Querido amigo/a, el tema sobre el cumplimiento de la ley y la
relación entre la Ley de Dios y la crucifixión de Cristo siempre ha sido, y será,
un tema complejo pero fundamental para la comprensión de la fe cristiana. Actualmente
muchos afirman que la ley ya no es necesaria para la salvación, y es cierto en
un sentido, pero es de suma importancia (primero) entender el contexto completo
para evitar malinterpretar la enseñanza bíblica.
En
la antigüedad podemos ver primero la ley que Dios le dicto a Moisés en el monte
Sinaí (Los diez mandamientos, Éxodo capítulo 19 y 20) y también las leyes que el mismo Moisés escribió para
encaminar y dirigir al pueblo (leyes morales y ceremoniales); no obstante, hoy
quiero resaltar los aspectos más importantes de ambas, a mi juicio personal.
Los
Diez Mandamientos, sin duda son un resumen conciso de la ley moral de Dios, un
reflejo de Su carácter santo y justo. Aunque la crucifixión de Cristo nos
libera de la condena de la ley (la pena por su quebrantamiento), no nos
libera del cumplimiento de sus principios.
La
idea de que los cristianos están "libres" de los Diez Mandamientos a
menudo se malinterpreta. No estamos libres de obedecer los principios
morales que reflejan. La diferencia crucial reside en cómo obedecemos:
- Antes de Cristo: La obediencia a los
Diez Mandamientos era un intento de ganarse la justicia de Dios,
una búsqueda infructuosa, porque nadie puede cumplirlos perfectamente.
(Romanos 8:3) La ley revelaba nuestro pecado y nuestra necesidad de un
Salvador.
- Después de Cristo: La obediencia a los
principios morales de los Diez Mandamientos es un fruto de nuestra
nueva vida en Cristo. El Espíritu Santo nos transforma, capacitándonos
para amar a Dios y al prójimo, reflejando el carácter de Cristo. (Gálatas
5:22-23) No es una obra para ganar la salvación, sino una expresión de
nuestra gratitud y amor por Dios, una respuesta natural a Su gracia.
Por
ejemplo, el mandamiento "No matarás" (Éxodo 20:13) sigue siendo un
principio moral fundamental para el cristiano. No lo obedecemos para ganar la
salvación, sino porque el amor de Dios en nuestros corazones nos impulsa a
respetar la vida humana. Si fallamos, la confesión y el arrepentimiento, junto
con la gracia de Dios, nos restauraran.
Por
otro lado, tenemos la ley de Moisés (estructura en el pentateuco, que son los primeros cinco libros de la Biblia, para regir lo social, lo religioso y legal en el pueblo de Israel), que sirvió para varios propósitos:
- Revelar la santidad
de Dios: La ley muestra la perfección y santidad de Dios, contrastándola con
la imperfección del ser humano. Exponía el pecado, mostrando nuestra
incapacidad para cumplirla perfectamente. (Romanos 7:7-13)
- Guiar al pueblo de
Dios:
La ley proporcionó un marco moral y social para el pueblo de Israel,
regulando su vida en todos los aspectos.
- Preparar el camino
para el Mesías: La ley sirvió como una sombra de las cosas por venir,
apuntando hacia la necesidad de un Salvador. (Hebreos10:1)
- Organizar la vida social y política: Las leyes regulaban la vida social, incluyendo las relaciones familiares, las normas de justicia, los sistemas económicos y la organización del gobierno. (Éxodo 21-23; Levítico; Números) Buscaban establecer una sociedad justa y ordenada.
- Proveer un sistema de justicia: Las leyes establecían un sistema de justicia con normas para juzgar los conflictos y garantizar la equidad. (Éxodo 21-23; Deuteronomio) Este sistema buscaba proteger a los débiles y vulnerables.
La
crucifixión de Jesucristo marcó entonces, un punto crucial en la historia de la
humanidad. Jesús, siendo perfecto y sin pecado, cumplió la ley en su totalidad.
Él murió en la cruz como sacrificio por nuestros pecados, pagando la pena que
nosotros merecíamos. (Romanos 3:21-26) Este acto de sacrificio nos reconcilia
con Dios.
¿Significa
esto que la ley ya no es relevante? No completamente. La respuesta es matizada
(quiero decir que no es una respuesta simple de "sí" o "no"):
- La ley como norma de
justicia: La ley ya no es el medio para nuestra justificación ante
Dios. No podemos ser declarados justos por cumplir la ley, pues nadie
puede hacerlo perfectamente. Nuestra justificación viene únicamente por la
fe en Jesucristo y Su sacrificio en la cruz. (Romanos 3:28; Gálatas 2:16)
- La ley como guía
moral: Aunque no somos justificados por la ley, la ley sigue siendo una
guía moral para los cristianos. El amor a Dios y al prójimo, el corazón de
la ley (Mateo 22:37-40), sigue siendo un principio fundamental para la
vida cristiana. El Espíritu Santo nos capacita para vivir una vida que
agrada a Dios, guiándonos a través de la convicción y la transformación
interior. (Gálatas 5:16-26)
- La ley como reflejo
de la gracia: La ley revela la necesidad de la gracia de Dios. Al
experimentar nuestra incapacidad para cumplir la ley, reconocemos nuestra
necesidad del Salvador. La ley no nos salva, pero nos lleva a Cristo.
En
resumen, la crucifixión de Cristo no abolió la ley en su totalidad, sino que la
cumplió y la trascendió. No somos justificados por la obediencia a la ley, sino
por la fe en Jesucristo. Sin embargo, la ley sigue siendo una guía moral y un
reflejo de la santidad de Dios, que nos ayuda a vivir una vida que le agrade.
El Espíritu Santo nos empodera para vivir de acuerdo con los principios de amor
y justicia que la ley revela.
Te
invito a orar con sinceridad, para pedirle a Dios que nos ilumine en la
comprensión de la relación entre la ley y la gracia en Jesucristo.
Pensamiento positivo: "Así que, hermanos, nosotros somos deudores, no a la
carne, para vivir conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne,
habéis de morir; más si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne,
viviréis." Romanos 8:12-13 (RV1960). El Espíritu Santo nos capacita para
vivir una vida de victoria sobre el pecado.
Oración del día: Bendito Dios y Padre bueno y eterno, toda gloria y honra
sean dadas a ti; gracias por la oportunidad de poder estudiar tu palabra cada día,
gracias porque nos das una oportunidad más para poder acercarnos más a ti por medio
de la oración; Gracias por los Diez Mandamientos, que nos regalaste desde el
principio de los tiempos con la finalidad de poder, por medio de ellos, acercarnos
más y asemejarnos a ti, gracias porque hoy permanecen como referente de
justicia, de moral y de tu amor para cada uno de nosotros. Danos la oportunidad
de poder comprender tu ley, amarla, respetarla y aplicarla a nuestras propias
vidas; ayúdanos a vivir tu amor, en el nombre poderoso de Jesucristo, y por la
sangre de Su sacrificio derramado en la cruz del calvario por nosotros. Amen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario