No nos dejemos amedrentar
por la avalancha de cosas malas que diariamente son creadas y distribuidas (sin
piedad) para destruir, matar y sacar la palabra de Dios de nuestras mentes y de
nuestros corazones.
En el libro de Colosenses
4:2 en adelante nos invita a que permanezcamos constantes en la oración, a que
perseveremos en ella, y también nos invita a que oremos por todas aquellas
personas que tienen el deseo de compartir el mensaje de esperanza con todas las
personas que nos rodean.
Seamos ejemplo de lo
que Dios es capaz de hacer con las personas que le aman y le buscan de corazón.
Dios te bendiga y te guarde, recuerda que hay Oloracielo.